AUTOCARAVANING DE MUJERES

Nos citamos en la casita del olivo el domingo por la tarde. Es increíble lo bonita que la han dejado, tanto el huerto como la casita, se nota que está hecho todo con mucho amor y se percibe. Son todos los detalles de la sencillez. Cenamos todos juntos y empezamos a dar pinceladas de los muchos temas que trataríamos a lo largo de la semana. Nos organizamos para estibar nuestras cosas y aprendimos el tetris para montar las camas. Realmente está todo pensado al milímetro. Se trataba de una semana de compartir cuatro mujeres en una autocaravana recién adquirida por una de ellas y bautizada como “Caguama”. Y aunque nos conocemos hace muchos años y hemos navegado juntas, era la primera vez que lo hacíamos en una caravana y era la primera vez que iba a liderar el grupo mi querida Leles, así es que era toda una incógnita. Pero nada nos hacía sospechar la pesadilla que nos esperaba al día siguiente. Pusimos el despertador a las 7:30 h pero a las 6:30 h ya estaba la conductora, nuestra líder y yo, levantadas, éramos las dos alondras del grupo. En cuanto calculé que había liberado el baño me levanté. La idea y el mensaje que nos había dejado y que nos repitió constantemente durante todo el viaje, es que la ocupación del baño tenía que ser mínima puesto que dentro de él se encontraba el armario con todos nuestro equipaje, así que la frase de la semana seria “paso adelante paso atrás” jajaja. En cuanto estuvimos las cuatro listas salimos sin demorarnos ni siquiera en desayunar. Hoy el viaje era de los más largos y se trataba de aprovechar al máximo el día. Asi que arranco y la sacó con mucho cuidado de su parcela. Primera prueba superada, pues realmente el espacio es limitado y estos vehículos no giran igual que los otros. La primera parada fue en la gasolinera, pusimos diésel, era una de low cost y autoservicio por eso estábamos seguras que habíamos repostado correctamente diesel cuando luego todos dudaban de ello. Ya que cuando fuimos a continuar con el plan, ¡ horror no arrancaba! No hacía nada. Ni se encendía el cuadro de luces del salpicadero. Fuimos corriendo a pedir ayuda a un taller lindante a la gasolinera. Talleres L’Arc, su dueño, Ricardo, vino rápidamente. Aunque nos dijo que tenía el taller lleno y no podía ponerse con ella, nos dedicó un buen rato haciéndole un chequeo a las baterías, que aparentemente estaban bien y nos ayudó a moverla para apartarla del surtidor. Llamamos al seguro, Mapfre y nos envió una grúa. Primero llegó una pequeña, a pesar de haber dicho el tipo de vehículo que era y sus dimensiones. Mientras se iba y nos enviaban a otra más grande volvimos a probar y arrancó, así que nos dirigimos directamente a Talleres Castillo a 2 km de allí, donde nos habían dicho que atendían autocaravanas pero donde se negaron a atendernos, además con unas maneras muy estúpidas. Más tarde supimos que es la hija del dueño y que tiene fama en el sector por su simpatía, grrrr. Eran ya casi las 13:00 h cuando apareció por fin la grúa. Ya que de nuevo no nos arrancaba. La operación fue minuciosa para subirla sin rozar la parte trasera con el suelo. Nos llevaron a Talleres Montolt de la Ford al principio de la A-3, pues mientras esperábamos caí que la autocaravana era de reciente adquisición y seguramente estaría en garantía, hecho que corroboro mi amiga y confirmó que así era, que estaba en garantía. Por lo que llamó a quienes se la habían vendido “ AC Llar” y ellos nos dijeron que nos dirigiéramos allí que ya les avisaban ellos de que íbamos. Pero aún así, cuando llegamos nos dijeron que el turno iba por finales de junio y como haciendonos un gran favor igual nos la miraban al final de la semana. ¡Nos queríamos morir!. En un momento vimos todos nuestros planes estrellados, algunas habían venido en vuelo desde distintas partes de España y habíamos estado meses para ajustar agendas y planificar todo. Llevábamos la nevera llena y todas las entradas pagadas para catas y visitas turísticas. Asi que nos dirigimos andando las cuatro hacia las oficinas de AC Llar, dispuestas a conseguir una respuesta efectiva. Hablamos con la secretaria y esperamos al dueño pacientemente, mientras planeábamos nuestra actuación. Decidimos que únicamente hablaría la dueña, y asi fue, pero entramos las 4 a su despacho y nos sentamos alrededor de su mesa de despacho. Algo intimidado se sintió por alguna que otra mirada sentenciadora, como nos confesó después, ya que solo relatando los hechos acontecidos y los planes frustrados, nos ofreció amablemente ir con un mecánico suyo al día siguiente a primerísima hora y si no daban con la solución tener preparada una de las que tienen para alquiler para dejárnosla por un módico precio de solo €350 la semana. Aceptamos la propuesta y nos fuimos a recoger nuestros pijamas pues no nos dejaban pernoctar dentro de ella estando ya en el taller. Volvimos a llamar a un taxi y nos fuimos a Port Saplaya, donde una de las chicas vive, con algunas provisiones y bebidas para intentar relajarnos y descansar de este frustrante día. Yo también aproveché para pedir a mi “mayordomo” favorito, mi hijo, jajaja que me trajera una cazadora y las llaves de casa que se me habían olvidado. Pues el taxi tardó más de 1 hora en recogernos, ¡hoy Mapfre se estaba llenando de gloria.! Al día siguiente estuvimos puntuales a las 9:15 h como nos habían citado. Como se comprometieron, su mecánico había ido a revisarla y la había arrancado, la verdad es que a nosotras también lo había hecho cuando fuimos a por las cosas por la tarde. Pero al final después de dar una vuelta con ella, les volvió a fallar. Nos tenían una preparada, como se habían comprometido para dejarnos pero finalmente la centralita había dado con el fallo y, al parecer, era un “borne que no hacía masa” nos dijeron y por eso a veces arrancaba y a veces no. Uff mucho mejor. Por fin tomamos posesión de nuevo de nuestra “Caguama”. Volvíamos al plan inicial, empezar en martes la ruta rumbo a La Rioja. Gracias, gracias, gracias, para algunas eran sus vacaciones en mucho tiempo y para todas era un viaje ilusionante por compartir la nueva adquisición de la autocaravana que suponía el haber hecho realidad el sueño de una de nosotras. El primer día transcurrió sin incidencias, aunque era inevitable que cada vez que parábamos aguantábamos la respiración al darle a arrancar de nuevo. Pero nada, ningún fallo, era cuestión de confiar de nuevo.
La primera parada fue en el pueblo “Anento”. La oficina de información y turismo estaba cerrada pero fuera tenía una máquina donde a cambio de 2 euros te devolvía una ficha para el parking que está a la entrada del pueblo con barrera. Este pueblo estaba a punto de desaparecer porque llegó a tener un solo habitante, pero ahora ya son 40. La mayoría de las casas las han reformado y hay una ruta de rincones con encanto y muchos de sus habitantes son gentes que se han jubilado y vuelven a su pueblo. Solo hay dos parejas jóvenes con 1 y 2 niños. No hay escuela, pero un autobús viene todos los días a recoger a los niños y llevarlos al pueblo más cercano. También viven varios magrebíes acogidos por el ayuntamiento y que se dedican a las obras. Hay un par de bares, aunque solo uno estaba abierto. Hicimos el paseo por las callejuelas del pueblo, comimos en el bar de la plaza que lo lleva la parejita que tiene a los dos niños, uno de ellos es solo un bebé de un mes que tuvo problemas de recién nacido y tuvieron que venir a por el en helicóptero para trasladarle con urgencia al hospital. Después de comer nos fuimos a hacer la ruta del “AguaLllueve” son unos 40 minutos y es circular pero en la mitad de ella, llegas a un
laguito y de las paredes se desprende una lluvia constante donde las chicas empezaron a mojarse, en un principio solo se quitaron las camisetas pero al final acabamos todas desnudas jugando bajo el agua cual majas del cuadro de Rubens jajaja. Fotos y vídeos para inmortalizar tan especial momento, aunque lo cierto es que es de esos para guardar en tu retina y nada más. Fue un momento mágico y a la vez gratificante ante el sofocante calor después de la comida. La siguiente parada fue en Arnedillo. El área está al final del pueblo y hacia arriba, tienes una barrera que se abre automáticamente y luego tienes una maquinita para sacar el ticket y confían en el buen hacer de la gente, aunque te advierten de que hay cámaras de videovigilancia. Jajaja También tienes tomas para la luz depositando €1 por 2 horas, lo suficiente para cargar a tope los móviles. Nos fuimos dando un paseo a las pozas de aguas termales eran casi las 22:00 h cuando llegamos a ellas pero había bastante gente. Habían
varias, unas más calientes y otras más templadas. Nos pusimos en la intermedia que estaría a unos 40º. Me quité la cédula de la muñeca y con mucho cuidado, ayudándome con ellas, me metí también para compartir un ratito idílico pues nos llevamos una botella de cava y bombones y en cuanto nos anocheció un manto de estrellas tuvimos de techo y nos regalamos otro momento de esos para guardar en la retina. ¡Wow! Nos quedamos tan relajadas que dejamos las duchas para el día siguiente por la mañana. Compartimos unas viandas y nos fuimos a dormir. Ya tenemos controlada la maniobra de montaje de las camas, caímos redondas y del tirón.
El segundo día lo pasamos en el Ciego, un pueblo perteneciente a La Rioja Alavesa donde en el mismo pueblo hay 5 ó 6 bodegas y en los pueblos lindantes otras 5 ó 6 quizás de ahí el nombre del pueblo, seguramente. Jajaja Visitamos la del Marqués de Riscal cuyo edificio, realizado por el mismo arquitecto que hizo el Guggenheim de Bilbao se ve a distancia desde la carretera. Una parte de dicho edificio está dedicado a hotel y spa y linda con otros edificios de la bodega que datan algunos del siglo XIX. Incluso visitamos la bodega privada con algunas botellas de 1865 donde nos explicaron el sistema de degollamiento para abrirlas cortándoles el cuello y asi evitar que el corcho que está excesivamente mojado en las botellas tan antiguas, pueda caer al vino. Después paseamos por el pueblo y acabamos catando otros vinos en el restaurante la Cueva, jugando ya a expertos “Sumiliers” jajaja. Acabamos el día en una linda mesa redonda de piedra que había en la zona de las autocaravanas debajo de un llorón frondoso hasta exactamente las 23:30 h cuando los aspersores de riego nos tiraron y tuvimos que salir corriendo sino queríamos acabar regadas también. Jajaja Empezamos el siguiente día comprando unas botellas de vino en una de las bodegas del pueblo antes de iniciar ruta hacia Logroño. En media
horita estábamos ya aparcadas en el Paseo de las Norias a 15 minutos andando del centro, como me habia recomendado un amigo lugareño. Vimos la Concatedral, la calle de los Soportales, la Rúa Vieja y por la noche la famosa calle del Laurel donde los bajos tabernas y restaurantes ocupan todos sus bajos y donde san Google nos informaba que debía su nombre porque era con una hojita de Laurel en el pelo como las prostitutas hacían saber que lo eran en el siglo pasado. jajaja.
Empezamos por el de la Fontana con sus típicos torreznos y piparras. De allí al Blanco y Negro, para probar el famoso montadito el Matrimonio. Este fue el primer bar que se abrió cuando se abrió el callejón que une la calle con la de Bretones. Y por último nos dirigimos al Soriano para probar su tapa famosa de champiñones. Siguiendo las indicaciones de los lugareños que conocimos en el primer punto rematamos en la calle Bretones en el pub Soho donde hasta nos pegamos unos bailes, lo que retrasó para irnos a dormir y en consecuencia para levantarnos al día siguiente. El plan era conducir tras visitar el área de autocaravanas y hacer los vaciados de agua y recarga de depósitos que ya hacemos en poco tiempo con la colaboración de todas como un auténtico equipo. Pusimos rumbo a Peregrina, un pueblecito cerca de Sigüenza, bueno ese era nuestro plan, el universo tendría otro para nosotras y a mitad de camino de repente, durante la conducción, el cuadro eléctrico se apagó. El motor seguía funcionando, así que busqué rápidamente, ya que hoy me tocaba hacer de copiloto, el área de autocaravanas más cercana y nos dirigimos a ella. Se trataba de Medinaceli a 45 minutos. Minutos que fueron angustiosos para la pobre conductora porque ¡ni los intermitentes funcionaban. Pero por lo menos allí si conseguíamos llegar, sería más llevadera la espera de la grúa y el servicio técnico. Las otras dos pasajeras iban durmiendo así que no fueron conscientes del problema hasta que llegamos. El área era amplia, a la entrada justo del casco antiguo de la ciudad romana de Medinaceli. Después de aguantar el típico periplo de llamadas donde se van pasando la pelota unos a otros para no asumir responsabilidades y comprobar
que de nuevo todo volvía a funcionar como si no hubiera pasado nada, decidimos aceptar que el universo o el duende de la Caguama, nos había traído hasta allí y tendríamos que disfrutar de ello. Mañana seria otro dia y si al arrancar no funcionaba, entonces tendríamos todo el dia por delante para ser rescatadas por la grúa. Comimos tranquilamente y siesteamos un rato, antes de irnos a descubrir Medinaceli, que nos sorprendió gratamente. Sobre todo, al llegar al Palacio Ducal, convertido hoy en una galería de arte y un claustro fantásticamente restaurado, donde también celebran conciertos y actuaciones varias. Coincidimos con su director Miguel Tugorres, un simpático mallorquín que nos ofreció también ver otra exposición que había en una casa señorial “la Masson de Eros”, sobre erotismo que, ya al asomarte a la mirilla de su puerta principal te sorprendía con una gran escultura de un falo de madera. Jajaja En la entrada decía “si la vida se percibe a través de los 5 sentidos no olvides que el erotismo es el sexto sentido que estimula a todos los demás”. Sublime y sin duda, no nos decepcionó a ninguna. La recorrimos en exclusividad, al
igual que el Palacio Ducal después, en la que además nos acompañó el encargado, José, un murciano muy agradable, con corazón de poeta que hasta tuvo la gentileza que dejarnos ver el piso superior, actualmente cerrado al público y pendiente de restaurar, a pesar de que le supuso alargar su jornada laboral 1:30 h. Posteriormente paseó con nosotras hasta el castillo camino a su casa justo cuando un precioso “sunset” ponía punto final al dia. Quizás eso era para lo que habíamos llegado hoy allí, para conocer este singular pueblo e impregnarnos de esta peculiar visita cultural y sus escoltas. Tras una copita de vino con los típicos torreznos de la zona, volvimos a la Caguama, pues aunque habían un par de restaurantes abiertos teníamos todavía ricas provisiones que tomaríamos con un vino de Soria que acabamos de adquirir y así rendirnos pronto a Morfeo. Mañana nos sabíamos si nos arrancaría y haríamos ruta apacible a Cuenca, o volveríamos en grúa. Las dos alondras del grupo estábamos en pie a las 7 de la mañana así que a las 8:30 h ya estábamos con todas las rutinas realizadas de vaciado y llenado de aguas y dispuestas a emprender viaje. Arrancó sin problemas, bieeeen. Hoy otra hará de copiloto, así que mi acoplo en uno de los asientos de atrás y voy escribiendo mi diario de bitácoras y haciendo mis ejercicios de muñeca. La parada es en el camping de “La Majada” donde pasaremos tranquilas el día, hicimos una paella en los paelleros, aunque no con leña, sino con la botella de gas que
trasladamos hasta allí. Hoy me toca a mí cocinar y por la noche hicimos una torra con carbón con la carne que compramos en un pueblecito de camino. Intentando todo el tiempo que una gata muy espabilada, no se nos colara y nos robara la comida descaradamente, aunque al final creo que acabó llevándose un par de chuletas. Jajaja. Por la tarde dimos un paseo por los campos de alrededor donde pastaban vacas y también echamos un rato en el teleclub jugando al Intelecto. Un gran descubrimiento para mí. Por la noche cayó la temperatura estrepitosamente solo 3º, grrrr, así que nuestro plan de ver las estrellas con un cigarrito de la risa duró escasos minutos y nos metimos rápidamente en el sobre, hoy con nórdico y manta incluida e incluso encendió un ratito la calefacción.
A las 7:30 h de la mañana como buena alondra, ya estaba en pie rumbo a darme una buena ducha calentita en las instalaciones del camping, sin límite de agua. La vida en la autocaravana es similar al velero, con la diferencia que allí puedes compensar las restricciones de agua dulce con los baños o duchas en el mar. Desayunamos tranquilamente en el césped, al solecito, que se agradecía para secar nuestras melenas tras las duchas. Luego el camino hacia la ruta de “ los callejones” fue breve, era nuestro próximo wait point, donde hicimos una ruta de senderismo entre auténticas formas rocosas que se asemejaban a callejones de una ciudad. Dos horas tardamos entre paradas fotográficas y el ritmo lento que yo marcaba a las demás al no querer arriesgarme a una caída con mi
muñeca. Comeríamos bajo los pinos en una zona de picnic y así no cambiábamos la configuración de la Caguama y nada más terminar nos fuimos a Cuenca para callejear toda la tarde por sus empedradas y empinadas callejuelas hasta encontrar una terraza mirando a la Sierra donde tomamos un Martini para él sunset y de allí, con un taxi, a otra junto al castillo, donde probamos los Zarajos y el Morteruelo, regado por un tinto de la zona y llevándonos un “trampantojo de salchichón” de postre, un típico dulce de chocolate, galleta y licor de avellana con apariencia de un salchichón viejo, con el que acompañaríamos a la botella de cava y tendríamos la última tertulia nocturna a bordo en la que compartimos y confesamos una vez más nuestros sentires y decires. Aunque antes hicimos una parada en un garito en la roca luminosamente decorado pero que ya iban a cerrar.
El último día no era necesario madrugar, las alondras nos habíamos comprometido a no hacerlo antes de las 8 pero a las 7 a.m. saltó la alarma de otro vehículo dos veces y me obligó a ponerme el antifaz y una meditación con mis auriculares para poder cumplir con mi promesa. Al final nos levantamos a las 9 y en 38 minutos exactamente ya nos habíamos organizado todas para irnos a desayunar por la zona baja del casco antiguo y dar un último adiós a Cuenca antes de emprender, ahora sí, camino de vuelta a casa. Terminaba así una semana intensa, de descubrir rincones y pueblos muy auténticos de nuestra España profunda y descubrirnos un poco más a
nosotras mismas. Tengo que agradecer a todas el saber estar y acompañar en los momentos de tensión e incertidumbre y sobre todo mi más profunda admiración, más si cabe que a la que ya le tenía, a la líder y anfitriona de esta aventura que me ha sorprendido gratamente con sus dotes del líderesa. Jajaja.
Cuatro mujeres empoderadas que a la vez han sido niñas, riéndose, cantando y jugando a “sumilleres” en los buenos momentos y han tenido templanza y serenidad en los malos momentos. Olé por este grupo de sororidad. Por muchas más aventuras de ésta.

Comentarios

Merce ha dicho que…
Pues si cuatro tias bien empoderadas, resolviendo unos cuantos lios q no impidieron el viaje. Casi he podido oler el vino! Y imaginar esos buenos ratos se sororidad ��
Merce ha dicho que…
Buen relato de sororidad y mujeres empoderadas y buen vinito
liberty ha dicho que…
Gracias por leerme y sobretodo por comentarme. Bsss

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