SORPRESAS DE GRAN CANARIA

Ha sido una semana estupenda, aunque algunas cosas no salieran como me esperaba. Para empezar, no pegué ojo la víspera del vuelo porque como el último había sido el de Pisa, donde tuve la mala experiencia de que no me dejaran embarcar y me tocó volver desde Bolonia, pues eso, que estaba un poco nerviosilla. Además, había mirado y ya no habían billetes para comprar o sea ¡que el vuelo iba lleno! Quedé con Rubén en irnos juntos al aeropuerto, ya que él iba de turno de mañana y volaba a Bari a las 7 horas, 15 minutos antes que el mío. Me dijo al levantarse que no me preocupara que había hablado con su compañero, el primer oficial de mi vuelo, advirtiéndole que iba yo. De hecho, saludé efusivamente a los pilotos del avión contiguo justo antes de subir la escalinata al mío y encontrarme con él, en la entrada de la cabina de los pilotos, -¿qué haces tú aquí? le pregunté. Pensé que simplemente habría ido a saludar y cerciorarse de que había subido a bordo, pero no, había cambiado el vuelo el día anterior y no me había dicho nada. No cabía de alegría, por fin iba a hacer un vuelo pilotado por mi hijo. Me asignaron asientos muy cerquita de la cabina y como había otro libre próximo, justo en mí misma fila, en la cuatro, mi amiga pudo venirse también. Durante el vuelo, ya el personal de cabina no quiso cobrarnos los desayunos que pedimos, porque él había dado orden de qué nos invitaba él, pero lo que más me sorprendió fue cuando unos minutos antes de aterrizar, por megafonía, cuando se dirigió al pasaje, hizo mención de que hoy volaba alguien muy especial, alguien con quien sin ella él no estaría allí, rematando la frase con un “gracias mamá”. No hace falta que os diga cómo me sentí, la palabra emoción se queda pequeña, imaginaros que hasta me olvidé de mi maleta cuando bajé las escaleras y solo cuando fui a recoger la facturada por mi amiga, me percaté que yo no llevaba la mía y, me tocó volver corriendo y encontrarme con él en la pista, que me la traía ya, jajaja Sin duda será uno de mis momentos preferidos para guardar en mi maleta de la vida. El chófer que habíamos reservado estaba allí puntual, esperándonos con un cartel con mi nombre y con un coche muy cómodo y limpio y, en algo menos de 30 minutos estábamos en el hotel. Aunque pudimos hacer el check-in no podían entregarnos la habitación hasta las 15h, pero nos permitieron cambiarnos, dejar las maletas en la recepción y hacer uso de todas las instalaciones. Nos subimos a la zona chill-out en la terraza. Era un lugar alfombrado de césped artificial, camas balinesas, hamacas y sombrillas y dos pequeñas piscinas tipo jacuzzi pero sin
burbujas, jajaja. Las vistas eran al mar, por supuesto y, a las dunas de Maspalomas. Como habíamos contratado media pensión pedimos cambiar ese día y hacer la comida allí y luego saldríamos a cenar. Así que a las 2:30 h, una vez terminamos de comer, nos entregaron las llaves de nuestra habitación y fuimos a tomar posesión de ella, era en el cuarto piso, pero con vistas a la calle y no al mar y, si queríamos al mar, eran €20 más por día y creíamos que no valía la pena. La habitación era amplia con balcón y con un baño con plato grande de ducha. Nos repartimos rápido el espacio y las camas. Con Blanca todo va fluyendo, si yo digo que prefiero izquierda ella dice que derecha, así es una maravilla. Vaciamos nuestras maletas y nos fuimos otro ratito a la piscina para intentar dormir un poquito, yo llevaba mucho sueño retrasado. Por la noche nos fuimos por el paseo hacia Maspalomas. La playa estaba abajo, era de arena totalmente negra y por un ascensor bajamos a su nivel donde había un sinfín de bares y terrazas. Paseamos hasta elegir uno donde cenamos escuchando música cruzada de dos restaurantes y viendo el ir y venir de turista. Mucho guiri, pensé. Al finalizar preguntamos a uno de los camareros dónde solía ir el personal al terminar y nos enviaron a una discoteca llamada Tropical cerca de nuestro hotel. Sin embargo, cuando llegamos, aunque el local era fantástico, estaba medio vacío y los poquitos que llegaron eran gente muy muy jovencita así que nos tomamos una copa y nos retiramos a nuestro hotel. Al día siguiente nos dirigimos en autobús público al faro de Maspalomas fueron apenas 5 minutos y €1, 20 cada una, pues hacía mucho calor para atravesar a pie todas las dunas. El faro vale la pena, hay una exposición muy chula sobre los aborígenes de la isla y de todos los Faros de las Islas Canarias. Y como no, empezamos con nuestro book de fotos pues mi compi ¡es una gran paparazzi!....jajaja. A su pie un gran espigón desde donde Cristóbal Colón zarpó en sus 3 últimos viajes a las Américas. Es impresionante con el Atlántico a sus pies. Luego nos fuimos paseando hacia la zona de las dunas y en el primer restaurante El Senator, nos paramos a tomarnos una cervecita, era
la hora del Ángelus. Allí conocimos a una pareja local de un matrimonio muy agradable que resultó el también navegante, había sido regatista incluso había hecho La Copa del Rey. Aunque había dejado de navegar ya hacía años. Ellos fueron los que nos recomendaron que comiéramos allí mismo, que era el mejor de la zona. Y les hicimos caso. Pero antes de sentarnos yo fui a darme un chapuzón en mi querido Atlántico. Fresquito como siempre, me vino genial. Además, esta playa es sin duda de las de arena más claritas de las Canarias, influida por los vientos que arrastran la arena de las dunas. En el restaurante, detrás de nosotros, había una mesa larga toda llena de hombres a cuál más guapo y más fino, por supuesto todos gays. A estas alturas ya nos habíamos enterado de que Gran Canaria es uno de los puntos preferidos de destino del movimiento LGTB, - ¡menuda elección la nuestra!, le dije a mi amiga ja ja ja. Al terminar de comer, ya que no habían hamacas donde descansar, nos dirigimos al hotel que había justo al lado del faro, arriba en su terraza, estaba el Blue Marlín Ibiza, aunque este no se le parecía nada, en lugar de todo blanco era todo negro. Negociamos con la camarera para no pagar los €50 que nos pedían únicamente por entrar y ocupar una hamaca ya que era media tarde y al final pagamos solo €10 + una consumición cada una, un cóctel por otros €10 pero eso sí, pudimos utilizar la piscina infinity donde seguimos con nuestro book de fotos. Volvimos de nuevo en bus al hotel para arreglarnos y bajar a cenar. La idea era no salir esa noche y conformarnos con el espectáculo, que por cierto fue muy breve. Al día siguiente nos recogían a las 8:30 h para ir a bucear. Zeus Diving Center tenía una sede cerca del hotel
pero realmente todo lo contraté por teléfono. El conductor y encargado de la logística era un cincuentón con pintas de surfista, de padre canario y madre sueca. Y al parecer en la reserva ya me dijo que ponía que íbamos las dos juntas. Me extrañó porque se trataba de que ella iba a hacer un bautizo y yo haría dos inmersiones, al tener ya el PADI pero, no había ya solución, así que decidí no cabrearme y acompañar a mi amiga en su bautismo. Cuando llegamos a la playa habían varios instructores con equipos preparados que fueron asignándonos. Nosotras dos iríamos solas con un tal Domingo que explicó brevemente cuatro cosas básicas a mi amiga y nos ayudó a colocarnos todo el equipo pues la entrada era por la playa. Como es normal le costó un poco habituarse al regulador, pero al final se relajó y bajó y dimos un paseo hasta la bocana de la escollera. Tuvimos suerte de ver un calamar que además ¡se quedó pacientemente para que le fotografiáramos.! jajaja. Yo también vi uno de esos peces grandes que son como sardinas, pero muy tranquilos, algunos parguitos y poco más. Al final nos volvimos porque los oídos empezaron a molestarle a mi amiga. Habíamos estado unos 45 minutos y yo solo había gastado 50 de mi botella, me felicitó por ello el instructor. Me supo a poquísimo ciertamente, pero seguí con mi plan, “no
cabrearme”. Dejamos el material y nos tomamos un par de coronitas pues era la hora del Ángelus, jajaja. Sin embargo, a la vuelta le escribí a la coordinadora para manifestarle mi disgusto. Al parecer había sido un malentendido pero por lo malo por lo menos solo pagué €50 el material. Ese día como volvimos pronto pedimos de nuevo cambiar y comimos en el hotel descansamos un ratito y luego en la piscina para salir por la noche a cenar. Esta vez cogeríamos el paseo hacia la izquierda inicialmente tenía un montón de escaleras hasta bajar al nivel más o menos del mar y luego transcurría por un precioso acantilado aunque se nos hizo pronto de noche y no había luna. Acabamos en San Agustín una zona bastante tranquila toda de casas residenciales. Aun así di con un centro comercial donde descubrimos el restaurante Due Mare, uno de los más exitosos en el que, aunque tenían cola, eran muy rápidos y pudimos cenar. La vuelta la hicimos en taxi 5 minutos €5 y le preguntamos por algún lugar cerca de nuestro hotel y el y así descubrimos el Flanagan en un mini centro comercial que veíamos desde nuestro balcón. El lugar era en el primer piso y aunque estaba acristalado extrañamente dejaban fumar. El Dj era una caña y había muy muy buen ambiente. El miércoles ya recogimos a primera hora el cochecillo que habíamos alquilado y a las 10h pusimos rumbo a Roque Nublo. Empecé conduciendo yo, pues mi amiga está acostumbrada a conducir automáticos y este era manual y además la carretera se preveía complicada de curvas y estrecha, lo que viene a ser un puerto de montaña vaya. Aunque ciertamente resultó mucho mejor de lo que esperaba y por supuesto que de las del Hierro donde estuve el año pasado y eran horrorosas, puedo dar fe de ello. La caminata hasta Roque Nublo resultó ser más larga de lo previsto pues 1 km y medio nos costó 1:30 h supongo que por el calor, ya que eran las 12h cuando empezamos el ascenso y la altitud más de 1800 m. Pero vale la pena, las vistas desde allí son increíbles, ves Tenerife y subes por encima de un mar de nubes que es el que normalmente está en la zona norte de la isla y da lugar al chipi chipi que siempre riega Las Palmas. La bajada la hicimos en solo 30
minutos, no sé si porque era cuesta abajo o por las ganas que teníamos de bebernos algo fresco. jajaja Solo una pequeña caravana con bebidas hay en la base del sendero. Bajamos por el otro lado de la carretera hacia Tagoror, el pueblo de las casas cuevas. Había reservado para comer en uno de ellos. Hay tres, éste era el más antiguo y famoso, como demostraban los cuadros con fotografías de toda la gente relevante que le había visitado, ¡ hasta 3 astronautas!. El lugar era digno de ver, una cueva llena de laberintos pero donde hacía mucho mucho calor. Según la teoría de mi amiga Blanca, porque han reforzado sus paredes de piedra con cemento y eso impide que disfrutemos de las propiedades de la piedra que suele ser fresca en verano y te aisla del frío en invierno. En fin Hola, bajamos rapidito para darnos un chapuzón en la piscina del hotel y tras la cena nos tomaríamos algo en el Shopping Center que habíamos recién descubierto en frente. Hoy sería en una terraza donde dos animadores intentaban hacer bailar a los espectadores. El jueves teníamos contratada visita por el centro de Las Palmas, la capital. Es todo autopista así que conducirá ella. La visita fue de de 2 horas escasas, donde un biólogo nos explicó a su manera, algo de la ciudad, callejeamos por el centro histórico y por sus dos barrios más importante,s el de Triana de comerciantes y el de los nobles. Vimos la casa donde se hospedó Cristóbal Colón a su paso por la ciudad y la de Benito Pérez Galdós que yo desconocía era nacido all. Al terminar nos fuimos para el Castillo del Romeral donde nos habían recomendado comer en la Cofradía de Pescadores. Eran ya las 15:30 h de la tarde y no sé si fue por eso o por qué pero no resultó ser tan bueno. Apenas les quedaba nada. Pedimos unos langostinos y nos parecieron congelados y el servicio era muy muy lento. Queda pendiente el del Pozo Izquierdo que también nos habían recomendado y ya no nos daría tiempo. Esa noche decidimos salir algo más pues al día siguiente no teníamos que madrugar o no nos esperaba nadie y pregunté y busqué en San Google y acabamos cogiendo el coche para ir al Ocean Beach Club.
Apenas había gente cuando llegamos, pero se fue llenando y cuando nos íbamos, un par de horas después, estaba a tope, pero todo de veinteañeros, grrrrr. La entrada eran €10 con una Copa o 20€ con barra libre, yo pedí esta última pero cuando luego me enteré que era en vaso de plástico y con marcas blancas renegocié con la camarera que muy comprensivamente consintió en cambiármelo por 3 copas de Puerto de Indias y bien preparados en Copa de balón. Al día siguiente tocaba Puerto Mogán y su mercadillo. no estaba lejos pero como llegamos pasadas las 12:30 h, en todo su esplendor al parecer, pues no nos dejaron entrar. La policía había cortado el acceso por la carretera por estar los 3 parkings completos. Nos dimos la vuelta y nos fuimos al pueblo del mismo nombre Mogán, pero en el interior. Pero éste no tenía nada. Allí un simpático policía nos aconsejó que volviéramos a intentarlo ya que habrían empezado a salir algunos y nos dejarían entrar y, así fue. Tuvimos mucha suerte y aparcamos muy bien, pero sin darnos cuenta que era zona azul y que había que pagar. Como en la playa del Inglés no se paga la zona azul desde la pandemia, según nos explicaron, nosotras íbamos relajadas. Luego vimos una multa de €8 el ultimo día en el cristal, bueno por lo menos no fue mucho. El mercadillo resultó inmenso e interminable y con un calor a mediodía que rompí hasta el abanico. Yo cargué con un bikini rojo y un collar para la camisa que me acababa de comprar esa misma mañana y de la que me enamoré en cuanto la vi en un boutique cerca de nuestro hotel en el paseo marítimo, pero Blanca cargo para ella, para sus hijas, para sus nietas y no me extraña que el último día se pegara con la maleta para cerrarla ja ja ja. Luego nos
fuimos paseando hacia la zona que llaman la pequeña Venecia porque hay un puerto deportivo y alrededor están las casas tipo andaluz blancas y con el amarillo albero y llenas de buganvillas en sus fachadas. Allí comimos en un restaurante que elegimos al azar, “Fragata” y que recomiendo totalmente, con solera pero buenos precios buen servicio y buena calidad. Con las tres B, como se suele decir y difícilmente se encuentra, jajaja. De vuelta al hotel tras un chapuzón y descansar un ratito en la piscina, (ya es como un ritual, mi compi se va a la habitación, se da una ducha pone los pies en alto en la cama y se masajea la cabeza y la cara, es su ritual de relax. Mientras, yo bajo a la piscina, me hago unos largos nadando y me tumbo a meditar en una hamaca y las dos tan contentas y las dos con su espacio.) Esa misma noche estrenaríamos nuestros recién adquiridos modelitos ¡no vayan a encoger! jajaja Aunque fuimos prudentes, a pesar de que descubrimos una nueva discoteca MTV, pero no había nadie y tras conversar con una simpática camarera, nos retiramos pronto para poder madrugar. Al día siguiente nos recogían para salir a navegar. Era en un catamarán de 46 ft un Lagoon en Puerto Rico. Solo éramos 10 personas a bordo. Nos recibieron con una Copa de cava. Todo parecía maravilloso hasta que me percaté de un entramado de luces de leds que había entre los laysis de la vela Mayor y al preguntar si no les molestaría para subir la vela, me dejó de piedra al decirme el marinero que nunca navegan a vela, solo a motor, durante los 3 años que llevaba él allí nunca había visto sacar las velas. ¡No me lo podía creer! ¡Respiré hondo y decidí no cabrearme una vez más, iba a pasar un buen día con mi amiga y ya les pondría lo que pienso en una reseña! Y así fue, hicimos una primera parada en cala perchel de Mogán. Posición 27º 9,78’N 15º 46,8’ W. Los equipos de snorkel no eran suficientes, no habían aletas y ciertamente no estaban en muy buenas condiciones. Así que como me quedé la última porque mi amiga no quería bañarse pillé lo peor. Pedí un poco de mistol y lo lavé un poco y ajusté las gafas. Di unas brazadas hasta una cueva próxima pero no vi gran cosa. Un pez trompeta negro, ¡aquí todo es negro! pensé jajaja. Otro par de millas con otra cervecita en mano, todas las que quieras, eso sí, sin un snack ni medio, solo te dan de beber hasta la comida al llegar al próximo fondeo, un par de millas más allá. Playa del Ambar, donde unos locales nos acercaron en kayak la comida, atún marinado en mojo Picón, papas arrugadas y
ensalada. Ni fruta ni nada más. Y de vuelta para el puerto, €72. Yo disfruté lo que pude, me bañé en ambos fondeos y respiré hondo y, sobre todo, me dediqué a hacer de tripusol ¡con lo que a mí me gusta caramba! Ja ja ja. Por el recorrido vimos algunas playas habitadas por lugareños, hippies o similares, gente que quiere desconectar del sistema y pasan allí unos días con solo una tienda de campaña. Pondríamos el broche final esa noche visitando el famoso Yumbo Center, el mayor del movimiento LGTB de Europa y vimos un espectáculo de Drac Queens, son alucinantes. Una vez más éramos transparentes. jajaja era increíble la cantidad de gays que habían. Nunca había visto tantos y me alegré por ellos, que por fin puedan manifestarse sin tapujos, sobre todo me impresionó una pareja de ochentañeros cariñosamente cogidos de la mano. Algo para ver aunque seas hetero. Había familias y parejas todo en un ambiente muy respetuoso ¡ chapó ¡ Al día siguiente bien temprano emprendimos camino al aeropuerto, no tuvimos ningún problema, ni mi amiga con el equipaje ni yo con embarcar. Así terminaba una semana intensa de descubrimientos y sorpresas, de gestionar y fluir, pero sobre todo, me quedo con la sorpresa de mi hijo y con la de descubrir una magnífica compañera de viaje. ¡Espero que haya muchos más juntas.!

Comentarios

Entradas populares de este blog

A LAS PERLAS CON EL MAVERICK

XXIII REGATA SAN JAIME

REGATA DE HERMANDAD