MY HONEYMOON

Finalmente y después de estar toda la semana pendiente de la meteorología confirmamos la fecha de la boda y la semana que nos iríamos de luna de miel al mar Egeo. El jueves por la noche, a través de Internet lo contratamos todo con Greco Tour. Una mayorista que me había recomendado mi buena amiga Belén, que recientemente había hecho un charter con ellos. Alexis, un griego afincado en Madrid, nos aconsejaría y enviaría toda la información sobre el barco y los derroteros posibles. Y como si de un concurso se tratara en menos de 48h lo cerramos todo, enviamos titulación, contratos, e incluso lista de la compra para no perder el tiempo comprando al arribar.

El lunes 27 a las 15.15 hora local (una más que en España) aterrizamos en el aeropuerto de Atenas. Un taxista nos esperaba para llevarnos al puerto de Lavrion, 1 hora aproximadamente en coche. El paisaje durante el camino no era nada especial, poca vegetación, muy árido todo, y también poca construcción alta.

En el puerto estaba Thanon, un tiarrón con sombrero de vaquero, para hacernos entrega del barco, un Jeeanou 35, “Natasha” . Nos hizo una entrega impoluta, siguiendo escrupulosamente el inventario de todo el equipamiento del barco, en un impecable ingles que nos costaba seguir a nosotros, todavía desentrenados.

La tarde era plácida, había poco viento, pero la temperatura era cálida, y el sol empezaba a ponerse. El puerto no era nada especial y el núcleo de población cercano nada atractivo, así que eché un vistazo al derrotero que me había enviado Alexis, y nos recomendaba como primer WP (way-point), fondear en la Bahía del Cabo Sonion. Preguntamos a Thanon y nos dijo que tardaríamos sobre una hora, unas 6 millas. No queríamos llegar de noche sin conocer la zona, pero nos arriesgamos, estábamos que nos navegábamos encima. Así que Ferdy se fue a proa para ir recogiendo cadena, ya que aquí no hay muertos y todos los atraques se hacen con la cadena de fondeo y dos amarras a tierra por popa. Yo me puse a la rueda. Thanon asombrado preguntaba que si yo era la capitana?....siempre igual en todas partes del mundo, las mismas caras de asombro.! Ferdy todo orgulloso dijo que sí, y empezó a recoger cadena con el mando eléctrico del molinete. Una vista atrás justa para hacer una foto y enseguida vista al horizonte que nos mostraba ya la proa de Natasha, rumbo a la aventura y al descubrimiento que para nosotros serían estas islas griegas. Rumbo 195º a motor, con solo la mayor para estabilizar, pues solo habían unos 4 nudos de viento, y como siempre en el mediterráneo, ¡justo en la proa!.

Justo con la puesta de sol y el mar rojizo, divisamos en lo más alto de tierra, el templo de Poseidón. Un montón de piedras y columnas rotas, ¡como decía Gila!...ja,ja,ja,…gracias a Dios o a quien sea, también coincidimos en nuestro poco interés por ese tipo de turismo.

Con las últimas luces del día, arribamos a la Bahía de Sonion. latitud 37º39,29N, Longitud 24º01,18E. Unos cuantos veleros estaban ya allí fondeados, lo que siempre te tranquiliza. En la playa un gran hotel y un par te Tabernas, pero solo se veía actividad en una de ellas. Así que decidimos hinchar la dingui, ponerle el motor auxiliar y bajar a cenar. Acabábamos de darnos cuenta que no había comido en todo el día, nada más que tentempiés durante el viaje. Además no sabíamos si aquí seguirían horario más Europeo y quizás más tarde no nos darían.

Cuando Ferdy arrancó el motor de la dingui, este empezó a echar un gran humo blanco y se paró. ¡Vaya faena!, la primera en la frente. Y eso que le insistí que no quería problemas, que era mi Luna de Miel. Nos tocó bajar a remo a la playa para cenar, no nos apetecía cocinar nada, además que las provisiones encargadas habían muchas ausencias, a pesar de lo abultada que fue su cuenta total¿?.

Una ensalada, pulpo al grill, unos boquerones en vinagre y una Dorada a compartir entre los dos, como colofón. Un gran banquete, que no sé como pudimos con él. A nuestro regreso al barco, nos homenajeamos con una auténtica noche de boda en proa, botella de Cava ya fresquito, con el manto de estrellas y como único testigo el templo de Poseidón. Hasta la música de la radio fue fantástica, ni de encargo, ya que a mi se me había olvidado mi book de música y teníamos que recurrir a la radio local, pero no sé que emisora pillé, pues no la volvimos a oir, pero la selección de las canciones fue impecable, hasta la nuestra del CD de “para dormir o para lo que sea” sonó, ¡estábamos alucinados!!

Por la mañana del martes 28, nada más despertar, me armé de valor y cogí el móvil para llamar al cauboy y explicarle, en mi modesto ingles, el problema que teníamos con el motor auxiliar. Queríamos navegar hasta Kithnos, pero no podíamos hacerlo sin motor auxiliar, aunque a cenar bajamos a remo, no era plan de tirarnos así toda la semana.

Conseguí que me entendiera y en dos horas y media aproximadamente, estaba haciéndonos señales desde la playa, cargando con otro motor. Nos acercamos a remo hasta un muelle que había frente al hotel y antes de proceder con el cambio, Ferdy hizo un último intento por arrancarlo, y ¡buala! Arrancó a la primera y para dejarnos mal, como no podía ser de otra manera. Ante el asombro de todos, yo intentaba explicarle a Thanon que Ferdy entendía de motores un montón y que el día anterior no había habido manera humana de conseguirlo. Así que con las orejas gachas de vergüenza, y de haber perdido más de dos horas, nos volvimos de nuevo al Natasha con el mismo motor, ya que no valía la pena cambiarlo por el que traía que era mucho más viejo y aparentemente parecía mucho peor.

Casi todos los veleros se habían ido, solo quedaba otro y nosotros, eran las 11:30 HRB cuando Ferdy empezó a subir el ancla y yo a la rueda puse rumbo 130º a la isla de Kithnos, teníamos unas 22 millas hasta un fondeo paradisiaco, según Alexis, llamado cala Kolona. La navegación empezó siendo a motor una vez más, con solo 3 nudos de viento, pero poco a poco fue subiendo y pudimos pararlo durante una hora aproximadamente y navegar solo a vela, de ceñida, por supuesto, amurados a Er. El barco escoraba bastante y a pesar de sus pequeñas velas, pues la mayor no llegaba a tope de palo y el Genova tampoco era muy grande, cogía puntas de 7 nudos, y pudimos sacarle más de una eslora a otro velero que algo más a babor seguía nuestro mismo rumbo.

Al cabo de unas 4 horas, arribamos al fondeo. Era una entrada profunda, al fondo una zona de arena que separaba dos fondeos, pues habían barcos a ambos lados. Aunque nosotros nos quedamos en el primero a Br, dónde vimos varios veleros más y siempre preferimos aplicar el dicho de “allá donde fueres haz lo que vieres”, y no arriesgarnos con fondos desconocidos.

El agua estaba clara, pero no era turquesa. Algunos pececillos pero nada del otro mundo. El sol salía y se escondía de vez en cuando, y la lluvia hacía presencia también de forma alternativa. Aún así, nos atrevimos a irnos nadando hasta la orilla de la playa y volver para estirar los músculos de la espalda, y antes de que fuera más tarde, propuse a Ferdy que levantáramos el fondeo y nos fuéramos al Sur, a una cala o puerto que había anotado yo en el mapa, cuando hablé la primera vez con Alexis. Sin embargo cuando llevábamos la mitad del camino navegado, unas 3 millas, consulté la guía “Greek Water Pilot” y no vi nada claro el fondeo ni puerto con buen refugio, así que rectifiqué y propuse volver y pasar la noche en Merikhas, un pueblecito próximo al fondeo que acabábamos de abandonar, su posición 37º25,01N 24º 22,39 E..

Resultó estar al fondo como de un canal, bien protegido. Poco más de una decena de veleros estaban atracados, popa al muelle y con el ancla por proa. Dos lo hacían en ese preciso momento. Al timón, reduje máquina, y observé las distancias a la que dejaban caer el ancla y la velocidad a la que lo hacían. Nunca he hecho un atraque así. Hicimos uno en Sicilia, en la isla de Ustica, y lo cierto es que no nos salió muy bien, además-más sopló bastante y estuvimos en vilo toda la noche. Así que planeamos la maniobra con tranquilidad, Ferdy se iría a proa para lanzar la cadena más o menos en línea como lo había hecho los anteriores y yo haría marcha atrás con decisión. Cuando estuviéramos cerca tendría que saltar rápidamente y yo tirarle las amarras. Aunque no fue necesario pues en cuanto nos aproximamos habían manos dispuestas a ayudarnos para hacer firmes las amarras en el pantalán, eran los vecinos de los otras embarcaciones. Me encanta la solidaridad que hay entre los navegantes. Uno de ellos, nos indicó que estábamos justo donde empezaba la zona reservada para los ferrys, pero tras un reconocimiento al resto del pantalán y confirmar que no quedaba otro hueco, nos quedamos allí. Tampoco creíamos que llegaran por la noche, y a primera hora nos iríamos. Aun llegaría más tarde otro velero que se atracó a nuestro Er.

Se trataba de un pequeño pueblecito de pescadores, todas las casas blancas en escalinata en la montaña, mirando al mar. Algunas Tabernas en la misma playa y varios supermercados, donde nos abastecimos de las faltas más acuciantes de nuestra estiba, estropajo para los platos, papel albal, tomates… Luego nos dimos una ducha dulce en el barco ya que comprobamos que en el pantalán había torretas de agua y toma de luz y lo más asombroso, ¡ gratuito!. Por la mañana rellenaríamos los tanques, tanto de agua como de gasoil .

Todo guapos y tras un religioso paseo por el pantalán observando al resto de embarcaciones, como nos gusta a los dos, nos dirigimos hacia las Tabernas de la playa para cenar. Pronto nos decidimos por una que tenía sus mesas justo en la orilla y algunos patos merodeaban entre ellas. También gatos, hay mucho gatos por todas partes, y por desgracia, mosquitos, que nos pulieron los tobillos!, Pero la cena estuvo genial y muy barata, comparada con la de la noche, 1/3, y encima, tuve el valor de pedirle al amable camarero que si podíamos llevarnos todo lo que nos había sobrado en un Tupper. Así al día siguiente ya teníamos la comida, y ¡me libraba de cocinar!, además estaba buenísimo todo y era una pena. Para nuestro asombro dijo que sí, y rápidamente apareció con un par de tupers de aluminio, lo que nos hizo pensar que no éramos los primeros que lo pedíamos.

De vuelta al barco, hicimos una parada en otra terracita con música, para hacernos un Gin Tonic, pero como en la taberna de la noche anterior, comprobamos que no saben hacer las copas tan buenas como en España.

El miércoles 29, desperté con las primeras luces, a las 7:00h, después de haberme asomado varias veces durante la noche para confirmar que todo seguía bien y a la misma distancia del pantalán. Algunas de las embarcaciones lindantes empezaban ya a soltar amarras, pero nosotros teníamos antes que ir a por gasoil y rellenar el tanque de agua, así que desperté a Ferdy y nos pusimos a ello. Llevábamos una garrafa con unos 30 litros de gasoil, pero echarla con un pequeño embudo que disponíamos, podía ser una tediosa tarea. Ferdy propuso ir a la gasolinera y preguntar si podrían venir con el camión hasta el pantalán. Y así fue, el amable gasolinero nos pidió 10 minutos para estar allí. Contentísimos nos volvimos al barco, satisfechos cada día más de ir desempolvando nuestro ingles lo suficiente como para poder darnos a entender y conseguir todo lo que íbamos necesitando. Rellenamos también el cuarto de depósito de agua que habíamos gastado y una vez pagado el gasoil, 90€, es mucho más caro que en España, a 1,6 el litro, solté las amarras de popa y Ferdy de nuevo en proa empezó a recoger la cadena. Ya fuera en la bahía y antes de salir a alta mar, recogimos entre los dos las defensas y pusimos en popa de nuevo, la dingui, utilizando el piloto automático, pero sin quitar el ojo a la proa, pues no me fío un pelo de el. Es muy extraño, nunca había visto ninguno igual, aunque Ferdy dice que tuvo uno igual en uno de sus primeros barcos.

Pusimos rumbo 202º al Sur de Kithnos, a Dimitrios 6,5 millas, poco antes de completarlas empezó a subir la brisa y no dudé en sacar rápidamente también el Génova y bajar el motor de revoluciones. Luego ya enfilamos hacia Serifos, rumbo 119º a 12 millas, buscando el Norte y luego alcanzar el puerto de Livadhi en la cara Este de la isla. 37º08,05N 24º31,04E. Sorprendentemente no nos hizo falta virar, cazamos un poco las velas y aguantamos, mientras aguantó Eolo, ciñendo a rabiar, hasta que ya próximos a tierra tuvimos que recoger y resignarme de nuevo al motor. Navegábamos muy cerquita a tierra, eso hace que los terrales, más las pequeñas formaciones nubosas y bajas, modifiquen sustancialmente la previsión, que a duras penas se está cumpliendo. Aunque para esta noche están previstos casi los 40 nudos y por esos hemos decidido buscar el resguardo de este puerto, además de las posibilidades turísticas que Alexis nos adelantó.

En esta ocasión casi bordamos la maniobra, salvo porque casi nos quedamos sin cadena, pues en previsión de lo que iba a subir por la noche la echamos bastante lejos el ancla, para tensar lo suficiente. En tierra, como siempre, nos encontramos ágiles, las manos de los vecinos, en este caso, una joven tripulación mixta que no debían de hacer mucho que habían arribado también.

Eran las 14:00 HRB, por lo que nos apresuramos a ir a alquilar una moto antes de que cerraran, para poder visitar el pueblo que se divisaba en la cima de la montaña. Y así, como en verano azul, estábamos acto seguido, en una scuter de 125 cc carretera de curvas cuesta arriba, camino al blanco pueblo.

Resultó ser realmente precioso, de blancas calles y puertas azules, bóvedas redondas y molinos, cual una típica postal de Grecia. La pena es que no encontramos ningún restaurante abierto entre los pocos que habían y tuvimos que bajar de nuevo a la playa porque el hambre apretaba.

Eran casi las 16:00h cuando nos sentábamos en una Taberna a pie de playa, pero el camarero nos atendió rápida y amablemente, y por solo 24 € comimos estupendísimamente, ensalada griega y Musaka, buenísimo y baratísimo.

El plan era tomarnos el cafelito en las sombrillas del garito colindante, pero la lluvia volvió a hacer acto de presencia, y Ferdy propuso que nos fuéramos al barco a echar la siesta. Con lo poco que me gusta a mi perder el tiempo durmiendo!, pero claro, me quede roque y desperté de mal humor como los niños, por haber perdido la tarde.

El pantalán estaba súper animado, habían llegado muchos más barcos, estaba a tope, y siguieron entrando hasta bien entrada la noche. Seguramente todos buscando cobijo ante la previsible subida del viento.

Cogimos de nuevo la moto y nos fuimos, esta vez, a inspeccionar y descubrir el pueblo a orilla del mar. Sus calles también eran blancas y azules, y entre ellas descubrimos algunas pintorescas tiendas donde adquirir detallitos para la familia, y un estupendísimo y acogedor restaurante, donde decidimos cenar.

Una copita en la playa en el único local del que salía música y al barco de nuevo. Parecía mentira, que con tanta gente y mucha de ella joven, y no hubiera ambiente de fiesta. La mayoría estaban en las bañeras de sus barcos, copita en mano y tertulia..

El Jueves 30 de nuevo desperté pronto, pero sabía que no podíamos zarpar hasta que lo hicieran los vecinos de Er, pues entraron después que nosotros y sus cadenas habían quedado encima de la nuestra, así que no desperté a Ferdy hasta las 8:30HRB, para irnos a poner gasolina a la moto y devolverla. A nuestro regreso ya se habían ido los dos de Er, y nos pusimos nosotros con la maniobra.
El, de nuevo en proa y yo solté las dos amarras de popa, que teníamos pasadas a la guía, bajo la atenta mirada de los vecinos de Babor. Gracias a Neptuno, no teníamos ningún ancla más encima y salimos despacito sin problemas.

De nuevo, y antes de salir de la bocana, arranchamos entre los dos, defensas, amarras, y subimos la zodiac a proa, hoy teníamos 40 millas hasta Mykonos, que había sido nuestra decisión al final, pasando de Paros, pues el tiempo es limitado y creemos que es mejor ir ganando latitud hacia el Norte.

En principio hemos tenido viento, unos 10 nudos, en un descuartelar, que me ha permitido reducir revoluciones a 1000, de manera que la vibración y el ruido es menor y mi gusanillo se relaja, pero luego el viento a rolado a la vez que ha subido y nos ha obligado a recoger Genova y subir las r.p.m. para no perder velocidad y poder llegar on time al fondeo. Hoy también hay más mar, seguramente anoche se cumpliría la previsión, aunque nosotros dentro del puerto tan protegido que es Livadhi no nos enteráramos. Vamos dando pantocazos y Ferdy se ha mareado un poco al bajar a cocinar. Me cachis!.

Por suerte el viento volvió a subir y pudimos de nuevo bajar r.p.m. y sacar de nuevo todo el trapo. No llegamos a parar motor porque Ferdy cree que es mejor que lo mantengamos cargando las baterías, pues desde que zarpamos no hemos conectado el tomatierra y la nevera consume bastante. Es curioso que aquí todos los puertos te ofrecen luz y agua gratis, suponemos que son públicos, pero por el contrario, no hay gasolineras, tienes que ir a una normal y pedirle que te traigan el camión para llenar, ni hay marineros para ayudarte a los atraques, pero entre unos y otros nos apañamos. Por lo menos en esta época que todavía hemos encontrado muchos veleros navegando y casi todos de charter.

Me puse yo a la rueda, dando un respiro al piloto automático, pues teníamos bastante ola, y los pantocazos y el viento, que ahora ya era de 16 a 18 nudos, hacía que Natasha intentara irse de orzada. Sin embargo yo la controlaba bastante bien y de paso distraía a mi gusanillo. Subimos el antirociones, porque alguna que otra ola nos llegó a la bañera, y estando a todo ello, vimos un gran vacaciones en el mar, por nuestra aleta de Er, y con rumbo de colisión. Nos mantuvimos observándolo un buen rato, nosotros íbamos a vela, era evidente que teníamos preferencia, pero no parecía que tuvieran intención de dárnosla, porque no rectificaron un grado su rumbo, por lo que cuando ya era evidente que colisionaríamos, propuse a Ferdy, a la vez que hacía, caer a Er para buscar su popa y dejarle pasar, él tenía que amollarme velas rápidamente pues iba con las escotas en la mano, y así una vez más comprobamos que lo que impera es la ley del más fuerte, y no pude evitar recordar el libro “El cazador de barcos”, que narra como un mercante arroya y hunde a un velero sin pestañear, ni quizás, ¡ser consciente de ello!.

Nada más alcanzar su estela, volvimos a cazar velas y poner rumbo a Ornos, un fondeo en la cara Sur de la isla de Mykonos, como nos recomendó Alexis, pasando de entrar en el gran puerto de la ciudad, aunque según la guía estaba a menos de 4 km, por lo que pensé que sería una buena idea volver alquilar una moto y acercarnos a ver la ciudad.

La cala era profunda, aunque no muy protegida, pues en la zona central, la orografía bajaba prácticamente a ras de playa y se podía divisar al otro lado, también de agua.
Dos veleros más estaban allí fondeados, un Sun Odissey 54 de alemanes y un Bavaria 46 de Norteamericanos. Estos últimos formaban bastante escándalo bañándose alrededor del mismo.

Bajamos rápidamente la dingui y le pusimos el motor, para bajar a tierra y ver si había rent a bike, aunque existía como alternativa, según la pilot, línea de autobús cada hora.
La playa estaba llena de Tabernas con sombrillas y hamacas, con bastante estilo en la decoración. La zona era bastante turística, la montaña se veía salpicada de chalecitos y bungalows, aunque eso si, todos blanquitos, siguiendo la línea arquitectónica típica de aquí.

En esta ocasión solo conseguimos una scutter de 50cc, pero sería suficiente, dijo Ferdy. Rápidamente nos fuimos a dar una vuelta con ella y controlar el camino a la ciudad de Mykonos, que como nos habían dicho, estaba a poco más de 3 km. Mucho turismo y en cuanto divisamos la bahía, pudimos comprobar que como nos había advertido, estaba llena de grandes barcos de crucero, amarrados y fondeados. Por eso dicen que no es agradable amarrarse en él, por las olas que forman estos enormes barcos cada vez que entra o sale uno.
Nos volvimos al barco para pegarnos una duchita y ponernos de niños guapos, aunque finalmente cenaríamos en una de las Tabernas de la playa y luego ya nos acercaríamos a la ciudad a ver su ambiente nocturno y tomarnos algo.

Como esperábamos, estaba infestada de turistas, seguramente la mayoría, viajeros de los grandes cruceros. Todas sus calles blancas y sus puertas azules o rojas. Cuidadas pero conservadas como en sus orígenes. Como a flautista de Hamelín, seguimos la música que nos llegaba de una gran plaza, y acabamos en el local de music de moda. Con una gran terraza con vistas a la bahía, donde nos tomamos una copa antes de retirarnos. Dejaríamos el callejeo para mañana por la mañana, con sol, antes de zarpar hacia Syros.

El viernes 1 de octubre, amaneció nublado y fresquito, así que el chapuzón en pellejillo matinero no era apetecible, a pesar de que salimos dispuestos a ello, ya que no todos los días estábamos fondeados y por tanto no era posible. Nos vestimos, algo más abrigados de lo que estaba siendo habitual y nos bajamos a la playa con la dingui a buscar nuestra moto y hacer turismo por la ciudad.

En lugar de aparcar la moto, callejeamos directamente con ella despacito, y por simple orientación, acabamos en una plaza junto al mar, donde se encontraba una de las iglesias o templos, no sé muy bien como las denominan los ¨“ortodoxos” que creemos que son la mayoría de griegos. También estaban los molinos de viento, así como las famosas casas con sus balcones colgando sobre el mar, que aparecen en todas las postales de Mykonos.

Había un gran restaurante con marisco y se nos ocurrió la extravagancia de almorzar unas ¡gambas con champán!. Eran solo las 12h cuando nos fuimos de nuevo para el barco, dando por vista la ciudad de Mykonos, un gran centro turístico sin duda.

A las 12:30HRB estábamos subiendo el ancla y diciendo adiós a Mykonos, rumbo a Syros , unas 22 millas, que se quedan en apenas 12 millas, una vez rebasas Dylos por Br y pones rumbo directo a su puerto principal, Ermoupolis. El viento se mantenía en unos 12 a 14 nudos, y ahora al poner rumbo, lo teníamos de través a aleta, amurados a Er, por lo que la navegación era muy placentera, como le gusta a Ferdy, ¡nada de ceñir como los pobres!. Lorenzo también consiguió deshacerse de las nubes y empezó a calentar nuestros cuerpos, los que habíamos dejado medio desnudos, tras el chapuzón que si nos dimos en pellejillo al regresar de la ciudad.

Desde lejos se divisaban sus dos colinas, coronadas por sendas iglesias, una con cúpula redonda y la otra de líneas más cuadradas. Los colores no eran blancos, sino amarillos, salmones, dando una imagen de más ciudad señorial. El muelle para atracar está al fondo por su banda de Er. Solo habían otros 3, así que pudimos elegir libremente, y despacito, iniciamos la maniobra, de nuevo Ferdy con mando del molinete en la mano y yo al timón, intentando mantener recta la marcha atrás de Natasha. Nuevamente un gentil vecino, nos esperaba a orilla del pantalán para ayudarnos con las amarras, sorprendido una vez más, de ser una mujer la que llevara la caña. Ferdy me felicita cada vez que terminamos la maniobra, orgulloso del buen equipo que hacemos y de que miren extrañados, a su mujer .

Las mesas de las terrazas estaban hasta la misma orilla del muelle, por lo que en cuanto terminamos de comer, nos fuimos a la proa, en busca de un poco más de intimidad, mientras el sol desaparecía por las colinas de Syros, después de un largo día de lucha con las nubes. De fondo, música típica griega, de algún local donde se habían dado cita una banda que vimos pasar de auténticos lugareños.

Al anochecer nos pusimos guapos y nos fuimos a pasear, para conocer la ciudad. También tenía calles estrechas, pero las construcciones eran más señoriales, y el color ocre de la piedra predominaba.

Lejos de las turísticas terrazas del puerto, cenamos en un restaurante frecuentado por griegos, con un buenísimo vino tinto, recomendado por su amable dueña y volvimos paseando hacia el barco. Ahora las terrazas, casi todas convertidas en pub de copas, estaban a rebosar de gente, la música moderna y discotequera salía de un par de locales, y aunque eran los más visitados, nadie bailaba, solo copeaban. A las 24:00HRB, con las brujas, nos rendimos a Morfeo. Es lo que tiene adaptarse al horario europeo.

El sábado 2 volvió a amanecer nublado, puntualmente a las 8:00 a.m., como quedamos, nos pusimos en pie para soltar las amarras y poner rumbo a Kea, más de 40 millas, unas 8 horas. Nuestro último WP antes de regresar a Lavrion y devolver a Natasha.

Parece que el viento nos acompaña, pero también la mar, olas de través de un metro bambolean al Natasha y hace imprescindible que cojamos el timón, pues su piloto automático no puede negociarlas. Las primeras 5 millas solo con la Mayor, el viento es NE unos 14 nudos pero no nos da ángulo suficiente, el Natasha no ciñe con menos de 40 o 50º, pero ya al arribar a Punta Kalogeros, sacamos Génova y reducimos máquina, tenemos otras 5 millas hasta salir a mar abierto entre Syros y la pequeña isla de Gyaro que la pasamos muy cerca por nuestro través de Er. Seguramente es por ello y por su posición que nos da cobijo del viento y nos quedamos a 0, pero también el mar está ahora como una balsa, así que recogemos Génova, llevamos la Mayor a la vía y subimos r.p.m. al motor para no perder nuestra media de 6 nudos de velocidad. Sin embargo en cuánto la rebasamos y volvemos a salir a mar abierto entre esta y Kea, la ola de través está de nuevo aguardándonos y el viento que ahora es de más de 22 nudos, nos obligan a llevar Genova y Mayor con dos rizos. Bajo a por mi chaqueta de agua, Ferdy no se la ha quitado en toda la mañana, está nublado y desapacible. Yo empecé poniéndome el pantalón de agua, pero en cuanto Lorenzo hizo un pequeño amago de salir me lo quité enseguida, pero ahora, preveemos que va a llovernos, el horizonte se torna cada vez más oscuro. Justo a tiempo bajo el pequeño Notebook y empieza a chispear. Cojo el timón, escribir con esta desagradable ola de través a sentado muy mal a mi gusanillo y necesito concentrarme a la rueda. Además al piloto automático éste le cuesta mucho con la ola de través y si consigo ir negociándolas ganaremos tiempo y velocidad y procuraré no bambolearnos tanto.

Bromeamos con lo raros que somos, quien nos viera, de luna de miel, comiéndonos rociones, lluvia, con trajes de agua, vamos, toda una postal de temporal, nada a lo que se imaginaría cualquiera, de una parejita de luna de miel en una playita de un lujoso hotel tomando el sol…ja,ja,ja,…¡si que somos raros!, hemos suspirado por viento toda la semana y al final nos va a despedir bien, tanto Eolo como Neptuno, eso por evocarlos, ale!…claro, que Lorenzo no hacía falta que se fuera, pero claro, entonces no habría tenido foto con temporal…jajajá…

Finalmente arrumbamos al puerto de Nikolau, pues la cala en el Norte que tenía prevista no nos da resguardo. Alexis nos recomendaba además este puerto en su derrotero. Tenemos que darle bastante resguardo a Punta Perlegos, a pesar de que estamos rabiando por arrumbar hacia el Sur y poder tomar la ola por la aleta que será más llevadera. El Maxsea nos indica bajos. No hemos utilizado el ploter del barco, es un Garmin 182 en blanco y negro, y con el Maxsea y la guía Greek Water Pilot, que es buenísima para el detalle de los puertos, nos apañamos fantásticamente bien.

Es increíble el resguardo natural que son todos los puertos en estas islas. De tal forma, que no se ven desde fuera. En este, la referencia es un faro-ermita blanco a Babor, que te da la bienvenida a una gran bahía, con varios pequeños puertecitos para amarrar, o también tienes la posibilidad de fondear. Nos decidimos por lo último, por tener más intimidad, y lo hacemos de manera que no quedemos muy retirados para no tener que recorrer mucho con la dingui, si bajamos a tierra.

Es la más frondosa hasta ahora que vemos. Hay arbustos y hasta una pequeña playa con pinos. Todas las islas son muy áridas, la única vegetación que hemos visto son las de los jardines de algunas casas. El agua tampoco ha sido excesivamente clara, me refiero al color, supongo que por los fondos de poseidonea que abundan, porque limpia si que estaba y no hemos visto ni una medusa. Pero lo mejor de todas sin duda, ha sido la amabilidad de sus gentes.

Si hay algo que nos guste más a los navegantes que navegar, es observar las maniobras de nuestros vecinos. Supongo que desde el conocimiento o desconocimiento, observar e incluso puntuar la labor, como si de un concurso se tratara. Y eso hemos hecho hoy en la sobremesa, que han coincidido varios veleros y un gran yate de más 100 pies de eslora en este puertecito de Kea. Soplaban unos 10 nudos, por lo que tenían que contar con el abatimiento para calcular dónde echar el ancla y la intensidad de la arrancada. Alguno lo ha repetido hasta 10 veces, ¡increíble! Y ello junto con la espléndida tarde de sol que se ha quedado, tras ganar la partida Lorenzo a la nubosidad de todo el día, nos hemos puesto los trajes de baño y hemos despedido el día en la bañera, apunto hasta de darnos un chapuzón. Mas tarde bajaremos con la dingui, que ya hemos preparado, a las Tabernas del puerto para echar un vistazo. ..
Allí se ha repetido de nuevo la escena anterior, pero ahora con la complicación añadida de la nocturnidad. Alguno ha desistido y se ha quedado forndeado. Como nos hemos alegrado de haber tomado esa opción desde el principio, sobretodo porque mañana es nuestro último día y no podemos retrasar nuestra partida por tener anclas enrredadas.
Y así, según lo previsto, al alba levamos ancla dejando atrás este asombroso puerto de Kea y ponemos rumbo ya a la peninsula, al puertecito de origen, Lavrion. Nada más asomar la proa vimos que seguían soplando unos 15 nudos de NE que nos permitieron ir de aleta pero por poco tiempo, pues en cuanto hemos quedado libres del resguardo de la isla y el pequeño role que ha dado hacía Norte, hemos ido ciñendo para pasar dando suficiente resguardo al Cabo Trypiti de la isla satélite de Atenas, Makronisos, en el que el Maxsea marca un pecio!. Ha subido hasta 25 y hemos tenido que tomar un par de rizos a la mayor y al Génova y llevar el timón a mano, pues este piloto en cuánto hay ola y más viento no responde. Ferdy está acostumbrado a su Rebeca y lo nota todo muchísimo. Yo como voy rompiendo la mano en tantos barcos, casi que no me sorprendo ya de nada....jajaja....Pero al final, en cuánto hemos sobrepasado el Cabo, hemos caido y bajado con orejas de burro plácidamente hasta la bocana, con el solecito ya bien establecido, mientras que los que nos cruzábamos iban a pantocazo limpio y a motor, para salir del callejón que existe entre esta isla satélite y la peninsula.
De nuevo Ferdy me ha dejado al timón para la maniobra. El puerto estaba a rebosar, muchísimo movimiento de barcos entrando y saliendo, debe de ser día de inicio y fin de charters, hemos pensado, además al ser domingo y con tan buen día, pues suponemos que todo se ha juntado. Hay embarcaciones abarloadas y todo, pero encontramos un pequeño huequito al que le echamos el ojo, para calcular exactamente la distancia dónde echar el ancla. Ferdy me dice que haga una primera aproximación y luego que ya hagamos la definitiva, pero yo le digo que no, que adelante con el ancla abajo, y efectivamente, la clavamos y sin vacile lo meto finamente y sin tocar ni una defensa en el pequeño huequito, ante las atentas miradas de las tripulaciones de todas las embarcaciones. Nos felicitamos mutuamente una vez más por la maniobra, por la coordinación de ambos para que la cadena quede justa y tensa, ciertamente es cuestión de práctica y llevábamos una semana sin cesar de practicar.
A la satisfacción de la maniobra bien hecha pronto le siguió la aceleración para recoger todo, ducharnos, despedirnos del armador y salir disparados en un taxi hacia el aeropuerto a coger nuestro vuelo hacia Barcelona, luego un coche de alquiler hasta Valencia. Hoy viajaríamos en velero, avión y coche, solo nos faltaba un trenecito!....jajaja....

Comentarios

Entradas populares de este blog

POR FIN EL CANAL DE PANAMÁ

VOLVIENDO A LAS PITIUSAS CON AMIG@S

CARIBE CON EL MAVERIK