TRASLADO ABORTADO

La idea era trasladar al Libertyenlamar a Valencia, dando un bordo hasta Ibiza primero, pero nuevamente el fibrero y el velero no habían terminado su trabajo, así que mejor volveríamos allí para que terminaran, ya que se habían puesto, no iba a llevármelo a mitad……pero la singladura a las islas la haríamos, si la meteo nos lo permitía, porque también se tornaba contraria. Temporal de Levante toda la semana, hacia prever mucha mar de fondo y además seguía durante todo el día de mañana sobre las islas, por lo que cruzar a primera hora como teníamos previsto no parecía muy buena idea. Así que una vez más, cambiamos nuestros planes, por causas de tierra, por causas de mar.

Arribamos ya entrada la noche, Ferdy nos esperaba en la tienda de náutica, junto al Libertyenlamar. Primeras presentaciones del barco a Leles, Manolo y Helena, nuestros invitados, y como Ferdy tenía ya toda la compra estibada y todo, nos dispusimos para cenar en el living del barco, para ir haciéndonos a su vaivén. Leles había cocinado una estupenda coca y una kitchen, y unas longanizas con vinito y pimiento bueniiiisimas.

Breve tertulia para planificar el día siguiente, que intentaríamos navegar, aunque no pudiéramos hacer el cruce, intentaríamos ganar todo el norte posible, para cruzar al día siguiente desde más arriba. Mirando el Maxsea, comprobamos que había exactamente las mismas millas si poníamos rumbo directo desde Campello a Ibiza, como si lo partíamos en dos, una travesía hasta Moraira y luego de allí a Ibiza, unas 90 a 100 millas.

Sin prisa pero sin pausa, nos levantamos el sábado y entre sol y nubes soltamos amarras, primero para dirigirnos a la gasolinera, donde el calado está muy justito, por lo que estuve preocupada y lo saque marcha atrás por si acaso, no sé si la sonda me daba error pero solo marchaba 2,5 y el Libertyenalamar cala 2,40m, así que salí de allí con el culo bien apretado por si acaso!!.

Ya fuera, izamos Mayor y pusimos rumbo, no teníamos mucho viento, por lo que no podríamos parar el motor, pero si conseguíamos tener por lo menos la mayor, podríamos estabilizar un poco más el barco del balanceo que el mar de fondo esperado le producia. Intentamos sacar incluso la Génova por un momento de ilusión mía, pero duro bien poco, no había suficiente viento, además una nube negra en el horizonte, nos garantizaba que el temporal seguía presente allí en medio en el cruce hacia las islas, amenazando con darse la vuelta y pillarnos. Queríamos subir hasta Moraira para cruzar al día siguiente, así que muy a mi pesar y sobre todo para que no sufriera de más la vela, tuvimos que arriar de nuevo, incluso la Mayor, y seguir a palo seco.

Al paso por Benidorm nos hicimos el sagrado ángelus, sorprendiendo a la tripu con cervecitas, papas etc. Todavía nos encontramos a veces, con alguna cara perpleja cuando propongo hacer el ángelus religiosamente a las 12 a.m., supongo que no me imaginan rezando…..jajaja

El motor empezó a hacer un ruido extraño, me asomé por la borda y vi que no salía agua, la temperatura había subido, empezó a pitar la alarma de esta y se paró. Entonces tuvimos que izar de nuevo velas para no quedarnos a la deriva, mientras Ferdy echaba un vistazo para descubrir rápidamente que estaba cerrada la llave del agua para refrigerar. Menos mal que es buen mecánico, bueno, es bueno en todo o sabe de casi todo…..la mecánica es mi gran asignatura pendiente, entre otras, pero esta es la peor. Supongo que iré aprendiendo a base de averías, ya se lo que es el impeler, ahora la llave para refrigerar y que el chorro debe ser fuerte y potente por el desagüe de la amura, etc. Percance superado, seguimos a motor y vela, ya nos quedaba poco y preferíamos comer ya atracados. Así que en cuanto vimos la bocana de Moraira en el último bordo, llamamos por radio para pedir amarre.

Nos enviaron al marinero para ayudarnos a la maniobra, que fue de través en el muelle de espera que hay entrando a babor. Pero como prefiero dejar siempre la proa mirando a la bocana, di una virado en redondo para amarrarnos por nuestro costado de Estribor. Algún otro velero había ya, y al final del día estaba todo el muelle de espera lleno, pero ninguno tan bonito como el Libertyenlamar. Recordé la de veces que había amarrado allí con otras embarcaciones, incluso con el Rebeca, y con los amigos de Santa Pola, en el Sendra de Marian, acudiendo Ferdy por la noche para invitarnos a cenar al peke y a mí, era el principio de nuestra relación, aunque entonces todavía no lo sabíamos.

Toda la tripulación ayudó a la maniobra y luego a preparar para comer. Éramos dos parejas de adultos, así que nosotros nos encargábamos de la cocina y la pareja de jóvenes adolescentes de la fregada. Eso sí, todos colaborábamos para las maniobras y en la navegación como un único equipo.

Así lo hice saber cuando nos dimos cuenta tras el atraque, que el tope de la driza del Génova se había desprendido del palo y colgaba golpeando el stay. Ferdy busco rápidamente ayuda en Manolo para encargarse, pero yo propuse que colaboráramos todos y todos supiéramos que había pasado y como se solucionaba. Así que la siesta fue sustituida por la maniobra de bajar el Génova, y cambiar su driza por la del Spi, como lleva dos, aunque tuviéramos oportunidad de sacarlo no habría problema podíamos prescindir de una de ellas.

Finalizada en un plis plas, con tantas manos precisas, al piano, en proa, etc. Todo se hace más sencillo. Y aunque no son precisamente machistas ni Ferdy ni Manolo, inconscientemente supongo que les salió inicialmente excluirnos, aunque como reconocieron después, era mucho mejor así, todos aprendemos y todos sabemos lo que puede pasar y como se soluciona.

Por la noche decidimos bajar a tierra a cenar, Leles preguntó a una amiga suya, lugareña, por alguna referencia buena, y la verdad es que acertamos, en una pequeña taberna andaluza de reciente inauguración, donde tomamos un variadísimo picoteo. Una breve copa en la terraza chill-out del club náutico antes de seguir a la parejita de adolescentes que prefirieron adelantarse a nosotros, pero que aún estaban despiertos, presos de las nuevas tecnologías, cuando arribamos al Libertyenlamar.

No pudimos hacer la entrada del barco al arribar, así que tuvimos que esperar a que abrieran la oficina a las 8:30 a.m. para poder zarpar rumbo a Ibiza. El poco viento que había era de tierra, por lo que me abatía contra el pantalán, así que aunque inicialmente me había preparado Ferdy la maniobra como le dije, con un par de defensas en la aleta de Estribor para apoyarme y abrir la proa, no debí meter suficiente palanca al motor y el viento no me dejaba abrirme, así que al final rectifiqué y salí marcha atrás, esquivando la proa del que teníamos detrás. Y ya enderecé y enfilé la bocana.

Un tímido sol todavía, recibía el día, igual que la tímida brisa de tierra, aunque a mí se me antojara mucho más potente minutos atrás en la maniobra. Izamos vela en la cala que hay justo a la entrada de la bocana, con marcha atrás para mantenerme alejada de las rocas demasiado próximas. Y ya con toda la Mayor arriba, me dejé caer a Estribor para poner rumbo mar a dentro.

Cuando pasáramos el Cabo de Moraira pondríamos el rumbo exacto pero nos parecía que habría poca corrección que hacer. Los pekes, bueno no tan peques, amanecieron en breve, en cuanto fueron conscientes de que navegábamos. Curiosamente ambos con las mismas ganas de trabajar, directos al desayuno que empezaba a desfilar, unos cruasanes de chocolate recién hechitos que habíamos comprado al ir a la oficina del club a hacer la salida del barco.

Poco a poco el sol fue apretando y el viento subiendo, y en breve pudimos apagar definitivamente motor y navegar únicamente a vela, rumbo 81º, velocidad 6 nudos, nuestra posición era 38º42,46N 0º 22,80E, algo de escora y toda la tripu haciendo banda. El Libertyenlamar empezaba a lucirse y yo a disfrutar por fin de él.

Acabábamos de hacer el ángelus, así que sería poco más del medio día cuando avistamos una manada de delfines por nuestra amura de Babor, que rápidamente vinieron y se mantuvieron navegando junto



al casco del Libertyenlamar, en la proa, saltando y luciéndose ante nosotros. Todos o casi to

dos en el balcón de proa, silbándoles, en un intento de comunicarnos con ellos, aplaudiéndoles como a los acróbatas en el circo. Fotografías a doquier, video, y sobretodo, caras de alegría e ilusión, que es lo que producen siempre estos extraordinarios animales en toda tripulación a bordo de un barco al que deciden arrimarse. Parece también ser presagio de una buena y bonita travesía, y así lo percibimos.

La siguiente emoción fue divisar tierra, algo más que la intuición de Es Vedrá, ya veíamos perfectamente todo el skyline de Ibiza, no así Formentera, porque al ser más plana se tarda mucho más en divisar. Por nuestra popa empezamos a ver esconderse entre la bruma la península.

Respiré hondo, hacía mucho que no venía a las islas, creo que desde la penosa ruta del Canal del año anterior con la tripulación femenina y ahora me alegraba hacerlo con mi barco y rodeada de una tripulación que me quería.

Como el viento era de poniente, este lado de la isla no ofrecía resguardo fácilmente, por lo que estudiamos minuciosamente el maxsea y descubrí una calita pequeña, que la estupenda guía que tengo de Ibiza, catalogaba como tranquila porque no había chiringuito ni nada en tierra, más que los típicos garajes de las barquitas de pescadores. En frente estaba cala Jondal, con su mítico Blue Marine, pero esta no tiene reguardo sino que está abierta precisamente a W. Así que la elección fue acertada por Cala LLentrisca, solo dos o tres llaguts de pescadores fondeados y una pequeña motora que no tardó en levar su ancla e irse. Eran las 16:46 p.m. cuando acabamos la maniobra del fondeo. Estábamos en 38º51,82N 1º 15,37 E.

Rápidamente, antes de que desapareciera el sol, nos pusimos nuestros trajes de baño, y los que teníamos, el neopreno, para tirarnos a probar el agua y darnos, quizás, el último baño del verano.
Algo fresquita, pero no tanto como la esperábamos, algunos valientes sin neopreno también se arrojaron, y todos nadamos alrededor del Libertyenlamar. Varias vueltas le di, observándolo embobada, sobretodo su proa, con sus dos ojitos griegos que parece querer hablarte, ha quedado precioso, y elegante y con toda una nueva personalidad.

La noche fondeados fue tranquila, la malísima película de miedo que pusimos en el portátil nos envió rápidamente a dormir, por lo que al día siguiente, con las primeras luces ya estábamos en pie. Leles y yo salimos las primeras y ni cortas ni perezosas, nos despojamos de nuestros pijamas y nos tiramos en pellejillo. Grata sorpresa me llevé al sumergirme y comprobar que estaba si cabe, más calentita que la tarde anterior con el neopreno. Con el ruido aparecieron como ratones a la música, el resto de la tripulación, aunque no pudimos conseguir que los pudorosos adolescentes se desprendieran de sus bañadores, pero finalmente todos tomamos nuestros baño matutino antes de desayunar y subir el hierro para poner rumbo a Espalmador.

Seguía soplando W, así que fuimos en un tranquilo largo a vela, a poco más de 4 nudos de viento. No teníamos prisa y apenas 8 millas que recorrer. Helena y Leles en proa, rendían sus cuerpos a Lorenzo y sumergían sus mentes en los libros. Ruben se hizo con el timón poniéndole realmente interés en no perder el rumbo y de paso salir en las fotos que le hacía, como un experto patrón.

La crisis ha acabado con las boyas que había en Espalmador para preservar la posidonia. Nadie que las mantenga las hace inefectivas, pues los navegantes dejamos de fiarnos de ellas, así que las han retirado, ahora cada uno echa el hierro donde puede. A pesar de ser ya temporada baja, contamos 15 veleros fondeados en este pequeño paraíso de arena blanca y aguas turquesas. Aunque por desgracia, lo primero que vimos es que había medusas, de esas pequeñas y moradas, que son tan asesinas, así que solo podríamos cargar nuestras pilas con el ángelus, y bajar a tierra remando con nuestra viejecita dingui. Y así lo hicimos, turnándonos para no agotarnos en exceso ninguno, e intentando equilibrar los pesos y las remadas para no dar vueltas como una peonza. Llegamos a la orilla y nos adentramos en la isla en la búsqueda de la laguna de barros medicinales por la que es famosa. Aunque solamente Leles y yo tuvimos el valor de quedarnos como nuestras madres nos trajeron al mundo y embadurnarnos de cieno hasta los ojos!. La peste es horrorosa, pero luego te deja una piel suave como terciopelo. Así que tan orgullosas y como dos alienígenas verdes, nos dirigimos de retorno a la playa, para hacer un rebozado final con la arena blanca de la orilla antes de sumergirnos en el agua para enjuagarnos.

De vuelta ya en el Libertyenlamar, decidimos poner rumbo a Ibiza para pasar la noche e intentar buscar al día siguiente en tierra la correa que se nos había roto en el motor. Habíamos notado que al meter gas patinaba y en una rauda revisión Ferdy había diagnosticado la correa del alternador. Otra lección de mecánica aprendida.

El viento se mantenía en unos 6 a 8 nudos, así que subimos el Henaker verde y con cuatro breves instrucciones, montamos la maniobra y navegamos en match race con un velero Alemán de 50 pies con fornida tripulación, que preservaron su orgullo por la inmediatez de la bocana que nos obligó a arriar velas y poner motor para solicitar amarre.

Una más que breve parada en la gasolinera para los papeles, que como puerto nuevo que son, hicieron minuciosa y lentamente, antes de asignarnos amarre por unos 80€ casi el doble que Moraira, eso sí, con unos baños nuevos de ensueño en su dársena.

Aprovechamos para ponernos nuestros trajes blancos ibicencos y salir a cenar por Ibiza city. Cogimos la golondrina que hay en la Marina y que te cruza la dársena, para ahorrarnos el paseo de media horita andando que reservábamos para después de la cena. Un Martini mientras lo esperábamos, en una terracita chill-out desde donde divisábamos todo el casco antiguo y su castillo con las luces ya de la nocturnidad. Un impresionante velero clásico, distraía mi mirada al estar atracado justo el primero de la dársena.

A la mañana siguiente, según lo acordado, Ferdy se fue a la búsqueda de la cadena para el motor, mientras los demás baldeábamos, cocinábamos y hacíamos nuestros deberes varios, para poder zarpar en cuento el regresara.

Eran cerca de las 13h cuando lo hacíamos. En la bocana un par de vacaciones en el mar aguardaban para entrar. El viento era ahora de unos 15 a 18 nudos, así que salimos con un rizo en la Mayor en un través que fuimos cerrando para pasar los Freus. Varias viradas casi perfectas con tan ya entrenada tripulación, y ojo avizor a las marcas y a las cartas, por la cantidad de bajos de toda esta zona y los Freus, hasta quedar liberados de ellos y poner rumbo a otra pequeña calita que habíamos localizado con resguardo de poniente pero en el lado W de la isla, para ya desde allí emprender la travesía de vuelta esta noche.

A las 15:15h arribamos a Cala Yack 38º50,08N 01º22,70 E, un ermitaño como único observador en la playa. Las más valientes se tiraron e hicieron snorker hasta un lugar próximo ya a tierra donde divisaron un enorme mero. Los demás no nos alejamos del barco, no tenía mucho reguardo y el oleaje nos afectaba, además de un bajo que velaba en proa que hacía que no bajara mi observación y vigilancia al borneo del Libertyenlamar.

Esa tarde no nos perdimos la puesta de sol, en proa, con un Gin salinizados, y el libro de Arturo Pérez Reverte, “los barcos se hunden en tierra”, que me estaba sorprendiendo gratamente. Esa noche con la salida de la luna llena, poco antes de las 22 HRB subiríamos el ancla para poner rumbo a la península de nuevo.

Repartimos las guardias entre las 3 parejas. Sería el estreno de los adolescentes, que ya daban la talla de sobra como válidos tripulantes. Empezaría Manolo y Helena hasta las 03 a.m., le seguiríamos Leles y yo para finalmente acabar Ferdy y Ruben.

Todos lo hicieron fantásticamente, anotando la posición cada hora. La travesía la hicimos a motor básicamente, no había nada de viento. Durante mi guardia un par de estrellas fugaces que me hicieron lanzar mis más fervientes deseos a corto plazo y hasta un meteorito, como una bola de fuego, vimos sumergirse en el agua por el horizonte. Por la radio oímos varios MD- MD por el avistamiento de una bengala frente a la ciudad de Ibiza, pero nadie parecía encontrar nada ni nadie en apuros. La conversación era tan amena, entre dos buenas amigas que nunca tienen tiempo de hablar largo y tendido, que finalmente alargamos una hora más nuestra guardia, permitiendo que durmieran una horita más los siguientes. Luego nos devolverían el favor, sorprendiéndonos con un fondeo frente a la playa del hotel Montivoli, y poder darnos un chapuzón en las aguas totalmente calmadas y recibir el estupendo nuevo día con un potente desayuno americano.

Como en toda fantástica travesía, no veíamos el momento de poner punto y final, pero hicimos un esfuerzo y pusimos rumbo a la bocana de Campello. Nos asignaron un amarre distinto, pero marcha atrás despacito, lo atraqué sin mayor problema. Recogimos y lo dejamos todo preparado antes de irnos a comer, una fantástica paella en el restaurante la cueva, que cuelga en alto sobre el puerto y que por ello tiene unas vistas espectaculares de todo el club náutico y Campello.

Una breve siesta a bordo antes de emprender la carretera de vuelta y poner, ahora sí, el punto final, a una travesía que aunque no fue la planeada fue igualmente maravillosa, disfrutando de buena mar, de buen viento, y de buena gente de mar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

POR FIN EL CANAL DE PANAMÁ

VOLVIENDO A LAS PITIUSAS CON AMIG@S

CARIBE CON EL MAVERIK