47 CUMPLEAÑOS POR LA COSTA BLANCA

La vida es aquello que pasa mientras pierdes el tiempo haciendo planes........(Jhon Lenon).

Y así fue una vez más, había hecho planes, calculado travesía, mirado la meteo, ajustado aviones y ferrys de unos y otros para poder pasar una semana, con motivo de mi 47 cumpleaños, por mi querida Ibiza y Formentera con el precioso Libertyenlamar y así, despedirme de las pitiusas y de mi querido velero durante la temporada que iba a pasar lejos de él....


Para empezar la operación de vesícula del capi se retrasó y las heridas recientes y los puntos recién retirados pedían a gritos reposo y no navegación. Aun así, conocedor de mis ansias y de mi ilusión, accedió a embarcarse conmigo y con mi pareja preferida, Leles y Manuel, el viernes 4 de julio. El parte previsto era de unos 15 a 20 nudos de SE que nos permitirían cruzar ciñendo durante bastante tiempo hasta que nos alcanzara la calma chicha nocturna. El náutico estaba abarrotado de navegantes y de maravillosos veleros que habían llegado con motivo de la regata de la reina Sofia y como cada año se daban cita a principios de julio y durante unos 5 días.

Zarpamos con la caída del sol, con un rizo en la mayor, por si acaso el viento era mayor al previsto. El capi intentaba acoplarse en la bañera lo mejor que podía, pero cada pantocazo le cambiaba la cara, por el dolor de las heridas. Una ceñida rabiosa nos impregnó ya de adrenalina nada más empezar. Pero el Liberty es muy nervioso, y el viento iba subiendo, 20, 25 y hasta 30 nudos llegamos a ver, las olas nos barrían de proa a popa y la escora era para el sufrido capi, inaguantable. Con el último rayo de sol, a unas 12 millas de la bocana, decidí darnos la vuelta y dejar de hacer sufrir al capi y de que sufriera el barco o rompiéramos algo. Las olas para entonces ya eran importantes y el piloto no aguantaba, así que con mucho cuidado de no trasluchar, ya que ahora lo llevabamos de popa, aguanté al timón durante dos horas que tardamos en volver a enfilar la bocana del RCNV, surfeando las olas que ahora nos empujaban e intentaban revolver en cada una, como incitándonos a volver!. La música de la fiesta de recepción a los regatistas ya daba a su fin, aún así recibimos invitación y tentación de Rodri y Alberto que estaban allí, pero estábamos derrotados, así que decidimos echarnos a dormir y al día siguiente tomaríamos nuevas decisiones.

Lo primero fue avisar a Maribel para que cambiara su vuelo de Ibiza a Valencia, ya que la
esperábamos a la mañana siguiente, así que la esperaríamos en el club náutico y despediríamos al capi que finalmente decidió que nos seguiría por tierra. Además como la tripulación iría sumándose y restándose según pudieran liberarse de sus obligaciones, decidí finalmente hacer la travesía a Alicante bajando por la pintoresca Costa blanca. Así que, cuando llegó Maribel y Pura, zarpamos, no sin antes abarloarnos a la imponente Goleta Tirant de la FVCV y recoger también a nuestro querido "profe" Alberto, que a últimísima hora había podido rascar dos días libres y enrolarse. Ello me daba una tranquilidad añadida en ausencia del capi. Un hacerse rogar algo más largo de lo previsto, hizo que la GC parara a preguntarnos que hacíamos abarloados a semejante buque del heraldo público, pero justo en ese momento apareció él y saltó a bordo, por lo que sin más demora enfilamos la bocana, por fin, del RCNV, rumbo al sur. En todas las caras se perfilaban sonrisas y caras de ansias. Los recien
embarcados por haberse liberado por fin de las amarras de tierra, y los que ya llevábamos 24h a bordo, por ver el punto final al retraso del zarpe inicialmente planeado. La playa del Saler, el Perello, Cullera....se iban tornando color naranja con los últimos rayos de Lorenzo. Teníamos muy poco viento del SE, así que Mayor y motor rumbo al puerto de Gandia, así el profe podía empezar la travesía relajado, pendiente solo de asegurar quedar cubierto en la Goleta en los próximos dos días, e integrarse entre las nuevas caras amigas. Llegamos ya bien entrada la noche, yo recordaba este puerto por travesías pasadas con otros veleros pero nunca había entrado con el Libertyenlamar. Sin embargo no hubo problema, avisamos por radio de nuestra arribada y nos esperaba un marinero en el pantalan. Nos asignaron un amarre a estribor de un
gran yate de motor y nadie a nuestro Er, por lo que la clave estaba en tirar certera la amarra de popa Br al marinero y rápido la guía del muerto por Er para que no se nos atravesara. La maniobra salió perfecta y sin una voz más alta que otra, así que después de unas deliciosas hamburguesas, bañadas por el primer vinito de la bodega Cueva con la que Pura nos deleitaría toda la travesía y que en esta ocasión utilizamos para brindar por los años reciencumplidos de mi querida amiga Leles, nos rendimos a Morfeo.

A la mañana siguiente decidimos solucionar el problema  de la bomba de la sentina, que había dejado de funcionar, antes de zarpar. Así que el profe y yo nos fuimos a comprarla a una de las tiendas náuticas que hay cerca del náutico, mientras el resto de la tripulación arranchaba y aprovechaba para relajar sus cuerpos al sol por la proa del barco. En el primer intento no
lo conseguimos, no ajustaba bien, así que aprovechando el ofrecimiento del dueño de la tienda, gracias a la amistad que le unía a Alberto, vino a echarnos una mano hasta que conseguimos que quedara ajustada y funcionando. Era pues más de mediodía cuando decidimos soltar amarras y seguir nuestra travesía. Nuestro próximo WP sería la marina de Denia. El viento ya habia subido a esas horas, por lo que la salida por la estrecha bocana interna, al encontrarnos a otro velero en rumbo encontrado, hizo que por un momento temiera temer el gobierno del Libertyenlamar, mientras cedía el paso al que entraba. Al grito de un poco más de motor y todo el timón a Er que me apunto el profe, conseguí que no me abatiera y salir alegremente de dicho embudo. Fuera nos recibían unos 18 kn de SE y borreguitos en el mar, por lo que prudentemente pusimos ya un rizo en la Mayor, pero como el Liberty es muy ligero y la escora era muy pronunciada acabamos poniendo también el segundo. Así, con dos rizos en la Mayor y el Génova, hacíamos puntas de 7 nudos de velocidad y entonces si, el profe aprovechó para animar a todas las grumetillas a que pasaran por el timón, tomando así seguridad y alejando los miedos y dudas que siempre infunden a una tripulación poco experta, una gran escora. Ya con la caida del sol,
enfilabamos la bocana de Denia, pidiendo amarre en la marina, entrando a Br, cuyos servicios e instalaciones son mucho mejor que los del CN y más calado que el Portet. Para Alberto llegaba ya el final de su breve tiempo libre y nos anunciaba que se iria en bus de vuelta a la ciudad esa misma noche, Fernando venia para cenar con nosotros, pero de nuevo se desembarcaria por la mañana y nos seguiría por tierra por todo el tramo del Cabo de la Nao hasta Moraira, donde desembarcarian Leles y Manolo y se incorporaría Rodri. Así que la cena fue intima de nuevo en el pantalán, pero no sin las ya habituales buenas galas ibicencas con las que despedíamos todos los días, acompañadas de unas buenas risas que, en esta ocasión, me hicieron mearme, literalmente, encima.!

Según lo acordado a la mañana siguiente, en cuanto estuvimos arranchados, nos soltó amarras el capi y dijimos adiós hasta nuestro próximo WP en Moraira. El viento seguía estable de SE pero más
moderado que el día anterior, lo que agradecí al tener minorada la tripu de expertos. Iniciamos a motor nuestro paso por el Cabo de la Nao, desde donde divisamos saludos del capi desde su cima y algún que otro flas de cámara, pero en cuanto subió un poquito, navegamos plácidamente a vela con Genova y Mayor hasta arribar a Moraira, donde recogimos al capi en la  gasolinera para salir y
fondear en la calita previa a su bocana y poder darnos un chapuzón e incluso hacer algo de snorkel por la pared rocosa del cabo de Moraira. Momento que agradecí sobre todo por Leles y Manuel ya que a la mañana siguiente desembarcarían con Fdo de vuelta ya a Valencia. Por ello para dormir entramos a amarrar al puerto, además quería bajar a tomar unas copas y brindar por mis 47 años cumplidos a una preciosa terraza chill-out que corona el rte del club náutico.

Momentos antes de bajar me sorprendieron regalándome una
original pulsera de tous que me encantó, pues los abalorios son una de mis debilidades, que voy a hacer ¡si me encantan!, aunque mi mejor regalo, como les dije, era la presencia de ellos y su participación en esa semanita marinera que procuraba ya instaurar todos los años, con motivo de mi cumple.

Al día siguiente Rodri se hizo de rogar más de lo deseado y esperado, así que nuevamente salimos al mediodía, nerviosa ya de tanto esperar y con el viento del mediodía que ya había subido, me costó un poco sacar al Libertyenlamar de su amarre en el muelle de espera, al que estábamos abarloados y encajonados entre otros dos veleros. Y siempre por falta de meter más motor. En esos momentos las palabras del capi resuenan en mi mente, " alegría con el motor, no pierdas el gobierno nunca" y que razón tiene. En fin, finalmente lo logre y navegamos a vela en un rumbo de través hasta llegar a la bahía de Altea, donde pensamos fondear en las boyas que hay al Sur de ésta frente a la bocana del club para comer. Pero el viento del E hacia que
entrara bastante ola y el barco se movía mucho. Al intentar coger la boya el bichero se les cayó, así que Rodri en un alarde de galantería y sin pensarlo dos veces,  se tiró de cabeza para recuperarlo. No debió de caer muy bien, eso y lo que luego le costó subir por las escaleras de popa, nos lo dejó caos en su primera maniobra. Tanto, que se acostó una vez finalizado el amarre, perdiéndose el sunset en la piscina del club e incluso la salida nocturna, por el que me consta, considera uno de los pueblecitos más encantadores de la costa alicantina y en el que en tantas ocasiones hemos disfrutado juntos, de su animada vida nocturna.

Para variar a la mañana siguiente conseguiríamos soltar amarras a una hora prudencial. Tras reponer de hielo las neveras del Liberty y darnos las correspondientes duchas matineras, devolver la tarjeta y recoger la fianza entregada, etc. El capi se había marchado temprano y nosotros nos dispusimos a
zarpar, con Rodri ya muy recuperado, de lo que al parecer habia sido una mala pasada de las cervicales y el vértigo (le dijo su hermano médico). Un precioso cisne blanco vino a darnos los buenos días y augurarnos una buena travesía, no sin antes hacer una de jaimito y engancharme con un muerto en la dársena que obligó a los marineros a venir con su plataforma a echarnos una sabia mano. Ya liberados, y según lo previsto, teníamos viento suave del E/NE, por lo que podríamos navegar a vela tranquilamente, de un través a un largo, por la preciosa costa acantilada que discurre entre Altea y la isla de Benidorm. Donde nos enganchamos a una boya para comer y darnos un chapuzón.

Habíamos quedado en recoger al capi en Campello, pues ya se encontraba muchísimo mejor de sus heridas y se aventuraba a embarcar para el resto de la travesía. Y así lo hicimos y después de comer entramos en la archiconocida bocana de Campello para acercarnos y recogerle en la gasolinera, navegar durante una horita mientras disfrutábamos del sunset y fondear en el Norte del  Cabo de Huertas, donde la casi ya luna llena y el componente SE del viento,  parecía que nos dejarían pasar una tranquila noche. Olía a final y por ello queríamos exprimir y alargar los ratos en el mar más que en tierra. La idea era que al despertar, sin las demoras que siempre supone soltar amarras en un puerto, pusiéramos rumbo a Tabarca. Además de poder disfrutar del baño matinero en pellejillo que tanto me gusta y que iba a ser el único de toda la travesía. Así que
tras el mismo, vela y motor primero, y luego conforme avanzaba la mañana y con ella el  viento, Genova y Mayor y paramos el motor, arribando a Tabarca para el ángelus. Llamamos para reservar a uno de los restaurantes que allí tienen servicio de dingui para venir a recogerte, era más cómodo que bajar la nuestra, el motor, etc. Así, como señoritos, bajamos a tierra a dar cuenta del famoso caldero de Tabarca. Primero te sacan en una cazuela de barro el pescado con unas patatas guisadas y luego un arroz seco en paella que esta hecho con el mismo caldo. Para chuparse los dedos y explotar los botones!! Pero había que consolarse con algo para apagar el dolor que supone la proximidad del final de cualquier buena singladura y esta al final, lo estaba siendo.!

Esa misma tarde ya pusimos rumbo a Alicante, en el RCRA nos aguardaba un amarre, gracias a la intermediación de nuestro amigo velero y miembro principal del equipo de los JASP, Alejandro. Y que justamente nos encontramos allí acompañado, como no, de su inseparable y entrañable proa,  Frank, dando cuenta ambos de unos Gin tonics, tras una regata en la que habian participado.

Maribel cogió su vuelo para Barna, el resto, Pura, Rodri, el capi y yo, nos quedariamos una noche más para despedirnos del mediterraneo con la preciosa  Luna completamente llena que por fin ya teníamos y poder al dia siguiente arranchar, quitar velas, limpiar, y dejar a mi querido Libertyenlamar invernando durante una buena temporada......

Cómo suspiro por él y cómo me ha gustado recordar esta travesía tras estos meses pasados. La distancia sin duda afecta, pero no le resta un ápice a las emociones que mi mente y mi alma, rememoran al escribirlo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me ha encantado Pepa. Gracias por compartir este recuerdo.

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