VOLVIENDO A LAS PITIUSAS CON AMIG@S

De nuevo a bordo del Ocean Diva, soltábamos amarras con el sunset rumbo a Ibiza, dónde arribarían por avión los amig@s, primero un grupo del Tardeo y después otras amigas. Esta vez me cedió el honor de sacar yo de su amarre al Ocean Diva. El parte una vez más era de viento del Garbi, que no nos permitiría navegar a vela, salvo que cambiáramos nuestro rumbo a Francia o a Marruecos, jajaja, asi que de nuevo Mayor y motor, y cruzando los dedos, para que Manolo, el piloto automático, no se declarara en huelga, pues con el viento y el mar en contra, es muy probable que lo haga y 15 horas a la rueda pueden hacerse interminables. Disfrutamos de un bonito sunset por nuestra popa, donde poco a poco se desdibujaba el skyline de Valencia y sus grúas del puerto. La noche fue tranquila, hicimos un par de turnos de 6h para cubrir la nocturnidad y la única novedad fue un PAN PAN que escuchamos por radio, alertando de dos embarcaciones a la deriva con unas 20 personas a bordo cada una, pero su posición, 37ºN era mucho más al Norte que nosotros, que nos mantenemos en latitud 39º, me pareció extraño pero parece ser que últimamente están subiendo más al norte y no es extraño, incluso parece ser que los avisos los dan los propios traficantes, cuando ya los dejan a su suerte hacen una llamada anónima con la ultima posición y de ahí el aviso que lanza Salvamento Marítimo a toda la flota de navegantes por si alguien los avista. En toda mi vida de navegante nunca me he encontrado con ninguna y cruzaré los dedos para que asi siga siendo, pues no debe de ser nada agradable vivir esa experiencia. Como anunciamos, arribamos a Cala Tarida más o menos para el ángelus, pero la primera tripulante nos avisó que no llegaría hasta el mediodía, asi que ello nos regalaba un par de horas para descansar y arranchar bien el barco antes de recibirla. Una vez más nos recibieron las aguas turquesas de esta cala y rápidamente ambos nos tiramos al agua, primero para revisar el ancla y segundo
para revisar que no hubieran medusitas. Y ambas investigaciones fueron positivas, asi que toldo y hamaca fue lo siguiente que montamos. En cuanto ella llego y nos avisó, se dirigió el armador hacia la playa a recogerla, por la entrada de la playa, pues la del pequeño embarcadero de roca estaba a tope de gente tirándose al agua y lo veía menos seguro. Pero el motorcillo de la dingui le falló y les toco volver a remo, menos mal que no había viento, porque ella no podía remar por la lesión de un hombro y tuvo que currarse la mayor parte del trayecto él solo. Unas coronitas fresquitas y un chapuzón fue el premio cuando llegaron, además de la comida preparada, para poder relajarnos a Morfeo después, uno en su camarote, otra en la bañera y yo, como siempre en la hamaca. Y por la tarde, despedimos ambas al sunset desde la proa con dos copas de cava.
Era ya bien entrada la noche, sobre las 22h cuando llegaron los otros 3 tripulantes, una parejita muy pero que muy especial, y una nueva, pero ya muy entrañable amiga. Esta vez la recogida fue por el muellecito de piedra y como no, les recibimos con la cenita preparada, a la italiana, pizzas y vino rosado, aunque ya habían tomado algo en el aeropuerto dieron buena cuenta de ello y tras un ratito de tertulia para programar el dia siguiente dimos por finalizado el dia, ya con toda la tripulación a bordo. El hándicap de esta travesía es que había que ir eligiendo calas que tuvieran fácil el embarque y desembarque de la tripu, ya que la parejita feliz tenia que bajar todos los días para buscar un centro de salud y hacerle la cura a él que estaba todavía convaleciente de una operación de hernia. Asi que esta mañana, acordamos que tras desembarcarlos en cala Tarida, nosotros navegaríamos hasta Cala Jondal, donde los volveríamos a embarcar, la previsión era de viento flojo del NE y previsiblemente, tendríamos buen resguardo allí. El paseo fue mitad a vela, lo que pudimos, y mitad a motor, ya que el paso entre Es Vedrá siempre es extraño, no sé si porque se encañona o por la “influencia mágica” de este islote, pero allí siempre te puedes encontrar de todo, desde calmas chicas a fuertes rachas o roles. Asique siendo previsores siempre pasamos con el motor en marcha para no perder el gobierno, pero eso sí, dando buena cuenta del ángelus y de las distintas formaciones que tienen las rocas, echándoles imaginación para ver las figuras que la mano de la erosión ha hecho de ellas. El fondeo fue sin problemas, saliendo victoriosos del desafío con una motora que nos quería arrebatar el hueco que habíamos elegido. El agua turquesa y libre de medusitas, era el colofón final. Rápidamente todos al agua, mientras el armador recogía, en el pequeño embarcadero del Blue Marlyn, a nuestra querida pareja. Que se unieron rápidamente a los baños, las coronitas y tras la comida, una sobremesa amenizada por la guitarra de él, y por las voces de todo en modo karaoke. Que el universo nos perdone por el destroce que hicimos de algunos temas como “my way”, jajaja. Pero antes de que los vecinos nos tiraran tomates, levantamos el fondeo y pusimos rumbo a Cala Saona, para poder apreciar mejor el Sunset y amanecer ya en otra cala. Y asi fue, hasta tuvimos la grandísima suerte de apreciar el famoso y extraño “rayo verde” con
Es Vedra al fondo del cuadro y todos desparramados por cubierta y la música de Enigma sonando. Fueron un par de horas de las que guardas en tu retina para siempre, paz y amor, belleza y armonía, tras la euforia y desfogue de las anteriores horas, el yin y el yan, jajaja. Arribamos ya de noche, algo nada nuevo ya para el Ocean Diva, y como pudimos, con la linterna potente en proa para alumbrar los cascos de los no iluminados, nos buscamos un hueco bastante bueno, cerca además del canal de entrada, para mañana desembarcarlos sin problemas. Menos mal que ninguno le dio por bañarse esa noche, porque cuando amanecimos, vimos que estaba totalmente infestada de las dichosas medusas moradas tan asesinas. ¿Cómo puede ser? si hacia una semana habíamos estado allí y no había ni una sola! Grrrr. Asi que nos apresuramos a levantar el hierro en cuanto ellos desembarcaron en la playa y poner rumbo a la Savina, donde les recogeríamos. En la Savina tambien duramos lo justo, porque el movimiento del mar de fondo con tanto tráfico de ferrys y motoras varias de los restaurantes, hace muy incomoda la estancia. Además a penas habia sitio y nos habíamos quedado muy cerca de una motora que borneaba distinto a nosotros y además sin nadie a bordo. Y como Murphy siempre le gusta hacer de las suyas, justo cuando el armador y yo nos tiramos a darnos un chapuzón, porque por lo menos medusitas no habíamos visto, nos dieron un grito de que la motora se nos echaba encima de nuestra proa. Como alma que lleva al diablo estábamos de nuevo ambos arriba, el en la proa y yo al timón, para acabar arrancando el motor y cambiándonos de fondeo. Estábamos justo frente al Beso, las chicas tenían ganas de bajar, pero la parejita se había parado a comer en el Rte Sa Sequi, que luego nos confirmaron que había estado muy bien, y a unos precios razonables, unos 50€ c/u con paella y todo. En cuanto los recogimos y tras robar algunas fotos a la selección femenina de futbol que estaba fondeadas a nuestro Br en dos modernas motoras, cuyos patrones amablemente nos habían vendido dos bolsas de hielo, entre risas y cachondeo, decidimos cambiar el fondeo más hacia Illetes, lejos de la bocana. Aunque al final, tuvimos la gran idea de meternos en Espalmador, ya que el boyero se marcha a las 18h, solo tendríamos que soltarla antes de las 08h que es cuando vuelve. Y asi hicimos. Gran idea, porque allí dentro estábamos protegidos del mar de fondo y teníamos la oportunidad de que por fin las chicas bajaran a pasear a la playa, alguna llevaba ya 48h embarcada sin hacerlo y necesitaban tocar tierra, jajaja. Nunca defrauda Espalmador, sus aguas, su playa, el atardecer……tanto que decidimos improvisar un mini picnic en su playa, desplegamos
rápidamente nuestros pareos, puse unas velitas y nos tomamos unos vinitos y snacks, antes de volver a bordo para rematar con una esplendida cenita que se había currado la parejita. El madrugón nos vino genial, porque así hicimos a primera hora la travesía de vuelta hacia Ibiza, hoy desembarcarían ya, pero antes de entrar en San Antonio, para repostar y dejarles, pudimos hacer un fondeo en Cala Comte, para comer, y aún un par de ellas bajaron a tierra a los famosos garitos que hay en ella, para dar cuenta de unos cocteles, a pesar de lo difícil que es el desembarco allí. Asi poníamos fin, a una singladura breve pero intensa, llena de risas, música, maravillosas aguas turquesas y paisajes de Ibiza y Formentera. Fondeamos de nuevo frente al CN de San Antonio, justo a la altura de la calle Cantabria, donde hay un pequeño Beach Club y donde a regañadientes, conseguimos que Mercadona nos dejara el nuevo pedido para la tripulación nueva que arribaría mañana. Limpiamos y arranchamos, ya que habíamos recargado también agua en nuestros tanques y nos relajamos, una mas que otro, en la bañera del Ocean Diva, admirando el espectacular castillo de fuegos artificiales que nos deleitaba la bahía de San Antonio y que se me antojaba el broche perfecto para cerrar esos 4 días de intensa convivencia, como siempre nos brinda la navegación, ya sea por la meteo o por las estrecheces de la habitabilidad a bordo, jajaja.
Bajamos a tierra a comprar un par de cositas que habían faltado en la compra y las esperamos en el Beach Club, con unas coronitas y unos riquísimos mejillones y alguno hasta se dio un chapuzón en la playa mientras vigilaba a su querido Ocean Diva. En cuanto embarcaron y comimos un poco, levantamos el fondeo y nos fuimos a Cala Comte para que pudieran disfrutar del primer sunset de Ibiza, este es uno de los mejores, con las islas hormigas de fondo. Aunque había bastante viento del Sur y entraba mar, el agua no se veía turquesa a estas horas ya, pero el objetivo de brindarles uno de los mejores sunset de la isla se cumplió desde la proa. A la mañana siguiente madrugamos para levantar el ancla al alba y poner rumbo a cala Benirras, según la previsión del fuerte viento del Sur, tendríamos buen resguardo y además podríamos ver el encuentro que allí se da de los hippies tocando los bongos para el atardecer, sobre todo estando próxima la luna llena y en fin de semana. El recorrido hasta allí es espectacular, la costa es de acantilados y hay múltiples islas rocosas con las que puedes dar rienda suelta a la imaginación y ver todo tipo de figuras, jajaja. Arribamos allí para desayunar, nos extrañó que solo había un par de veleros y una motora, supuse que ya se habían ido para buscar refugio de
la fuerte tramontana que venía el dia siguiente, al lado en Pto. San Miguel habían algunos más, pero yo quería Benirras, asi que insistí, aunque el armador no era partidario de ella, el mejor sitio, justo en el medio, donde está la lengua de arena, había sitio. Asi que echamos allí el ancla y nos fuimos a snorkelear por la pared de Er, donde están los ojos de la serpiente, una pequeña gruta en la que puedes entrar por un lado y salir por el otro, desde fuera parecen dos grandes ojos negros. Sin embargo, no nos atrevimos a colarnos dentro, por miedo a encontrarnos medusitas. De todas formas, el paseo hasta allí fue precioso, y debajo del barco teníamos un acuario total de todo tipo de pececillos, devorando los restos de galletas que les habíamos echado. Lo único es que al volver observe que el viento había rolado, ahora estábamos proa hacia fuera, y eso no mola nada, una cala pequeña y estrecha si el viento rola y tu popa mira a tierra, puede convertirse en una ratonera de la que no puedas salir. Eso lo aprendí hace mucho. Asi que volví a consultar la meteo y mirar la carta. Teníamos 25 millas hasta Cala Talamanca, que era la elegida para pasar el temporal del dia siguiente. El armador no quería navegar 5h más, asi que navegamos la mitad, hasta Cala San Vicente, por lo menos ya habríamos pasado el norte y al dia siguiente navegaríamos el resto a primera hora de la mañana. Me fastidiaba quedarnos sin tambores, pero la meteo manda y en el mar, miedo no, pero precaución toda. Otra vez verán los tambores, les dije, y emprendimos la navegación rumbo hacia el lado E de la isla. Cala San Vicente está llena de hoteles y aunque el viento se mantenía de NE y nos daba resguardo, entraba mar de fondo y estaba un poco incomodo, aun así, algunas se animaron a bajar con la dingui a tierra y lo entiendo, la gente que no es muy navegante, necesita bajar periódicamente a tierra y estirar las piernas. A cambio, tuvimos hielo para el sunset, jajaja. Lo que no esperábamos era la música estruenda que tuvimos desde que este terminó y hasta la media noche, cuando ya una de ellas llamó por teléfono para pedir por favor que bajaran el volumen. Supongo que el viento nos lo traía hasta nosotros. A parte de ello, la noche fue tranquila, el viento que esperábamos subiera por la noche no se dio, de hecho ello nos hizo confiarnos de más, y no salimos tan temprano como me hubiera gustado a mí. Eran las 08 a.m. cuando por fin entre el armador y yo levantamos el fondeo rumbo hacia las calas del SE de Ibiza. Yo seguía apostando por Talamanca, pero el prefería Cala Longa. Esta tambien es estrecha y puede convertirse en un problema si rola. De momento seguíamos teniendo un SE considerable y fuimos navegando a vela, a 6 nudos hasta llegar a Illa de Santa Eulària e Illa Rodona, previas a la ensenada de Santa Eulalia y donde arrancamos motor, en previsión de que las islas nos dieran viento sucio, como ocurrió y se acuartelaran las velas. Además, la sonda es justa y preferimos ir seguros de tener gobierno en todo momento. Nada más pasar estas, empezamos a ver un negrito negro negro por nuestra proa y una cortina blanca, que nos anunciaba ya la lluvia que no se hizo de rogar. Primero aguantamos con los cortavientos, pero cuando nos alcanzó de lleno, optamos por enviar a toda la tripu abajo. Me puse mi traje de agua completo con chaleco y arnés incluido, luego cogí el timón al revés para permitir que el armador se pusiera el suyo y el cuadro que grave en mi retina fue el de un cuadro de tormenta de esos que ves a veces en las consultas de los médicos, todo el mar blanco, varios veleros capeando el temporal como podían buscando resguardo como nosotros, grrrr. Nos cambiamos, yo al timón y el fue a bajar la Mayor, antes de intentar entrar en Cala Longa, muchos veleros se cobijaban allí, además quedaban de través al mar y su movimiento era bastante grande, no me gustaba nada, asi que cuando el dió el grito de nos vamos, solté un suspiro de alivio y no dude en virar en redondo y salir de aquella ratonera rápidamente. La siguiente era ya cala Talamanca, solo quedaba cruzar los dedos para que cupiéramos. Veía a las chicas abajo con cara de preocupación, aunque nosotros de momento lo teníamos todo bajo control, son momentos tensos y más para quien no ha pasado ningún revolcón de éstos en el mar. Volvimos a cambiar puestos, ya que yo llevaba arnés, me iría a proa enganchada de la línea de vida para echar el fondeo en cuanto viéramos un hueco con arena. Y asi lo hicimos, bastante en primera línea. Me pareció perfecto, echamos 50m de cadena para 5m de sonda, 10 veces, creo que más que suficiente, y esperando que los demás bornearan igual y tuvieran tambien mucha cadena echada, como era lo lógico. Uff, por fin a resguardo, aun estábamos asegurando el cabo del ancla, para que no trabaje en exceso la cadena y por ende el molinete, y observando la posición con nuestros vecinos, cuando vi que el que teníamos a Br empezaba a echarse encima de nosotros. Habíamos bajado las defensas por si acaso, pero era evidente que estaba garreando. Era un lista 6ª y no había nadie a bordo. Tuvimos suerte y nos paso de largo por la popa. Pero empezamos a gritar para que los vecinos se alertaran. Se freno con la proa del patín de un Catamarán de 44ft que teníamos a popa y vimos como su armador saltaba al barco errante para apartarlo del suyo. Hasta que llegaron un par de dinguis para ayudarle. Alguno salto al velero vagabundo, lo arranco y lo volvieron a fondear mas adelante y hacia Br. Menos mal, ¡no lo quiero cerca de nosotros por favor! Empalmamos el ángelus con la comida, por supuesto en el interior. Montamos el living, que lo teníamos convertido en mi cama y dimos buena cuenta de unas lentejas calentitas que les cocine. ¡Chica para todo!, jajaja. Después película de sobremesa, de esas que dejan cao a toda la tropa y asi fue, cuando me di cuenta estaba sola viéndola, jajaja. Por la tarde hasta vimos un tímido sunset y nos arreglamos con ánimo de intentar bajar a la ciudad, pero el viento seguía soplando bastante y no me atraía nada la idea de que nos fallara el motor de la dingui, tan habitual últimamente y, tuviéramos que remar con viento y olitas. Asi que desistimos y lo hicimos de nuevo en la proa del barco, esta vez con cava e inmortalizándolo con un book de fotografías, jajaja. El viento fue bajando y bajando, hasta quedarse en calma chicha total, increíble. Habíamos cenado ya pero no dudamos en volver a ponernos nuestros trapitos ibicencos y bajar a un Beach Club que veíamos con muellecito para las dinguis y todo a nuestro lado de Er. Restaurant Sa Punta de Talamanca, precioso, para cenar, a mediodía esta cerrado, tiene una tienda típica ibicenca preciosa y varios ambientes, cocina hindú, marroquí e internacional. Nos acoplamos en la terraza más alta, desde donde divisábamos toda la cala con sus palos iluminados como estrellitas en un mar y la luna casi casi llena que salía por el E. Nos pedimos unos cócteles, pero en cuanto vimos unos rayos por el horizonte y empezar una leve brisa, propuse que pagáramos y nos los lleváramos para tomar a bordo. Nunca se sabe lo que puede tardar en liarse parda de nuevo. La previsión no estaba siendo muy exacta que digamos y lo mejor era guiarse por la realidad in situ que estábamos teniendo. Fue un visto y no visto, pero pagamos rápidamente y nos volcaron los cócteles en vasos de carton, grrr, es lo que tiene la mar. Luego no paso nada, y nos los tomamos por el camino y otros cayeron en la dingui a golpe de risas. Para las chicas era una nueva aventura, y eso es lo importante que los ánimos sean buenos y no decaigan. La noche fue relativamente tranquila, no sopló mucho hasta el amanecer que volvió a hacerlo, aunque esta vez con el sol fuera, los borreguitos se ven de otra manera. Era mejor permanecer allí hasta que amainara a mediodía, según la previsión, por lo que aprovechamos para bajar a tierra. Fuimos con la dingui hasta un pequeño muelle en la zona de Br de la cala, junto al hotel Argos y una vez allí, y tras
comprar unas chanclas porque me había dejado las mías con las prisas, nos fuimos bordeando la carretera hasta marina Botafoch y cogimos el City Boat que por 5,50€ tiene ida y vuelta al casco antiguo y te ahorras toda la caminata hasta allí. El dia era precioso en cuanto a sol y la tormenta había bajado las temperaturas por lo menos 5 grados, asi que se estaba muy agustito. Nos hicimos el ángelus en una terracita frente al mercado antiguo y luego nos dividimos, dos se subieron hasta el Castillo y dos nos fuimos a callejear por las tiendas, donde pecamos un par de veces, me encanta el estilo ibicenco y nunca me canso de tener modelitos suyos en mi armario. A la vuelta comimos y, sin demora, levantamos el fondeo para poner rumbo a Formentera, las chicas tenían ganas de sus aguas turquesas, y como la previsión era de W/SW nos decidimos por su lado E, cala Es Pujols. Y allí pusimos rumbo, con un viento de unos 18 nudos que nos regalo una linda navegación a vela ciñendo y con puntas de velocidad de 7 y 8 nudos. Hasta tuvimos un ratito de competición con un velero de unos 10m que intentó alcanzarnos sin éxito por nuestra aleta de Er. Alguna de las chicas se atrevió a ponerse al timón, mientras yo le indicaba como mantener al Ocean Diva derecho, orzando y cayendo suavemente y adelantándose para no hacer eses. El sol brillaba y fue una navegada de esas que hacen afición, buenísima para compensar el mal trago del dia anterior. Mientras tanto me llagaban mensajes de que mi recién amigo Belga, que había llegado a Cala Talamanca buscándonos, jajaja, como el gato y el ratón, comentamos, jajaja. Lo único malo es que cuando llegamos allí, las aguas turquesas estaban infestadas de las asesinas medusitas moradas y no pudimos bañarnos. Por lo que propuse bajar a dar un paseo a tierra. Me costó convencer al armador porque no lo veía claro. Y es que el muelle, frente al rte Chezz Guerdi, VHF68, esta a ras de agua y delante rompen las olas, la zona está llena de bajos y hay que conocerla. Yo ya se la había mostrado cuando navegue con él por primera vez enseñándole los recovecos de las Pitiusas, hacia algo más de un año, pero no lo recordaba bien. Lo ideal era bajar de dia, para tener buena visibilidad y en el peor de los casos si no lo ves claro nos volvemos, le dije. Me gané el
calificativo de cabezona, pero gracias a ello, pudimos bajar, dimos un paseo por el pueblecito de Es Pujols y tomarnos una copa en una coctelería y por supuesto, hacernos la foto con la mítica furgoneta de Formentera que hay frente al restaurante. La idea era madrugar porque daría el role al Norte y cambiarnos a Salines y asi hicimos, antes de amanecer ya dio el role y nos quedamos de través al mar, todo empezó a sonar y rolar a bordo, por lo que nuevamente entre el armador y yo, levantamos el fondeo, él a proa y yo al timón, y empezamos a remontar la costa hacia el Norte. Al amanecer ya estábamos próximos a Espalmador, pero por su lado E, se lo mostramos a las chicas, pero no fondeamos porque era muy incomodo por la ola, aunque algunos catas estaban allí, seguramente habían pasado la noche. Seguimos y cruzamos los Freus por la Barqueta, hasta acabar en Ses Salines. Además, es la más próxima para coger un taxi e ir al aeropuerto, a la mañana siguiente ya una de las chicas desembarcaba. La cala está dividida en dos, la zona de Er es campo de boyas y la de Br, cerca a la fabrica de Sal, es la zona de arena donde aún se puede fondear. Y es claro, porque evidentemente allí estaban la mayoría de los veleros. Y hacia allí que nos fuimos a buscarnos el mejor hueco posible en arenita y próximos a la entrada balizada para las dinguis llegar a la playa. Todo parecía perfecto, salvo que también habían medusitas de nuevo, lamentablemente están infestadas las islas desde hace años y es solo cuestión de suerte y de las corrientes, supongo, que te las encuentres o no. Pusimos toldo y yo hasta me atreví a tirarme con mi equipo de snorkel a ver el ancla y comprobar que no eran demasiadas, con gafas controlándolas podías intentarlo. Luego de un buen chapuzón, el ángelus no puede faltar, y estábamos en ello cuando llegó una semirrígida advirtiéndonos que no estábamos bien fondeados. Era un tipo que no se explicaba muy bien, o no nos daba toda la información, nos dijo que hay una boya amarilla que delimita la zona de fondeo con el campo de boyas y que estábamos en medio de la línea imaginaria entre esta boya y la playa, que teníamos que irnos o pasaría nota de nuestra matricula y nombre del barco a su empresa, CBBA. Esta al parecer es una contrata del Govern Balear, para vigilar que se respetan las zonas de fondeo y se protege la posidonia. No molestábamos a la susodicha posidonia pero lo que si molestábamos, como comprobamos después de cambiar nuestro fondeo, es que molestábamos al borneo de un gran yate de motor que vino a ocupar una boya del campo que teníamos próxima. Alguno se cabreo mas que otras que dejamos pasar la incidencia y tener el dia en paz. Aunque no sé si por ello o por la olivada del ángelus, mi estómago se cerró y no pude comer ese dia, lo pase meciéndome en mi hamaca y además abrigada, porque me entró frio. Menos mal que los males los suelto tan rápidos como los pillo y por la tarde, tras el ayuno y una infusión, ya estaba dispuesta para bajar a la playa y dar un largo paseo por ella hasta el Sa Trinxa, pasando previamente por el Beso, donde
nos hicimos la típica fotografía en su banco “NOHAYVERANOSINBESO” jajaja, nos tomamos unos cócteles y hasta algunas se echaron unos bailes. El sunset desde allí no es muy bonito porque se esconde tras las montañas, pero los cielos rojos y rosas que nos dejo tras él, fueron dignos de congelar con nuestras cámaras. Con una cenita a bordo rematada con una piña picada con ron, poníamos punto y final a la travesía para una de las chicas, que volaba al dia siguiente hacia la península. Los demás navegamos hacia la costa W de la isla, para al atardecer emprender ya la travesía de vuelta a la península con el Ocean Diva. Empezamos con Mayor y motor, pero en cuanto nos llego la brisa matinera, del NW, nada prevista, sacamos Genova y paramos el motor, hasta llegar a bordear Es Vedra por el exterior para aprovecharla al máximo, luego dimos un bordo hacia la costa y cuando ya estábamos próximos a Cala Tarida, la recogimos y fuimos ya solo a motor hasta Cala Escondida, yo propuse Sa Figuera Borda, que nos daba resguardo de viento y de mar, pero es cierto que es muy pequeña y rocosa y al armador no le gustó, asi que ni lo intentamos. Un pelín más y estábamos en Cala Escondida, asi verían las ultimas aguas turquesas pues esta cala es toda arena, aunque el mar de fondo tan grande que entraba convertia en un deporte de riesgo bajar y subir por la escalera de popa. Además cuando fui a ver el ancla, tuve que confesarles que aunque pocas, haberlas hay las, las medusitas moradas, grrrr. Por todo ello, nada más comer, arranchamos y emprendimos travesía de vuelta hacia la península. En principio aun pudimos sacar un poco las velas, durante un par de horas, pero finalmente fue calma chicha total toda la noche y una vez más motorada. Un poco de mar de fondo del N que nos entraba por Er que tambien fue bajando para quedarse una noche tranquila iluminada por la tremenda Luna llena, el momento del Sunset fue tambien para recordar, con el Divo de fondo sonando y mientras decíamos adiós a Lorenzo por la proa, le decíamos hola a la Luna por la popa. Momentos que solo podrías inmortalizar con una gran angular y una dingui a través del barco, jajaja o en tu retina que es lo mejor. A las 08 a.m. ya estábamos frente a la bocana, 15h, 77 millas, y muchas anécdotas y momentos para recordar en nuestra mochila marinera. La satisfacción de que sobre todo ellas lo habían disfrutado, los momentos buenos y los menos buenos, cuando nos felicitaron por el buen hacer de ambos y nos manifestaron su deseo de repetir. Sin duda una vez más, no es tanto por DONDE navegues sino con QUIEN lo hagas. Tengo muy trilladas las Pitiusas, pero me sigue encantando
venir a ellas, a pesar de sus medusas, de sus roles inesperados, de sus precios a veces exagerados, etc etc, la balanza es positiva, y mas cuando lo haces con gente con la que te encuentras en sintonía y te percibes querida. Gracias al OceanDiva y a su armador por haberse prestado a ello y por supuesto a tod@s los que habéis elegido compartir vuestras vacaciones conmigo. Ahora una semanita de descanso en Formentera pero esta vez de terrícola, haciendo de Cachalote varado en la playa, disfrutando del placer de no hacer nada, que es una asignatura que tengo todavía pendiente, jajaja.

Comentarios

Entradas populares de este blog

POR FIN EL CANAL DE PANAMÁ

CARIBE CON EL MAVERIK