VACACIONES EN SAN BLAS

Por fin han llegado a bordo, los esperaba ansiosa y por fin al amanecer del dia siguiente zarpábamos. Rubén desde la dingui y Ferdy saltando a la dársena una y otra vez, me liberaron de las amarras a tierra y poquito a poco, con arrancada atrás, Liberty fue sacándome y tomando la bocana justo por el centro. Solo habían pasado dos horas de la bajamar y la sonda todavía era muy justa. Como toda una tripulación que son ya, han recogido defensas y sacado las artes de pesca. Tenemos calma chicha, así que como vamos a pasar por los Bajos Escribanos, donde hay mucha pesca, esperan poder conseguir un buen atún. Pero no tienen suerte, al rato algo les pica, pero tan grande que ha cortado de cuajo la línea y se les ha llevado ¡rápala y plomo!, ¡qué caras de decepción tienen todos!.

Sube el viento y en vista del poco éxito en la pesca, me preparan entre todos, como un buen equipo, para navegar a vela. Primero sacan mi Mayor, sin necesidad de aproarme, pues el viento nos venía justo de proa. Luego mi gran Génova por la banda de Babor. Por fin podíamos parar motor, ¡odio su ronroneo!. Soy un velero y aunque no soy un gran ceñidor, con un ángulo de 50º les he dado 5 nudos de velocidad y podían seguir con el curry echado, aunque la segunda vez que se les ha enredado en la dingui han decidido recogerlo y darse por vencidos. La lluvia empezó a estar presente de una manera más insistente, endulzando toda mi cubierta sin dejar rastro del salitre de las olas. Quedan solo 12 millas, pero al tener el viento justo de morro, vamos virando constantemente, lo que supone que en cada virada hay que enrollar y sacar por la otra banda, porque el stay de la trinqueta no deja virar a mi gran Génova, así que en casi 1 hora había avanzado solo un par de millas, y con el nubarrón que teníamos delante, Ferdy, el capi, decide arriar mis velas, a pesar de los 20 nudos que ya teníamos y poner rumbo directo con el motor.

Chichime era nuestro primer Waypoint. Tenía marcado en el plotter la estela de la última vez que vinimos, por lo que deja a Li a la rueda y se va él a la proa a tirar el hierro. Unos 9 barcos ya fondeados nos van saludando conforme entramos. Y no habíamos terminado muy bien la maniobra, ya estaban los indios cuna, con sus cayucos, acercándose a mi casco, tengo que estar atenta para bornear y que no me rocen. Quieren vender a la tripulación sus "Molas", tapices que hacen las mujeres de estos poblados, con telas de distintos colores.

Javier del Nirvanu, es el primero en acercarse con su dingui a saludarnos, está acoplado en este fondeo hace meses. Si le sale algún chárter trabaja y sino, solo vive, como el mismo dice. Al ratito, Espartaco, el italiano que había conocido Ferdy en la marina, les dice que había quedada en la playa para cenar, que iba a hacer él unos espaguetis. Mi tripu aporta una ensalada y un vinito blanco. Y los veo alejarse en la dingui hasta que regresan con la luna llena, para poner al dia el punto final con un baño por mi popa, bajo la estela plateada que por fin las nubes han dejado dibujar a la luna sobre la superficie del mar.

Después del tormentoso día gris amaneció un fantástico y soleado día, con una luz fantástica que nos enseñaba de nuevo aquel paraíso en el que estábamos y que invitaba irresistiblemente al baño matinero. Hoy les toca buceo con botella, Ferdy tiene muchas ganas de que Li aprenda, pero de momento solo ha hecho dos bautizos y está bastante nerviosa. Javier les acompaña para enseñarles la barrera de coral. Pero no parece que disfrutaran del paseo por sus comentarios, mientras se hacen el ángelus en mi bañera. El jaquet se le movía, no lo llevaba muy ajustado y durante los primeros minutos no conseguía estabilizarse, o bajaba y se chocaba contra el suelo o subía muy deprisa y salía de nuevo a la superficie, peleando paralelamente con la presión de los oídos. Ferdy por su parte también tenía un problema con su jaquet que se le hinchaba solo y constantemente tenía que ir soltando aire. Así que los primeros momentos han debido ser caóticos, hasta que ya se estabilizaran ambos. Además dicen que no han visto gran cosa, nada que no vean con snorkel y además había corriente y mucha suspensión en el agua, por lo que la visibilidad no era muy buena, a pesar del día de sol que tenemos. Han bajado unos 12m y antes de agotar las botellas han emergido, haciendo las paradas correspondientes para descomprimir a los 5m durante 3 minutos. La vuelta hasta la dingui les ha sido cansada, contra corriente, hasta que Javier y Rubén, que ya estaban en la dingui, les han visto y han ido a recogerlos. A la vuelta hacia la zona del fondeo,donde les aguardo paciente, han parado en la barrera de coral que hay en la entrada, para ver el barco que se hundió las pasadas navidades, de un español que ahora está en prisión porque mató a otro armador para quedarse con su barco tras hundir el suyo. Lo han visto haciendo solo snorkel, todos han bajado para asomarme por las escotillas menos Li, que le daba muy mal rollo. Los indios cuna lo habían desbalijado, guinches, tornillos y hasta el palo, no quedaba más que la fibra. Un escalofrio recorre mi cubierta, ¡ojalá nunca me vea así!

Aquella noche también hubo quedada en la playa para cenar, en esta ocasión sería la pareja del Animamare, Eduardo y Adriana, los que tomaron la iniciativa. Hoy vuelve mi tripu solos al barco para tomarse un Gin-tonic y darse un bañito, bajo la atenta mirada de la ya menguante luna. Empieza a ser el broche final del día en estas vacaciones, a pesar de que finalmente el capi no me instaló las luces en el espejo de popa y no puedo iluminar a modo piscina el fondo del agua.

El día siguiente amaneció nuevamente tormentoso, rayos, truenos y mucha lluvia, por lo que se les ocurrió hacer una paellita e invitar a todos a comer a bordo. El cocinitas del capi se encargó de ello, en su nuevo invento que me ha hecho en el espejo de popa. Todos contribuyen con algo, como es costumbre. De postre una piña natural troceadita con ron y licor de orange que trajo Antonio, el armador del Cuculí, un Gipsea 43, que conoció Ferdy cuando estuvo en Curaçao. Algunos chapuzones desde mi balcón de proa ponen el intermedio pues han quedado para hacer una hoguera en la playa, y yo por fin, conseguiré ascender mi línea de flotación. Además ha llegado un nuevo velero, imposible de pasar desapercibido por su extravagante pintada en el casco a modo grafiti y es de una parejita de raftas tinerfeños que llevaban a bordo guitarra, bongos, flauta, maracas....y que también se unen a este peculiar grupo de transmundistas y veleros que ya somos, pero siempre cabe alguno más. Hasta el placido fondeo llegan las voces de todos cantando y la luz de la hoguera en la playa, me temo que hoy volverán con una Navidad encima, como dice el grumetillo de Ruben.

Necesitábamos ya cambiar de escenario, y a pesar de la lluvia que nos acompañaba de nuevo, deciden levantar mi ancla y zarpar hacia Coco Bandero. Nada de viento, lamentablemente de nuevo a motor con únicamente mi vela Mayor para airearla y estabilizarme y con poca máquina para intentar pescar. A Rubén le hace mucha ilusión, pero no tienen suerte, nunca les pican y cuando lo hacen se les escapan. Pero yo me alegro que sean mejores navegantes que pescadores. En unas tres horas hemos hecho las 12 millas que habían y al llegar seguimos fielmente la estela que tengo marcada en el plotter, ya que todos los Cayos están rodeados de grandes barreras de corales y los pasos con fondo suficiente son escasos y justos, no pueden arriesgar a dejarme encayado y yo se lo agradezco que sean tan cuidadosos. Habían unos 5 barcos, entre ellos los de la parejita raftafari de la noche anterior, inconfundibles de nuevo. Nosotros les traíamos una maraca que recogimos a Javier porque creyó que era de Li. Después de comer, hace toda la tripulación la siesta bajo mi botavara que ya se ha convertido en la zona chill-out de mi cubierta, el mar me ayuda a mecerlos suavemente. Pero subió el viento y empecé a bornear, quedándome irremediablemente muy próxima a un Catamarán que teníamos a estribor. Prudentemente deciden cambiarme de fondeo y pensat y fet así lo hacen, aunque no con mucho éxito pues tres veces echan el ancla y 3 veces tienen que volver a recogerla hasta dar con el lugar idóneo, alejados de todos, aunque demasiado cerca por babor a un bajo que les mantendrá en vilo toda la noche. Cada maniobra la hacen coordenada, cada uno en su puesto, Ferdy a proa, Li al timón, el peque en la dingui gafas y aletas listo para tirarse a confirmar el agarre de mi ancla, cual pececillo, a pesar de la corriente que ya percibo en mi obra viva.

Un par de rémoras buscan cobijo bajo mi casco, limpiándome el verdin y lo agradezco. La tripu cree en un primer momento, que se trata de tiburoncillos y abortan su baño matinero . Se dedican a sus tareas diarias, friegue, colada, arreglo de camarotes, el peque con su deber, Ferdy sacandome agua de la sentina…¡como me gustan estos mimos!… y justo cuando se disponen a dar su paseo diario buceando, ha llegado a bordo la familia cuna que vive en esta isla. Rosalinda es la dueña, porque en estas tribus es matriarcado lo que existe. Les vende un par de pulseras y le encargan cervezas y coca-colas a otro cuna que se dedica a comercializar con los veleros.

El paseo de buceo fue exitoso, han traido a bordo un par de pescados para caldo y una bonita caracola para la colección de Li. Tengo todo el cofre de proa lleno de ellas. Llegan agotados, pues al ser estas aguas de tiburones, deben nadar hasta la dingui cada vez que tienen una presa nueva para depositarla, para evitar que acudan y les ataquen, tiburones o barracudas. Pero también en esto se coordinan como un equipo, Ferdy dispara, Ruben lleva la presa a la dingui ante la atenta mirada de Li que avisa si aparece algún depredador. Luego ya a bordo, todos hacen de todo, se turnan para limpiar, al timon, con las escotas y en las maniobras todo sale a la perfección.

El barco raftafari vuelve tras recuperar su cayac, a la deriva durante la noche, 20$ y un par de kilos de arroz a un indio cuna que lo encontró y han comprado también unos atunes para preparar una hoguera en la playa a la que han invitado a mi tripulación. Al amanecer del dia siguiente zarpan hacia Colombia.

Al día siguiente, amanece en principio soleado, así que mi tripulación decide aprovecharlo buceando, después de tender Liberty la colada, al mejor estilo transmundista, con un cabo por mi banda de Estribor.Atenta les observo mientras me dejo mecer por las tranquilas aguas de este fondeo. Primero van a estribor de la isla donde vive la familia dueña de estas islitas, con su matriarca Rosalinda, pero lo único interesante que han visto es la tremenda raya, que todas las mañanas se exhibe saltando frente a mi proa. El capi ha pescado un pargo que junto con el que ya tenemos a bordo, les dará de comer hoy. Porque según relatan luego, también vio una langosta, pero al dispararla no le entro la muerte, reculó hacia dentro de la cueva en la que estaba y no tuvo manera de sacarla. Luego se fueron hacia babor, cerca de la pequeña isla con una sola palmera. Allí han dado otro paseo y han visto un par de bancos de peces pequeños de colores, angels blues, nemos, etc, los propios de esta zona, que cuando Ferdy no lleva el fusil, no se espantan, nadan delante de ellos como enseñándoles el camino, dicen. Han regresado a bordo al cabo de dos horas, limpian al pez, se hacen el ángelus, que no perdonan ningún día de vacaciones, y se echan de nuevo al agua, esta vez a inspeccionar con más detalle el bajo que tengo a mi babor. Me cuidan y se preocupan porque este a salvo de cualquier bajo amenazante y a mi me encanta tenerlos a bordo sanos y salvo.

Después de comerse los dos peces,- uno dicen que estaba más fino que el otro, pero los dos eran pescado blanco, estilo dorada o similar- y mojo picón, que les explicó Bruno la noche anterior, con papas a lo pobre, se echan la siesta en las hamaquitas y ya por la tarde de nuevo, cogen el dingui para bajar a la isla y preguntar por Apio, el indio cuna al que le habían dado 20$ y encargado huevos, coca colas y pan. Al parecer hoy ya no llegaba, aunque les pareció verle pasar durante el día. Dan un paseo, bordeando toda la isla y haciendo fotografías para volver antes de anochecer a bordo. Su idea era cenar y sesión de cine, pero no consiguen ver las nuevas películas que les habían regalado y mi DVD se ha quedado enganchado con la del día anterior, así que al final, el peque se fue a dormir después de desistir de pescar. A pesar de la cabeza del pescado que había puesto como anzuelo y estar iluminando el agua con una linterna por la popa, solo le acudieron pequeñines y un pez trompeta, ¡qué lastima!.

Ferdy y Li se quedan de tertulia en la bañera, esta noche para variar, beben roncito con Coca-Cola, mientras oyen la barrera de coral que rugía furiosa con la subida del viento. Esta noche sería fresquita. Y efectivamente a las 00.00h empezó a descargar agua la tormenta eléctrica que nos había acompañado durante la cena. La noche anterior tuvieron que abanicarse para poder dormir y esta, tienen que taparse con los edredones. Nada más amanecer, se ponen a recoger toldos, hamacas, etc, disponiéndome para navegar de nuevo, soy feliz. El baño fue rápido, había mucha corriente y pasaban ríos de porquería que arrastraba ésta. Pero el sol brillaba y se mantenían unos 15 nuditos, por lo que seguramente podré llevarles hasta Cayo holandeses a vela. Tras las duchas de rigor, unos con más voluntad que otros, y un buen desayuno, levantan el ancla, Rubén y Ferdy en proa, subiendo mi ancla y Li al timón, para seguir la estela marcada en mi plotter. ¡Perfecto!.

En cuanto estuve libre del paso y tenía ya unos 15m bajo mi quilla, con el viento por la aleta de Er, sacaron mi vela Mayor, me pasarons todo el carro a sotavento y decidieron sacar mi precioso Spi azul. De nuevo Ruben y Ferdy se encargaron de montar la maniobra en proa, -hacen muy buen equipo- escota por babor y la portuguesa haciendo de pequeño botalón, con el invento que me ha puesto el capi encima del ancla, donde la sujetan. Li se quedó en el piano y coordinados de nuevo los tres, sin problemas, me suben el Spi con el que les doy 5 nudos de velocidad con la pequeña brisa que tenemos. La cara de Li cambia, esta chica ¡debió haber nacido velero!. Varios catamaranes no consiguen adelantarnos, también nos cruzamos con un precioso Ketch azul y rojo que venía con rumbo encontrado, cargado a tope de tripulación, mochileros suponen, como casi todos los que se ven por estas isobaras, o ves parejitas de transmundistas o barcos cargados de gente joven que al estar cortada la carretera de acceso a Colombia, no tienen otra opción que llegar por mar. Conforme tuvieron que ir cerrandome el ángulo para tomar rumbo a Holandeses, tuvieron que arriar Spi y sacaron mi gran Génova, carro a la vía y ciño ahora a 30º, navegando a 6 nuditos con solo 10 de real. El capi excitado y orgulloso de como ciño, me llena de regocijo. Fueron escasamente dos horas y unas 12 millas, pero las han disfrutado a tope navegando a vela, tanto, que hasta han perdonado el religioso ángelus.

Swiming Pool se llama el fondeo y ciertamente hace honor a su nombre, tengo solo 3m escasos de fondo, pero de un color turquesa como en una piscina y rodeada de pequeñitas islitas o cayos. Unos 6 o 7 barcos, algunos ya estaban cuando arribamos por primera vez en Pascua. Al tirarse el pececillo del peque para ver cómo había quedado mi ancla, ya les advierte que había muchísima corriente, mientras ellos dos se dedican a montarme los toldos, cual campistas llegan a nueva zona de acampada y montan su tienda, su faena tiene, pero vale la pena, se nota un montón luego el frescor al que puedo mantener el barco y además agradecen tener las hamacas montadas para el ratito de la siesta. Luego ya todos en el agua, chapuzón con aletas y nadando para poder contrarrestar la corriente y ver como había quedado el fondeo, antes de regalarse el aplazado ángelus, unas cervecitas, una Coca-Cola y algo de picar, mientras ven como llega a nuestra banda de Br otro gran Catamarán cargadito de mochileros. Menos mal, que como les gritó su patrón, solo era por tres horas, porque menudo escandalo llevaban, 13 personas a bordo, todos colorados como cangrejos y hasta dos motarras amarradas a cada una de sus bandas, ¡que horror!.

Hoy el cocinitas del capi les soprende con una caldereta de langostas, que valientemente han sobrevivido toda la travesía haciendo surfing por mi popa, amarradas dentro de su red. Noble fin para ellas, aunque antes le dieron un buen mordisco a su capturador en uno de sus chapuzones. Por la tarde, tras ver asombrados, como el catamarán de mochileros levantaba el ancla y desparecía a toda máquina por el pequeño canal de la barrera de coral, espero que no lo intenten conmigo, cogen la dingui y todos sus bártulos de buceo y se van hacia la barrera. Ferdy quería enseñarles los tiburones y las mantas que habían en una zona que había buceado en su singladura anterior con sus amigos pescadores, pero por más que dan vueltas con la dingui, no consiguen dar con el lugar, todo era poseidonea. Barrera para arriba, hacia una punta de la isla y luego de la otra, pero finalmente reconoce que su memoria de pez no le dejaba acertar con el WP y a pesar de lo que han comentado en varias ocasiones de llevarse uno de los GPS portátiles que tienen a bordo y dejar grabado los WP de los sitios buenos de buceo, siguen sin hacerlo. Así que solo han visto una raya que me ha cruzado la proa nadando y se han dado un pequeño chapuzón, por aquello de no volver a bordo sin mojarse.

El peque, que se ha hecho el amo y patrón de la dingui, les trae planeando hasta mi y justo al llegar, ven que tenemos nuevo vecino, un americano que parece navega con dos niños pequeños, de unos 6 y 10 años, que se encargan en proa de echar el hierro, varias veces lo intentan, hasta dejarlo a una distancia prudencial por mi banda de Br. Como siempre todos los que ya estan fondeados siguen atentos la maniobra, y alaban a los peques que se encargan de todo en proa, no tanto del padre, que no parece controlar mucho la arrancada del barco, igual se echa encima de la cadena como se pone popa al viento. Pero simpático parece, ha saludado varias veces mientras hacia la maniobra. Mientras en el Open 60 que tengo a mi Er hay quedada, por la cantidad de dinguis amarradas en su popa, pero parece que son todos americanos.

El domingo fue un gran día, por fin mi tripulación vió tiburones. A primera hora de la mañana cuando estaban cada uno en sus tareas matutinas, se acercó a mi regala el vecino que llegó ayer tarde con los dos niños, para proponer a Rubén que les acompañara a una excursión que iban a hacer por tierra. Han estado un par de horas de expedición y han aprovechado para quemar también la basura, a su vuelta les han invitado al ángelus, el padre se llama Felipe y es un Californiano que lleva 20 años navegando por el Caribe, sus hijos, panameños, de 6 y 12 años, se llaman Taylor y Maikel, les han estado diciendo donde es el mejor sitio para bucear y que los acompañaran esta tarde. Antes de comer han ido ellos justo delante de mi proa, pero la corriente era tan fuerte que era imposible estar así que han cogido la dingui de nuevo y han intentado encontrar la pared del canal de paso y como era la baja mar la han encontrado. No había tanta corriente pero bastante profundidad y una gran pared de coral, en poco tiempo estában ya junto a las olas grandes de la barrera que les han dado un pequeño revolcón y han pasado un momento de stress hasta que han conseguido salir de ellas y retomar el camino de vuelta. Al ir para fuera se han cruzado con 3 rayas tremendas de puntos blancos y a la vuelta han visto al gran tiburón que vive en la cueva y que tantas ganas tenía Ferdy de enseñarles, aunque ha salido nadando y se ha perdido en la profundidad, cuentan emocionados cuando vuelven a bordo.

Después de comer se han ido con los vecinos a la barrera del otro lado de la isla de babor. El lugar era precioso, cuentan también, hasta unos 8 metros de profundidad pero los corales como grandes montañas subían en algunos sitios casi hasta la superficie y entre medias arena blanca que el sol que todavía les acompañaba, le daba una luz fantástica, aunque había algo de corriente y mucha suspensión que no les dejaba ver con mucha claridad, pero a pesar de ello han visto otros tres tiburones gato, una barracuda, un par de peces luna, ¡están entusiasmados! y a pesar de lo que se esperaban, Li no se ha asustado. Además Ferdy ha pescado una langosta, dos cangrejos enormes y un calamar y, el niño pequeño del vecino, un pargo muy hermoso, su primera captura. Los dos chavalines bucean como peces, igual que Rubén, aunque estos van ya con armas, uno con un tridente y el otro con un pequeño arpón, por eso Rubén a reclamado que él también quiero pero todavía creen que es pequeño, aunque él no tiene miedo, cada vez que pescan es él quien ha cogido la presa y la ha llevado corriendo al dingui, para evitar que los atacaran los tiburones para quitársela. Realmente ha sido un gran día, de nuevas amistades y nuevas aventuras, compartidas con un equipo mayor. Y el sol, presente casi todo el día, nos ha regalado una luminosidad preciosa y les ha permitido disfrutar de un pequeño sunset, aunque este viaje no se caracteriza por ellos, porque casi todas las tardes se nubla, y las noches son negras como bocas de lobo, porque las nubes no permiten ver ni la luna menguante ni las estrellas, pero así es la vida en el mar, ningún día es igual al anterior.

El lunes al levantarse, recogen todos juntos toldos, etc para arranchar y ponerme a son de mar, hoy navegaré hacia Cayo Limón, nuestros vecinos americanos, les adelantaron y además se lucieron haciendo una salida del fondeo a vela, ¡si señor!, pero ellos iban hacia Cayo Bandero. Les da pena dejar atrás estas aguas turquesas de este fondeo en cayo Holandés, por eso le llaman Swiming pool, pero debemos seguir nuestra ruta. Seguro que volverán a encontrarse en otro momento, por Panamá o por cualquier otra parte del mundo, como buenos transmundistas, nunca olvidas un barco amigo, y al final todos son una gran familia en el mar.

Hoy Lorenzo nos acompaña desde primera hora pero no Eolo, que perezoso solo nos ofrece 4 nuditos y portantes, así que me han izado Mayor para estabilizar y han sacado la trinqueta para ver cómo estaba y estaba francamente bien, un poco enmohecida la baluma y el pujamen, pero como realmente esa es la protección UVA y no la vela en sí, pues al capi no le ha preocupado demasiado. Cuando estaban próximos a nuestro Way Point, nos hemos cruzado con Espartaco, el italiano amigo de Ferdy, iba con rumbo encontrado, y delante de nosotros iba un catamarán con el Spi fuera que le ha puesto los dientes largos a Li. Pero hoy prevaleció el curry y como había poco viento, Ferdy prefirió probar suerte y dar gusto al peque, aunque ambos se han quedado compuestos y sin novios, él sin pescar y ella sin navegar a vela.

Era la primera vez que entraba a Limón oeste, así que cogieron la guía y me grabaron los WP del canal de entrada en mi plotter pues escasamente hay una sonda de 2,5 m y yo calo 2,10m. Nada más arribar vi al Nirvano en el canal de entrada, echaron mi ancla un poco más adelante, en 13 m., en esta ocasión se fue Li a proa con el peque, que se encargó de todo y Ferdy se quedó gobernandome al timón, con tan mala suerte, que al dar atrás para que clavara, se ha enganchado la red de las langostas que llevan colgando por popa y las han perdido, ¡qué suerte han tenido y que cara se le ha quedado al capi!. Rápidamente me ponen los toldos, porque hacía un calor exagerado, la teca de mi cubierta les quema la planta de los pies, mientras se han acercado ya Javier y Benua, a saludarles. Han quedado con ellos para tomarse una birra al caer el día en el chiringo de la playa, donde tienen que bajar para comprar el butano y algo de bebida. Es de una familia cuna que junto con un holandés, un tal Yogui, gestiona también las boyas de fondeo.

Esta es una zona donde muchos armadores dejan sus barcos para volver ellos al continente y les sale más barato que pagar una marina, de hecho les han dicho que no había ninguna boya libre hasta Noviembre. Por lo que no me dejarán aquí y me alegro por ello. En el chiringo han podido conectar 1h internet por 3$ y comprar unas cervezas y coca-colas, porque gas ya no les quedaba. Pero han regresado pronto a bordo buscando refugio de las dichosas chitras, que ya al llegar les han molido a picotazos, tanto a Rubén como a Li, en la excursión que han hecho por la playa para hacer unas fotos. Hay unas cabañas abandonas que eran un hotel pero que su dueño, indio cuna, ha dejado al dedicarse a la política. Han pasado la noche cerrados a cal y canto y con el aire puesto para que no les picaran más. Nuestra posición 09º 32,67 N 078º 53,99 W.

El día amaneció de nuevo gris y lloviendo, por lo que retozan en los camarotes hasta las 9:00h, hora a la que se levantan, llega Javier y se van a bucear un ratito por una zona del Reef que él conocía, bastante bonita al parecer, llena de calles de arena y cuevas, en la que de nuevo el equipo ha pescado 5 peces entre pargos y jureles, que los que cenarán hoy. Para comer, el cocinita de Ferdy les ha deleitado con un pollo a la pepitoria y gazpacho andaluz y Javier ha traido una estupendísima tortilla.

El día aclaró y pudieron tener un tímido "sunset" que sola Li disfrutó en la hamaca, mientras ellos tres se entretenían probando un aire acondicionado que le vendió un navegante recientemente a Ferdy porque necesitaba recoger fondos para volver a casa. Por la noche bajan a la playa la basura y se toman unas cervecitas mientras el peque se conecta a internet para bajarse el programa que necesitan para poder ver las pelis grabadas. La tertulia, como siempre, de navegar, sobre los planes y sueños que tienen cada uno. Javier les cuenta la mala singladura que tuvo bajando a Lanzarote en la que pilló F11 y una ola le tumbó completamente el barco. Dice que estuvo a punto de vender el barco allí mismo y desistir de este estilo de vida, al que al parecer se ha refugiado buscando el olvido de amores pasados. Aunque navega solo, no es un navegante solitario, le gusta relacionarse y estar con gente y dice que lo que más le gustaría sería encontrar una pareja que le acompañara en su proyecto, como les confiesa durante la cena en mi bañera. Preparan los pescaditos, los pargos a la plancha y los jureles crudos con soja, aunque no todos comieron, los que lo hacen se chupan los dedos. Mientras ven una película titulada "la cena de los idiotas" y entre sus tonterías y el picor horroroso que le producen las picaduras de las chitras a Li ha estado a punto de desesperar, varias veces sube y baja mis escaleras, no sabe si cobijarse dentro o permanecer fuera, pero a pesar de que me rocian con antirepelente constantemente no consigo evitar que sigan estando a bordo.

Al día siguiente, convencen al capi, siguiendo la sugerencia de Javier, para que navegemos hasta Salardu, e incluso hicimos un rápido fondeo en Dog Island para ver el pecio que hay allí. Es un mercante que se hundió en 1950, y todavía vela parte de él, está solo a unos 5m de profundidad en una playa de arena blanca, por lo que se ve fácilmente haciendo solo snorkel. Les ha parecido impresionante, porque había crecido coral y todo su casco estaba revestido de coral de todos los colores, y los bancos de peces abundaban, aunque a mi ciertamente no me hace ninguna gracia. Y de allí al fondeo en cayo Salardu, aunque al llegar allí en lugar del Animamare, como nos había dicho Javier, encontramos a Espartaco, ahora ya con su mujer que amablemente ha regalado a Li una hoja de la planta de Aloe Vera que llevan a bordo, al verla desquiciada con los picores de las chitras. Ellos les han invitado a una paellita que han decidido hacer con las langostas que les quedaban. Javier con el Nirvanu llega poco después haciendo toda la maniobra del fondeo a vela, justo a tiempo para unirse y cuando van a invitarle, les enseña su barco a Rubén y a Li, un barco con solera, en el que dicen que se han trasladado en el tiempo y no han podido menos que alabar la buena carpintería interior que hacían antaño. Tiene una gran manga de 4,20m, como yo, a pesar de que este es solo un 40 pies, 10 pies menos que yo, y la cubierta es toda lisa, lo que le permite facilitar a sus charteristas hacer de tripusoles. Pero no me sienta mal que me comparen. Estaban ya en el café cuando han visto arribar al Animamare a la calita, como mascarón de proa la preciosa Adriana y su capitán, Eduardo, a la caña, me han dado una vuelta por la popa cantando el himno nacional español, ¡son auténticos!. Más tarde han venido a saludarles con una jarra de sangría al estilo caribeño, (te apañas con lo que tienes) y en este caso llevaba de todo lo que tenían de fruta y un poquito de canela. Quedan para cenar todos juntos como despedida, por supuesto a bordo mio, soy el barco más grande y no se atreven a bajar a la playa por las chitras.

Adriana cocinará una barracuda que tenía Espartaco. Aunque aquella tarde en el último buceo de estas vacaciones, han dejado a Rubén el arpón pequeño y se ha estrenado bien. Primero Ferdy pilló un pargo y luego se le puso a tiro una Castañeta, un pez plateado y enorme, con grandes ojos negros. La segunda vez que se le cruzó no dudó en dispararle y le dio, pero fue Rubén quien lo remató. De vuelta hacia la dingui para dejar la captura, se les ha cruzado una barracuda que había olido sin duda la sangre y de la que les han costado deshacerse de sus desafiantes dientes que les mostraba para amedrentarles. La alegría era tan grande, que han dado una vuelta por todas las embarcaciones, luciendo su trofeo. Luego ya en el barco tocaría la tarea, no tan amena, de limpiarlo y filetearlo, pero hábilmente lo hicieron en el mi espejo de popa Ferdy y Rubén rememorando una y otra vez tan glorioso momento.

Adriana preparó la barracuda al papirote con aceite de cayena y tomatito y dos tremendas tortillas, Espartaco trajo una botella de vino blanco, Javier trajo una fantástica plancha para asar, Benua trajo su portátil para pasar a mi tripu las cartas de Costa rica y Honduras, y por último se unió a la quedada Yovani, un italiano que navega en solitario y que les dejó pasmados a todos cuando en las batallitas marineras de la sobremesa, les contó la tremenda experiencia que tuvo cuando ¡chocó una noche navegando con un gran mercante!, el grosor de la fibra de su barco sueco de 37 años fue sin duda lo que le salvó. Brindan varias veces y se dejan sus mails en mi diario de a bordo, para seguir en contacto por mar y tierra. ¡ Nuevos amigos que les ha regalado el mar.! La noche fue lluviosa y tormentosa, como anunciaban durante la cena los relámpagos que nos envolvían.

Al despertar a las 07:00 a.m. seguía lloviendo. La dingui tenía dos palmos de agua que tienen que sacar a cubazos mientras arranchan para zarpar, aunque las rachas de viento, de veintitantos nudos no les dejan, en un primer momento, recogerme los toldos e incluso llegan a plantearse la necesidad de tener que abortar sus planes y retrasarlos por la meteo, pero finalmente aprovechando que baja a 4kn, quitan todo rápido, suben el hierro y salimos sobre la misma estela que habíamos marcado al entrar. El peque sigue durmiendo y sigue lloviendo, Li se pone la chaqueta de agua sobre sus pantalones cortos, pero el capi prefiere ir en bañador, endulzándose. Se hacen huevos fritos y beicon para desayunar justo cuando navego por el “paso del edén”. Me han izado la Mayor para que no me bambole tanto, aunque tenemos que seguir a motor, no tenemos viento y el poquito que hay en el morro, ¡como siempre!, y ¡sigue lloviendo!.

Para la hora de comer entrabamos en Turtle Bay, solo pasaban 2 horas de la baja mar, así que la sonda llegó a marcar 1,6 m solamente, voy haciendo canalillo en el fango con mi quilla. Todos los muchachos de la marina vienen a ayudar para el atraque, es un acontecimiento que llegue un barco a esta marina con tan poco movimiento todavía. El resto del día arranchan, me quitan velas, secan sus ropas de buceo, toallas y colchonetas que la tormenta me ha empapado, hasta que se hizo de noche y tienen que encerrarse en el interior para que no les coman las chitras. Están por todas partes cubriendo mi blanca cubierta.



Quedan con un taxista, para que los recoja mañana y hacer turismo por Panamá hasta que salga su vuelo. Mientras yo aguardaré paciente su regreso.Es el principio del fin de sus vacaciones, pero en esta ocasión no les invade tan brutalmente el desánimo pues les aguarda el Libertyenlamar, un velero de 40’ con quien los compartiré por el Mediterráneo.
























Comentarios

Alvaro ha dicho que…
Qué bien que estés disfrutando tanto de tu vida marinera, Liberty.

Mis circunstancias me llevan por ahora por otros derroteros, pero es agradable saber que hay gente que puede cumplir esos sueños y compartirlos con los demás.
liberty ha dicho que…
Gracias a ti Alvaro, por leerme. Estoy segura que cuando vuelvas a desear navegar tu derrotero volvera al ancho mar.

Bssss salinizados
Alvaro ha dicho que…
No si deseos hay, lo que no hay son circunstancias :D

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