LIVING ST. MAARTEN
Dicen que es mejor no escribir online, mientras
suceden las cosas, porque entonces te limitas a hacer un mero reportaje de los
acontecimientos que van sucediendo, y porque además por escribir el pasado (de
hace unos minutos) te pierdes el presente (el instante preciso). Hay que
dejarlo digerir, y entonces, y solo entonces, escribirás la esencia, lo que de
verdad te aportó y dejó poso en ti.
Y eso es lo que ha ocurrido con este relato, lo abrí
en el 2014, a los 4 meses de estar allí, y solo una frase quedó escrita: "
Creo que ya he pasado por todos los estados de ánimo posibles..." y
ciertamente, ese puede ser el resumen del año vivido allí. Un cúmulo de estados
de ánimo, desde la euforia y la ilusión de los primeros momentos, los nervios
por tenerlo todo preparado para cuando llegaran los hijos, la ilusión por crear
un entorno bonito, si es posible crear algo así cuando ya estás en el paraíso
o, lo que nos han dicho y tenemos todos en mente que es el paraíso, porque al
final compruebas que, el paraíso esta allí donde consigas estar feliz y
sobretodo con quien compartas ese cachito de existencia....
Luego vino la
nostalgia, de todas las personas queridas, que ni las sesiones de Skype
consiguen amortiguar, y también la decepción, cuando te das cuenta que no es más
maravillosa tu vida por estar inmerso en un paisaje espectacular, si no estás
bien contigo misma y con tus semejantes. Y también hubo temor, temor por la
propia vida, cuando nos vimos inmersos en un huracán y ves como una decisión y
el estar en el lugar y momento inadecuado, te puedes jugar la vida. Hubieron
momentos de paz, de largos paseos por la playa hablando conmigo misma. De relax
y desconexión y desintoxicación del stress de la jungla de cristal y asfalto en
la que tantos años había estado atrapada y sobretodo liberación, liberación de
ese cautiverio de traje y corbata en el que me encontraba durante los últimos
años.
Echas de menos hasta las estaciones del año,
cuando siempre es verano y siempre tienes las mismas horas de luz y de noche, y
dices, y donde está mi cambio horario de este año? y mi invierno? y hasta te
apetece volver para ponerte un abrigo o un buen suéter de lana.......
También te sientes orgullosa, orgullosa de ver cómo
te vas integrando poco a poco, aunque solo lo percibes cuando vuelves y ves que
tu ritmo ya no era el de aquí. Orgullosa cuando ves que tu inglés, y sobretodo
el de tu hijo, empieza a ser entendible. Orgullosa cuando ves cómo nos hemos
integrado como familia y consensuamos todas las decisiones importantes. Orgullosa de ver como dia a dia levantamos una empresa. Orgullosa
cuando poco a poco ya tienes hecho un círculo de amigos y caras conocidas, que
te saludan al entrar en los lugares y ya no te sientes un turista.
Esto y solo esto....o, nada y menos que esto, es
lo que me ha quedado de mi estancia en St. Maarten, un relato seguramente muy
distinto, al que hubiera escrito, si lo hubiera hecho en ese preciso momento…
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