PROVIDENCIA CON EL MAVERICK

Nada más afianzar el fondeo monto mi hamaca para ver el sunset, aunque Bush, el agente de aduanas no le ha dado cita hasta mañana, el capi propone bajar a tierra a inspeccionar la pequeña ciudad. Desde el fondeo se divisa una isla más pequeña que San Andrés, con muchas menos casas y muy montañosa, aunque éstas están totalmente marrones con árboles sin hojas y algunos derrumbados. Luego ya en tierra vemos muchas casas destruidas y abandonadas, aunque hay un lindo paseo de maderas de colores, de reciente construcción sin duda, que discurre al borde de la costa y desde el que divisamos un precioso sunset. También es muy colorido el puente de madera y peatonal que une ambas islas, Santa Catalina, mucho más pequeña y Providencia. Por San Google averiguo que efectivamente hace sólo 3 años, en noviembre 2020, fue devastada por el huracán IOTA, de fuerza 4 y parece ser que aún están en reconstrucción, la propia naturaleza incluida. Descubrimos en la calle paralela a la del puerto una zumeria, donde damos cuenta de un zumo de mango y de tomate de
árbol, lo malo es que las chitras, los diminutos mosquitos de aquí, dan buena cuenta también de mis piernas y pies, grrrrr. También vemos un pequeño súper, con un poco de todo, como nos advirtieron y algunas tiendas más, una heladeria, una Bakery y hasta un cartel en un cartón delante una casa que advierte que te da cambio de dolares, eso si, solo billetes grandes, de 100 y 500$. Al día siguiente el y John bajan a ver a Bush, el agente de aduanas, para hacer el check in de entrada en la isla y a quien nos dirigió Rene, mientras yo me quedo preparando la comida, ya que la idea es irnos a hacer snorkel cuando regresen. Hierbo el pulpo y preparo el Pelao en la bandeja del horno, al no tener congelador a bordo no aguantan más. Me voy con John, porque el capi desiste y paramos en dos wp, al bordear la punta de Santa catalina que tenemos por nuestra popa. El primero es horrible de visibilidad, hay algo de coral, pero también vemos árboles y palmeras en el fondo del mar, restos del nombrado huracán todavía. El segundo wp es algo mejor de visibilidad pero nada especial en cuanto a coral ni peces. Al final bordeamos con la dingui toda Santa Catalina hasta aparecer por el puente que une ambas islas. Hacemos un alto en su velero y nos tomamos unas birras, Hatia es un 45ft con solera, eso se nota por sus maderas y puertas de los tambuchos, todas de marquesinas. Esta lleno de pequeños y curiosos detalles, recuerdos de lugares exóticos visitados, en tantos años de navegación sin duda.
Por la tarde, mientras siesteo en mi hamaca entre negrito y negrito que me endulza, aparece John para invitarnos a ir al catamaran Británico, ellos zarpan mañana y quieren despedirse. El capi duerme, así que me voy yo sola y le envío un mensaje para que se una más tarde. Pero no aparece. Peter y Madelaine son una pareja de setentanarios británicos, el Cata no es de serie, es muy especial, por fuera y por dentro, parece que realmente estemos en el salón de su casa. Porque fuera sigue lloviendo, el mayor chaparrón justo se lo llevó John, pobre, mientras me esperaba, llegó totalmente chorreando, jajaja. Todos llevamos algo para compartir y yo recibí una gran máster class de inglés, porque cuando intenté hablar español con la chica chilena de la otra pareja que había, del otro catamaran contiguo, más grande, y con una niña de 3 años, Peter me dice que no, que hablemos inglés para entendernos todos, todos menos yo, uff que difícil me es el listening. Aunque algo lo hacemos, lo suficiente para enterarme que ellos llevan solo 5 años navegando y curiosamente aunque compraron el catamaran aquí en el Caribe, me cuenta que lo llevaron al mediterráneo y justo en Valencia le hicieron el “refit” antes de zarpar en su aventura en el 2018. Su hija nació en Roma en plena pandemia. Vidas inusuales con historias que me maravilla escuchar siempre. Cuando regreso intento contarle al capi pero finalmente desisto ante su expreso desinterés. Nuestra convivencia se limita muchos días a compartir los pequeños momentos de la comida en la que a veces hay alguna conversación, si no está mirando el móvil, aunque sin mucha profundidad, pues ya hemos comprobado que en muchos temas tenemos ideas e ideologías completamente antagónicas y ya le he dicho la regla de oro, a bordo mejor no hablar ni de religión, ni de fútbol ni de política y esto último le fastidia bastante porque le encanta. Y la mayoría del tiempo me siento como su hermana mayor, porque el se empeña en recordarme que tengo unos cuantos años más que él y lo cierto es que a veces ejerzo de ella recordandole las normas más básicas de educación, y que parece haber olvidado en estos dos ultimos años viviendo solo. Procuro centrarme en lo bueno y agradecer que me esta compartiendo su barco, su hogar flotante y ese es el precio, jajaja. Como dice una muy buena amiga que es una reina, vivimos en un mundo bipolar, todo tiene su lado positivo y negativo, y todo está bien si sabes reconocerlo y aceptarlo. Al día siguiente de nuevo me voy con mi vecino John, a pesar de que fue el capi quien propuso bordear la isla con la dingui, pero en el último momento se ha rajado, así que ni corta ni perezosa salto de nuevo a la dingui de John y emprendemos viaje
hacia el Sur, no perdiendo de vista al enorme negrito con manga de mar incluida que se desplaza de NW a SW. Pasamos por el Bar beach del que ya me había hablado y en el que hacemos una parada a nuestra vuelta para tomarnos unas cervecitas, es muy humilde, aunque extrañamente encontramos una pareja de turistas en él. El mesero tiene un pequeño chambao de uralita con una mesa donde tiene desplegado todo su arsenal de botellas de alcohol, estamos lo justo para intercambiar unas palabras con el en relación con la isla y finalmente decidimos volver ante la ausencia de corales por todo este lado y cruzar bajo el puente directos a la barrera de coral. Por fin los nubarrones dejaron paso a un brillante sol que nos guió el camino turquesa entre los corales hasta el mismísimo “reef”, allí acabamos de equiparnos y nos tiramos al agua arrastrando la dingui con nosotros. Resultó un increíble paseo como si de una ciudad se tratara a vista de pájaro, hay como unos 10m de profundidad, pero el agua es cristalina, calles y pasadizos de arena discurren entre diferentes estructuras de coral de diferentes tamaños, algunas tan altas que llegan
hasta la superficie. John va filmando con su nueva Gopro aunque el mejor recuerdo estoy segura será el que nos llevemos en nuestra retina. Lo único es que no hay mucha vida marina, una manta raya, una gran barracuda que nos muestra, como no, sus afilados dientes, alguna pareja de angels blue y un gran banco de pececillos negros alrededor de un gran pez loro negro y azul que parece la madre de todos! Jajaja. Solo por este paseo ya ha valido la pena la visita a la isla, rara vez consigues las condiciones ideales para dar un paseo así sobre la misma barrera. Ha sido impresionante, hemos estado más de 1h, a la vuelta hoy seré yo quien invite a John a la cervecita mientras el capí intenta ayudarle con el problema que tiene con su conexión a Internet, llegando a la conclusión, de que Claro, la empresa a la que contrato la SIM, no tiene cobertura aquí. Por la tarde bajamos a tierra porque el capi ha decidido solicitar el zarpe para mañana, esta harto y dice que no le gusta y no tiene nada esta isla y si no nos vamos mañana ya no tendremos viento hasta el lunes. Bush no es como Rene, es más rígido y todo son problemas, no puede darnos el internacional y se queja de que hemos ido muy tarde y hasta mañana no firmaran el
zarpe en capitanía y sin él no podemos irnos. Grrr. Y aquí estamos esperando, a pesar de haber madrugado y estar listos desde las 08 a.m que nos dijo. Me entristece dejar a nuestro vecino John sólito, pues los otros dos catamaranes ya zarparon también y él mismo nos envió anoche un mensaje para convencernos de quedarnos con el hasta los carnavales que serán en un par de semanas, pero para entonces esperamos estar ya cruzando el canal, habiendo visitado antes algunos Cayos y San blas. Son las 10:45 HRB cuando por fin nos dan el permiso, yo creo que se ha vengado porque ayer le dijimos que su isla no valía los 40$ que nos habían cobrado por estar allí. Pero no levantamos el ancla hasta las 11:15hrb, porque el capi está ajustando algo en el motor. ¡ Realmente esto está siendo un máster en paciencia!. Pongo ruta automática en el navionics y nos traza la misma que nos envió John y que coincide también con las cartas de la Confederación Hidrográfica de Colombia que nos pasó Michael y que tienes que leer con el OpenCPN. Vamos a motor en una sonda de no más de 6m, aunque el capi ya ha sacado rápidamente las dos velas, a pesar de que aún no portan e incluso trasluchan en algún momento. La orografía de la isla no nos permite ver el viento establecido real todavía.
Finalmente no hemos tenido viento, pero si mucha agua por un enorme negrito que nos alcanzó de lleno. Fue justo cuando me baje a cocinar, como Murphy no falla, note que empezaba a moverse más y por el tambucho de la cocina veía como se embravecia el mar y empezaba a llover. Quité la olla y la ajuste en el fregadero y subí, el capi recogía raudo todas las colchonetas y me advertía que estábamos rodeados 6 millas a la redonda de tormenta. Menos mal que solo era lluvia y truenos, poco viento, de momento, aún así le recordé recoger la Mayor que aún llevábamos entera como precaución y me puse a estudiar en el radar el desplazamiento del núcleo. Cuando estuve segura que iba hacia Er y divise un hueco a Br, le propuse cambiar nuestro rumbo unos 60° para escaparnos cuanto antes por Babor aunque nos supusiera un rodeo. Lo que aceptó y me puse a ello, modificando 10 a 10 el rumbo del piloto automático. Así conseguimos escapar en poco más de 30’ y poder seguir con la comida, no sin haber aprendido la lección, nunca elegiré menú sin mirar antes el radar, jajaja. La receta fue pollo a la BBQ, sabor que consigues cocinandolo con ketchup y cocacola, pruébelo, para chupárse los dedos, como dijo el capi, y solicitar una siestecita. La que le concedo tras el friegue de la vajilla, que últimamente se había escaqueado demasiado de ello, reconoce. Mientras yo saco de nuevo la Mayor y voy un ojo en la electrónica y otra en este diario de bitácoras. Nos quedan unas 10 millas, llegaremos ya de noche, pero expresamente dice que no le importa porque ya lo conoce, aunque yo le había
propuesto como alternativa arrumbar a the Cove en el lado W que es todo arena fina y con suficiente calado, pero el tiene ganas de ciudad y dice que más vale malo conocido que bueno por conocer…..aunque hoy la frase de la travesía ha sido “ quien elige el mar por placer va al infierno por diversión “ jajaja y algo de eso debe haber de verdad entre la gente que nos apasiona navegar porque a pesar del tormenton que nos ha pillado yo he disfrutado del dia de navegación, me he relajado durante horas mirando simplemente al infinito azul y al vaivén de las olas pero también he estado atenta y pendiente de todo y el capi lo percibo igual, tranquilo, muchos ratos tumbado en la bañera pero mucho también frente al pie de bitácoras observando todos los parámetros y analizando la información que nos da la electrónica, trimando velas, revisando el motor, que hoy está siendo el protagonista, etc, lo veo activo y eso me gusta, la vida fluye sin problemas a bordo y además siempre que navegamos es una magnífica oportunidad para ordenar “lo máximo posible “ sus herramientas y arranchar el barco y eso me encanta. Para la aproximación ya se levanta, se ha percatado de que ya puse las luces de navegación y se mofa de lo reglamentaria que soy. Ya es de noche profunda cuando iniciamos el canal, tenemos las luces del balizamiento pero además tengo el navonics con la mejor ruta y coincide además con los 2 trazados que tenemos ya grabados en el plotter de a bordo, aún así bajamos el antirociones y vamos ojo avizor ambos. No hay viento, pero tampoco luna, esta totalmente encapotado de nubes y la noche es muy oscura. Aunque vamos distinguiendo las luces de tierra, el faro del Cayo Acuario y al final hasta las de fondeo de los veleros vecinos. Inicialmente me voy a proa a preparar la maniobra pero una vez no consigo quitar el sistema de seguridad así que vuelvo rápida a decírselo e intercambiamos los puestos. Me quedo yo al timón y el se va al ancla y ya cuando vuelve me sorprende diciéndome que haga yo el fondeo. Aunque hay calma chicha a penas veo a los barcos de los pescadores fondeados y sin luces. Intentamos calcular bien la distancia para echar los 50m como la vez anterior, tenemos 3,5m de sonda. Pongo suave la marcha atrás hasta que estira la cadena y el comprueba que efectivamente nos quedamos a una distancia razonable de los catamaranes vecinos, son los dos que conoci en Providencia y que zarparon justo antes que nosotros. Rápidamente baja el dingui y bajamos a tierra, viene con ganas de civilización y pizza! , jajaja Como siempre a las 07 a.m ya estoy en pie, el calor y la luz, a pesar de mi antifaz no me dejan demorarme. Me pongo en la proa mirando de nuevo el mismo paisaje de este mes anterior y que ya me es tan familiar. Hago mis estiramientos ya aprendidos, pues no tengo Internet para mi clase de yoga y mi meditación, saludos a la familia y me pongo al día de los avances en las gestiones que conllevan el fallecimiento de un ser querido y que he tenido que delegar en mi hermana pequeña, buena discípula desde que nació, jajaja. Empiezan a pasar las barcazas de los lugareños destinadas a pasear a los turistas hasta los Cayos, ya van con la música a tope y bailando aunque vaya solo el conductor. Muchos me saludan a diario, me maravilla lo felices que se les ve aunque sean humildes. Rene nos cita para las 11h en la Marina para gestionar el zarpe internacional y pasamos una 1h larga con él, la burocracia aquí es tediosa, aunque el la ameniza ciertamente viniendo hasta la marina y entre risas y bromas y el capi pone el puntazo trayendonos unas bebidas fresquitas. Luego al súper, en los Cayos y en San Blas no tendremos donde comprar, verdura y fruta a tope, allí esperamos conseguir pescado fresco. La compra hoy ha subido a más de 1 millón de pesos, las cifras son tan grandes que nos escandalizamos, aunque realmente han sido cerca de los 300$, ¿qué hemos roto.? jajaja la verdad es que la vida en estas islas es siempre cara porque todo lo traen del exterior. Ya tengo ganas de estar de verdad en medio de la nada y dejar de gastar, ya nos apañaremos seguro. Mi madre decía que la buena cocinera se apaña con lo que tenga, uff espero estar a la altura. Ganitas de dias sin civilización, solo mar, navegar, bucear y vivir como auténticos transmundistas.

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