El 49 ANTES DEL 50 ! O LA RUTA DE LOS BEACH CLUB DE LAS PITIUSAS!



Si me despisto lo publico después del 50.......bueno, ahi va, para quien me quiera leer y quien no....me da igual!!!
Como siempre, los imprevistos de última hora nos retrasan el zarpe. Este año más que merecido, con la bienvenida a este mundo de Macarena, la nieta de Fernando.
Tuvimos que hacer la compra y prepararlo todo en el último día, tras regresar de Madrid. La otra pareja de tripulantes, tampoco iban sobrados con las obligaciones laborales. Decidimos relajarnos y no agobiarnos y, tras brindar el sunset con una botellita de cava a bordo, junto con nuestros vecinos de pantalán, “El Pangea”, que además contribuirían a la travesía aportando su dingy y su motor auxiliar, tras la pérdida el año anterior de nuestra recién estrenada dingy.
Así que entre unas cosas y otras, soltábamos amarras a las 22:30 HRB del 8 de julio. Teníamos viento flojo y pequeña mar rizada del E, por lo que decidimos no sacar velas inicialmente. Pronto la tripulación masculina decidió irse a dormir y nos quedamos las dos féminas haciendo la primera guardia, seguras que la conversación para ponernos al día, después de tantos meses sin  vernos, nos daría para varias horas sin problemas. Y así fue, hasta las 05:00 a.m. que los llamamos, ya rendidas y decidimos rendirnos nosotras a Morfeo.
El viento había subido y el ángulo se había abierto, pero hacer ahora en medio del canal una maniobra de arriar la Mayor de noche, hizo que desistiéramos de ello hasta el amanecer, en el que sacamos la Génova y así arribamos a Ibiza a las 9:30h a.m., una hora menos. Nos dirigimos directos a Playas de Comte, al E de Isla Conejera. Una cala de agua turquesa, normalmente muy tranquila, donde nos bañamos y disfrutamos del primer baño en las aguas de Ibiza.
Después de comer y de una pequeña siesta, algunos fuera en bañera y hamaca y otros en los
camarotes, largamos el hierro y navegamos hasta Cala Grassio, una pequeña cala, donde el año anterior descubrimos un restaurante entre la pinada, donde decidimos bajar a celebrar mi cumple.
A la mañana siguiente, recorrimos con la dingui las proximidades y bajamos a tierra a por hielo, pero sin suerte, porque no nos quisieron vender. Así que subimos el fondeo y pusimos rumbo al N, porque según el parte se esperaba S. Fuimos a motor solo con la Mayor, que pronto, ante el flameo, arriamos también. Cerquita de la costa para apreciar el acantilado y poniéndole nombre a las distintas figuras que caprichosamente había formado la orografía en las rocas. Ya que era pronto, decidimos parar a mitad de camino en la ensenada de Aubarca. Una cala al NW que nunca habíamos entrado. En su fondo, arena y agua turquesas, alrededor de un pequeño islote, que debes dejar a tu E.
Varios veleros habían pasado la noche allí y un par más, llegaron mientras estábamos fondeados nosotros allí. Nos pegamos un buen chapuzón e hicimos snorkel, que por cierto fue de los más bonitos que he hecho en la isla, que rematamos con un ganado ángelus, antes de seguir la navegación hasta Cala Benirrás, la mítica cala con una piedra en forma de puño señalando al cielo
y donde históricamente los hippies se dan cita para celebrar a ritmo de bongos, la luna llena.
Nuevamente nos dimos un chapuzón para confirmar que el ancla había quedado bien agarrada y una siesta, antes de coger la dingui e irnos a la cala vecina, Port de San Miguel, a comprar hielo y algunas cositas más que faltaban. A nuestro regreso, próximo a la puesta de sol, nos sorprendimos gratamente al escuchar que desde la playa llegaban los sonidos de los bongos.
Preparamos rápidamente algunas provisiones, cervezas y snack, y nos bajamos a la playa para
despedir el sunset con ellos. Aunque únicamente cuatro personas tocaban los bongos, eran cuatro personas muy especiales, setentanarios, con pelo blanco, pero que evidentemente formaban parte de la tribu de hippies que en los años 70 invadió la isla.
Yo intentaba seguirlos con el pequeño bongo que llevo a bordo, pero sin demasiado éxito, aunque mi éxtasis era total, no podía creer la suerte que habíamos tenido siendo una semana antes de la luna llena. Y sobre todo, que nuestros amigos pudieran vivir lo que tantas veces les había relatado.
Tras el sunset volvimos a bordo, para que los mosquitos no siguieran con su festín, y nos hicimos una fantástica cenita bañada de buen vino español y reposada sobremesa con hierbas ibicencas, que hicieron que nuevamente las chicas, fuéramos las últimas en acostarnos, dándole a la blanda! Jajajaja.
El lunes, tras darnos el chapuzón en pellejillo matinero, como ducha diaria y arranchar todo a bordo, pusimos rumbo a bordear el NE de la isla, ya que el viento flojo del miso rumbo nos lo permitía. Con guía en mano iba relatando las distintas calas por las que pasamos, decidiéndonos a entrar en Cala
Mestella, una cala pequeña, donde nuestra quilla quedó rozando la posidonia y donde descubrimos el bar del Tío Bigote. Un pequeño restaurante de un pescador que solo hace un plato único, un caldero con lo que pesca a diario y da de comer hasta que se acaba. De hecho fue imposible comer allí, porque ya estaba completo, así que habrá que volver…
Solo otro velero pudo fondear delante de nosotros durante un ratito y después de un pequeño descanso seguimos navegando rumbo a Ibiza ciudad, ya que habíamos oído parte de temporal del Norte, F7 para las próximas 24 y además los tripulantes tenían que coger el ferry a Valencia desde allí. Así que llamamos por radio y nos garantizamos un amarre en el CN de Ibiza para esa noche. En el pantalán flotante, más extremo que tienen para transeúntes nos amarramos de popa,
con casi 20 nudos ya de NE, menos mal que conseguimos un amarre con muelles, porque entraba mucho mar y los tirones eran constantes. De hecho ellos fueron parte de la causa del resbalón que se pegó mi querida amiga al intentar entrar en la dingui y achicar el agua que había cogido durante la travesía.
Ya que, ya que estamos….pues aprovechamos para ir al Pereira esa noche, emblemático pub con música en directo, al principio de la ciudad antigua, que nunca te defrauda. Esa noche tocaba un grupo con una voluminosa vocalista negra que te derribaba con su potente voz, un batería que daba todo hasta deshidratarse y un guitarrista en consonancia. Los chicos se retiraron en el intermedio, pero nosotras nos quedamos hasta el final, bailando como poseídas y echando fuera todos nuestros demonios! Jajaja. Tras esto, dormir amarraditos, nos supo a gloria.
Al día siguiente echamos de menos el baño en pellejillo, pero no se puede tener todo, y el viento F7
realmente no paso de F5/6. Aunque el cielo estaba desapacible, medio nubladillo y era la mejor decisión para que ellos tomaran sin problemas su ferry, que hicieron a las 13h y nosotros soltamos amarras, rumbo a Formentera, haciendo previamente una parada en la marina Botafoch para repostar. No había nadie, así que el amarre fue fácil al llegar de través al pantalán de E y el viento nos retiraba, pero la salida, llegó una motora y la maniobra que habíamos pensado de dar la vuelta manteniéndonos amarrados de la proa no fue acertada, así que rectifiqué rápidamente y salí marcha atrás, hasta la bocana, donde viré en redondo y salimos de la dársena de Ibiza y su constante tráfico.
Nos recibió un mar del NE con olas de más de 2m y bajamos surfeando con solo Génova y haciendo puntas de 10 Kn para cruzar los Freus hacia Espalmador. Como no teníamos reservada boya no pudimos quedarnos y seguimos hacia Illetes, que estaba también a tope, pero tras varias vueltas, encontramos un hueco frente al restaurante Ministre y Juan y Andrea que venían anunciados en la guía. Pero bajamos a dar un paseo por la tarde en la arena y nos llevamos la desagradable sorpresa de que no daban cenas, así que andamos hasta el Molí de la Sal para reservar allí una vez más. Pero no podían venir hasta Illetes a recogernos, por lo que volvimos a cambar el fondeo para pasar la noche frente a él y poder bajar a cenar. La cuenta fue escalofriante, como siempre, pero la conversación valió la pena, frente al ventalón que mira al fondeo. Me temo que las islas Pitiusas van a morir de éxito, por lo menos para nosotros.
El jueves amaneció también nubladillo y más bien fresquito, totalmente desapacible para estar a
bordo, ni para nadar ni navegar. Además desde allí divisábamos como las nubes negras descargaban agua sobre Ibiza. Así que decidimos quedarnos y bajar al puerto de la Sabina en la dingui y darnos un paseo por los puestecillos del puerto, donde cargamos con regalos para los más pequeños y para alguna grande también, ……ya se sabe, quien reparte, reparte….se queda con la mejor parte! Jajajaja
Después de comer salió el sol, por lo que al despertar de la siesta levantamos el fondeo y pusimos rumbo a Ibiza, para buscar un fondeo tras Es Vedrá, en su parte SW, que nos diera mejor rumbo y aproximación para el cruce a la península. Cala Molí fue la elegida, pero nada más arribar, llegó una dingui y nos invitaron a conocer el Beach Club Maya de Cala Vedella (donde celebramos el año anterior mi cumple. Les dijimos que
iríamos si venían a recogernos, ya que tanto nuestra dingui como nosotros éramos mayores para hacer las 3millas que nos separaban y nos daba pereza, y como no, por supuestísimo que vinieron.
Un bonito lugar todo blanco, pero con poca concurrencia, cosa normal cuando vimos la cuenta. La comida no fue especialmente buena y les faltaba aun conocer algunas costumbres españolas, una vez más, se trataba de dueños italianos. Me temo que la mafia italiana está invadiendo las islas. Cometieron errores como no saber que era una clarita de cerveza, y nos quedamos flipados cuando le trajeron la cerveza y un platito con rodajas de limón natural! Jajajaja
La noche fue tranquila y apenas nos movimos, así que nos disponíamos a quedarnos en ella todo el día, si no hubiera sido porque a medio día rolo el viento a SE y la piedra que velaba a Br de la cala quedaba peligrosamente cercana a nuestra pala.
Aunque antes de cambiar el fondeo, nos dio tiempo a descubrir con la dingui, las cuevas próximas y otro Beach Club que había en la misma Cala Molí, que nos dejó boquiabiertos con su piscina y sus camas Tailandesas.
Nos tomamos una cervecita por 15€, alucinante y cambiamos el fondeo nada más comer, a ver si nos atracaban o algo, caramba! al Sur de Cala Tarida, en un fondo de arena y posidonia. Y como viene siendo habitual, tras revisar el ancla, hicimos un poquito de snorkel por las inmediaciones, pero solo volvimos con una bolsa de basura que fuimos recogiendo, que pena y que poco conciencia.
Sería nuestra última noche flotando, así que decidimos bajar para el sunset a la playa y comprar hielo. Allí descubrimos, como no, otro Beach Club “Tattar”, al más puro estilo ibicenco, desde donde vimos el sunset únicamente, no queríamos más clavadas, y nos fuimos a cenar y vernos una peli a la bañera de nuestro velerito, para salir al amanecer de vuelta a Valencia, tras lo que podríamos bautizar sin duda, en la ruta de los Beach Club de Ibiza!
P.D. No todo es jiji y jaja en las navegaciones, para información de todos, diré que en el diario de bitácoras, quedaría registrado un MD MD durante la travesía de ida, de la embarcación LUIVI con posición desconocida y peligro no definido, pero que se le había disparado la MMSI, anunciaban desde la estación de radio de Cabo de la Nao. Durante la travesía en Ibiza también oímos un PAN PAN de una persona desaparecida en la Bahía de San Antonio y en la travesía de vuelta, otro MD MD de la embarcación ESPERANZA, por parada de motor y vía de agua a 3 millas de Denia.

Comentarios

Juan Carlos ha dicho que…
y este año 50 jj

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