45CUMPLE EN FORMENTERA

Fue una buena idea gestada meses atrás, cuando tanto necesite de las sesiones de coaching de mis amigas. Maribel y Mina habían alquilado una casita en la isla y nos proponían a Pura y a mi acompañarlas, pero a mi se me antojaba mejor cubrir el reto de ir navegando con mi querido Libertyennlamar. Rápidamente formé una tripulación íntegramente femenina, para celebrar dicho aquelarre por mi 45 cumpleaños. Los temores e inseguridades iniciales fueron superados rápidamente por la vorágine del trabajo que, me mantuvo en vilo hasta el final y a punto de abortar el proyecto hasta el último momento. A pesar de ello y de mis mensajes amenazantes de dicho aborto, toda la tripulación e mantuvo firme y animosa, dispuesta a zarpar o no, según silbara. Es fácil hacer y deshacer planes así.

Finalmente el viernes a primera hora de la tarde estábamos en el RCNV, arranchando y estibando toda la compra, a falta solo de repostar gasoil, pero fue justo esa la primera prueba, cuando me dirigí a marinería para pedirles que me enviaran a un marinero y me informaron que la gasolinera la cerraban a las 16h todos los días. ¡No podía creerlo! ¿era una broma?, pues no, no lo era. Me tocó pedir prestadas unas garrafas y dirigirme a la gasolinera más próxima a por gasoil, ya que para las regatas llevo siempre el mínimo.
Soltamos amarras por fin, no podía creérmelo, eran las 20HRB, pero aún tuvimos que esperar un poquito a la salida de la bocana, pues finalmente navegaríamos en conserva con el Pangea, el barco de mis amigos Jane y Ximo, en lo que sería su primera travesía de altura desde que lo pusieron a son de mar. Aprovechamos la espera para subir la Mayor y preparar unos mojitos para brindar por el cumpleaños de mi querida amiga Leles, que finalmente había accedido a venir, aumentado así , si cabía con ello, mi alegría. También aprovecharon para darme un regalito para el Libertyenlamar, un precioso cenicero rojo muy marinero, de esos de saco de arena que tenía tantas ganas.

En cuánto vimos aparecer por la bocana al Pangea, sacamos Génova, paramos motor y navegamos a vela, en una ceñida, amurados por la banda de Er. Teníamos unos 15 a 18 nudos de SE, lo habitual en la zona por las tardes. Incluso llegamos a tomar un rizo. Corríamos a 7,5kn y el Pangea con todas sus velas desplegadas no nos alcanzaba. Eso sí, ellos iban completamente planos y nosotros totalmente escorados. Tanto Carmen, que era su bautizo, como Leles, que llevaba bastante tiempo sin navegar, echaron la pota por sotavento.

Ya al caer la noche, organizamos las guardias nocturnas pero fue cayendo el viento hasta obligarnos a poner motor. Recogimos Genova y arrancamos. Ya era completamente de noche, sobre las 12:00 p.m. algunas se habían ido a dormir ya. De casualidad miré hacia el cuadro eléctrico del motor y vi una lucecita encendida que no me parecía habitual, así que por radio informé a Fernando que estaba a bordo del Pangea con sus hijos. Se la describí y parecía ser la de la temperatura, me pidió que mirara si expulsaba agua, negativo. Que escupiera a la culata, ¡pero yo no tenía ni idea de lo que era eso!. Levanté la escalera y le escupí al motor entero, presuponía que estaba caliente pero no me atreví a tocarlo para comprobarlo. Salí rápido e informé puntualmente por la radio portátil. Proponíendo finalmente abarloarnos para que saltara Fernando y lo mirara.

Empezamos a preparar la maniobra. Paré motor. Pero con la Mayor tenía unos 2 nudos de arrancada. Informé al Pangea para que igualáramos velocidad. Hicieron un primer intento. Se aproximaba con su potente foco de cubierta y el sonido de su campana, que hacía sonar el bamboleo de las olas. Cual película de miedo. Los chicos en la banda con una amarra. Pero claramente vimos que era imposible. Su obra muerta es prácticamente el doble que la del Libertyenlamar y el exagerado bamboleo que nos producían las olas, hacían temer que se engancharan nuestras jarcias. ¡Abortamos operación! Se retiraron rápidamente, proponiendo juntar las popas para que saltara al agua y viniera nadando. No me gustaba nada la idea de tener un hombre al agua en plena noche, porque además la Luna no le había dado la gana de salir todavía y era muy oscura la noche.

Rápidamente nos pusimos a bajar la Mayor para eliminar totalmente la arrancada del barco. A grito desde el Pangea me pedían que pusiera la escalera, pero yo sabía que no era viable con ese oleaje. Mejor saqué una amarra y la tiré por popa. Antes de que me diera tiempo a hacer nada más, ni tirar el aro salvavidas, ni subir mi linterna, ya había saltado y de dos o tres brazadas estaba a bordo del Libertyenlamar, con un salto por la popa. Todas aplaudieron como si recibiéramos a ¡superman!. Rápidamente se bajó a ver el motor y como si lo supiera de antemano, abrió la tapa del impeler y el rodete estaba totalmente desgastado, por eso no expulsaba el agua y por tanto no refrigeraba. Afortunadamente tenía un recambio del rodete en la caja de herramientas, así que lo cambió y solucionado el problema.! Uff! Menos mal que venían en conserva y con él a bordo, porque sino, nos hubiera tocado quedarnos a la deriva hasta volver a tener viento y poner rumbo a vela hacia Valencia para que nos remolcaran y adiós a nuestro fin de semana.

Ya se quedó a bordo toda la noche, dormitando en el living hasta el amanecer. Primera prueba superada de...¡ la Gincana que resultó ser todo el fin de semana.!

Ya amaneciendo y al través de Es Vedra, divisamos un pequeño velero por nuestra amura de Er con rumbo de colisión y con el pabellón de Alquilavela, descubriendo finalmente que era mi buen amigo Alberto, el Negro Abelardo, en un charter que le habían contratado. ¡Con lo grande que es el mar y que coincidan nuestras derrotas!

Poco antes del ángelus, arribamos a Espalmador, donde habíamos reservado unas boyas. Entramos primero nosotros con el Libertyenlamar y por la radio le indicamos al Pangea por donde debía entrar. Rápidamente acudieron los guardas que controlan las boyas, aunque no nos sirvió de nada, pues ni sabían indicarnos donde estaba la nuestra ni siquiera si existía. Así que pillamos la primera que vimos libre, bajamos la dingui y nos fuimos hacía el Pangea para ayudarles en la maniobra, facilitándole la boya a mano. Menos mal que iba Rebeca a bordo, la única marinera. Ya firmes, devolví a nuestro salvador a su embarcación e intenté volver al mío. Pero para mi sorpresa, no conseguía hacerme con el dingui, no paraba de dar vueltas y con el ruido del motor no oía sus indicaciones de que me sentara en el medio, pues al parecer al ser tan pequeño el motor, mi peso hacia de orza y no me dejaba ir recto. Como pude llegué, algo avergonzada, tras la de Jaimito montada, y soltamos la boya para cambiarnos a otra más próxima a ellos y que identificamos al final como la que teníamos reservada.

Nuestro héroe además de salvarnos, nos había invitado a un arroz con bogavante en el Pangea, así que después de unos baños y alguna que otra cabezadita, preparamos una ensalada, y un vinito blanco y fuimos con la dingui a comer a bordo de nuestro vecino. Es increíble la manga y la bañera que tiene el Pangea, nada que ver con cualquier otra embarcación. En esos detalles es donde se ve que el barco está hecho a mano y pensado en todos los detalles.

También nos invitaron a cenar, pues iban a encender la barbacoa que lleva en la popa. Hamburguesas a go-go, que para eso iban expertos McDonaleros a bordo…jajajá…aunque nos retiramos pronto, el cansancio de la travesía hacia estragos en algunas de nosotras. Aunque a algunas aún nos dió para otro rato de tertulia acompañadas por unas copitas de cava y unas velas, momentos de esos que no puedes perderte grabar en tu retina, con el agua en calma, el cielo estrellado, la luna contemplándonos y sintiéndote diminuta ante la inmensidad del paisaje y a la vez afortunada por ser parte integrante de él.

Dormí de un tirón hasta las 9:00 a.m., ni la luz del alba me despertó y si lo hizo, inconscientemente me puse mi antifaz y seguí durmiendo. Aunque entonces no lo sabía, esas serían las únicas 6 ó 7 horas que dormiría en todo el fin de semana.

Aunque la boya la teníamos reservada para dos días, decidimos soltarla e irnos navegando hacia cala Saona, aunque previamente nosotras teníamos que hacer una parada técnica en la gasolinera de la Sabina para repostar.

No podíamos imaginar que habría cola. Así que entré directa y fue cuando me di cuenta que había otro velero haciendo cola, casualmente también valenciano y una barcaza de esas que hacen de golondrinas para cruzar de Formentera a Ibiza o llevar al personal a alguna cala. Y esa fue la causante de nuestra espera de una hora, como les abucheamos cuando se iban, que elijan otras horas por favor. También abucheamos a un atractivo muchacho que llegó en una motora de esas de corrupción en Miami, sus gafas negras y luciendo sus pectorales. Pero la mejor de sus sonrisas no le sirvió para colarse. Durante la espera también pasó alguien en una dingui a saludarme y felicitarme por el cumpleaños, era alguien de LTP que había leído mi post anunciándolo y con el nombre del barco era inconfundible…. La matricula de MA (Málaga) también dió de si lo suyo, todos nos preguntaban, ¿malagueñas? ¿solo mujeres a bordo?…….esta pregunta ya no la hizo de buena mañana en Espalmador un navegante en solitario que estaba fondeado a nuestro Er, al pasar nadando con su perro, con un tono medio de admiración, medio de miedo...jajaja.

Por radio intentábamos contactar con el Pangea y ellos creo que con nosotros, pero sin éxito, demasiada distancia. Al salir de la gasolinera no había nada de viento y el poquito que había lo teníamos de morro, así que las 4 millas las tuvimos que hacer a motor. Poco antes de arribar, cuando ya veíamos la maraña de barcos fondeados, nos fuimos a proa a preparar el fondeo y horror ¡no iba el motor del ancla!, la había probado e incluso utilizado la semana anterior para bajarla en la regata y dejarla en el puerto y ahora no iba, ¡caramba!, el martillo y a hacerlo a mano, pero no éramos capaces de aflojar el molinete. Esta es una gran limitación que tenemos las mujeres, o algunas de ellas, la falta de fuerza. Nuevamente echamos mano de la radio y llamamos: “Aquí Libertyenlamar, Libertyenlamar, Luibertyenlamar para Pangea, Pangea, Pangea, me recibes ?, cambio. - Adelante Libertyenlamar, te recibo, cambio.

Explicamos el problema y Ximo se ofreció a venir a ayudarnos porque todos los demás se habían ido a bucear, para ver si encontraban pulpos. El problema era que nadie, salvo yo, sabía llevar la dingui. La llevábamos arrastras, pero había que saltar a ella, bajar el motor, arrancarlo e ir. Así que bajé la velocidad, Zo y Susana se ofrecieron a ello, y yo desde arriba les iba dando un curso acelerado, la palanca de la derecha suéltala para bajarlo. Abre el aire un poco, tira con fuerza. El mango como el de una moto, llévalo al lado contrario de donde quieras ir.. En un primer momento se fueron contra la cadena de otro velero fondeado, hasta que encontraron la palanca de avante. Muy bien, prueba superada, llegaron al Pangea y trajeron a Ximo, bravo por mis marineras!.

Ximo no es muy fuerte ni corpulento, pero seguramente dio el último golpe de gracia, después de toda la fuerza que habíamos derrochado nosotras y desbloqueó el molinete y con él bajó rápidamente el ancla e hicimos el fondeo a Babor de ellos..

Maribel, Mina y tres amigas más, nos esperaban en la playa. Bajé a por ellas, pero como la dingui era pequeña, subió una a bordo con todas las bolsas y las demás fueron nadando. Luego aún hice otro viaje a por Mina, pero no conseguía darse el impulso suficiente para subir a bordo, así que bordamos otra escena de Jaimito, una motora le ofreció su plataforma de popa para subirse a ella y yo intenté hacer a duras penas, una aproximación despacito. Las risas eran permanentes hasta dolernos las mandíbulas. Una vez a bordo, 11 mujeres, preparamos la comida, ensaladas varias, pollo al horno y costillitas y de postre café y cava, a lo que se apuntaron rápidamente el patrón del Pangea y nuestro héroe.

Después levamos el ancla con ayuda de nuestro héroe y Pepe, el amigo de Ferdy, que una vez nos subieron el ancla se tiraron por la proa y se fueron nadando a su barco. Salimos del fondeo y sacamos el Genova y en un largo navegamos casi las 4 millas hasta la punta de la bocana, donde recogimos y arrancamos motor para enfilar ya el fondeo frente al Tiburón, dónde veríamos la puesta de sol. Primero fondeó el Pangea y luego vino a bordo nuestro héroe, para ayudarnos a echar el ancla….y casualmente se le cayó el martillo al fondo, siguiente prueba de la Gincana!, a buscar el martillo, que no teníamos otro. Teníamos 7m de fondo. Mina fue la que lo vió, pero nuestro héroe fue quien finalmente bajo a por él a pulmón. ¡Prueba superada!. Duchas a doquier por popa, con agua salada, había que ahorrar agua dulce, y maquillajes y trapitos desde proa a popa. De avanzadilla llevé a la playa a las 3 amigas de Maribel y Mina, con las que casi nos hundimos la dingui, por sentarse demasiado a proa embarcamos una ola completa que me cargo la dingui de un palmo de agua. ¡Otra de Jaimito!.

Ya en la playa, y gracias a las amistades de Ferdy y sin reserva, entramos en el Tiburón, que no había casi nadie, comparado con otras ocasiones. Y con unos mojitos y margaritas, observamos la espectacular puesta de sol que desde este lugar se disfruta. Para luego emprender orilla de la playa al restaurante del Moli de la Sal, donde habíamos reservado para cenar y celebrar mi 45 cumpleaños. Unas ensaladas y unas parrilladas que solo los mosquitos consiguieron estropear a algunos cuantos. Después de soplar las velas y unos chupitos, llamamos unos taxis para irnos a bailar a un conocido pub del interior de la isla. No había nadie cuando llegamos, pero éramos 17, no necesitábamos a nadie más. Y así fue, solo unas indicaciones al disyokei sobre nuestros gustos musicales y estuvimos bailando como locos hasta bien entrada la madrugada. Hasta nuestro héroe, que no es gran bailarín, bailó como un poseído. Al alba llegamos a la playa, donde habíamos dejado el dingui, para irnos de vuelta al Libertyenlamar, éramos ya el grupo escoba, así que procuramos ser silenciosos al saltar y dar cobijo a bordo al héroe, para compartir el camarote de proa con la patrona.

Un par de horas después nos dimos cuenta que el Libertyenlamar se había quedado seco y no podíamos arrancar. Nuevamente por radio pedimos ayuda al Pangea y nuevamente estaba allí nuestro héroe con una batería del Pangea y unas pinzas para arrancar, pero no hubo suerte, fue necesario traer la batería grande y principal para conseguirlo. ¡Otra prueba de la Gincana superada!, no había tregua…Ya levamos ancla para poner rumbo a cala Salinas, donde tenía otra boya reservada y pasar allí el día hasta la puesta de sol, en la que habíamos acordado emprender la travesía de vuelta. Con los múltiples problemas que estábamos teniendo no era muy prudente hacerla solas, así que ellos retrasaron algo su vuelta y nosotras la adelantamos un poco, para coincidir.

Las escasas 6 millas fueron plácidas, con únicamente el Génova de nuevo y con un agradable masajito con el que me sorprendió mi recienbautizada Carmen y mi espalda, agradeció enormemente.

Una vez allí, pillamos de nuevo la primera boya que vimos, según los guardas que rápidamente acudieron y nos facilitaron para trincarla. Poco antes había arribado el Pangea y nos pusimos a su babor.

Hoy ya no nos juntamos, salvo para pedir un cafecito y bajar en plan salvamento marítimo, tras los hijos de Fernando a la playa, pensando que se habían quedado sin gasolina, siendo nosotros finalmente los que nos quedamos sin ella, tocandonos volver a remo, bajo las carcajadas de todas al reconocer en ello una nueva prueba de la Gincana!.

En la playa había mucho ambiente, pero nada que ver con el que yo recordaba. Ya no estaban los esculturales gays que solían posar en las rocas, cual estatuas griegas. Mucho pijerio y mucha botella de Moet, el espíritu hippy está bastante distorsionado.

Habíamos visto arribar al Sedna, un Elan 36 de mi amiga Marien de Santa Pola, a quien no veía hacía años y que una vez más en la inmensidad del mar, me sorprendía ofreciendo un reencuentro con un velero conocido. No podía pues, dejar de pasar a saludarla y comprobar la alegría que también a ella le daba el encuentro. Había hecho el último Gran Prix y ahora ya estaba de vuelta.

Según lo previsto, soltamos la boya con la caída del sol, para ver ya el sunset por Es Vedra. Teníamos poco viento, pero portante, así que sacamos Génovas y con una puntita de motor, íbamos a 6,5 nudos. Pangea delante, seguíamos su estela, al pasar entre Es Vedra y la isla. Ya fuera, y con la caída de la noche, el ángulo se fue cerrando, pero la humedad que invadía el barco hacía complicada la maniobra de izar Mayor, sobretodo porque hay que ir a poner la driza al palo y como soy bajita, subirme a 3 escalones que tengo, por lo que finalmente, imitando al Pangea, me quedé quieta, cazé más el Génova y subí a 2000 r.p.m. el motor, vigilando que ninguna lucecita extraña me quitara el sueño. Con un saco me acople en uno de los duros bancos de la bañera, mientras el resto se turnaban por parejas las guardias para vigilar y avisarme si veían alguna luz o algún role del viento. De vez en cuando por radio llamaba al patrón del Pangea, que se había quedado solito, para que no se durmiera, cualquier excusa era buena.

En escasas 12 horas estábamos ya avistando la costa de Valencia con todos los mercantes fondeados próximos a su bocana. Uno de ellos nos hizo reducir motor durante un rato, hasta que nos cruzó la proa y por su popa, enfilamos ya la bocana. Eran las 10 a.m. cuando ya estábamos atracadas y arranchando para desayunar e irnos a tomar café con nuestro héroe, que rápidamente acudió a ver como estábamos. Parecía nuestro ángel de la guarda, ¿cómo no quererlo?. Debía de ser muy poderosa causalidad por la que el Universo le había puesto a prueba constantemente todo el fin de semana, pero lo cierto es que las había superado todas con creces, era merecedor del mejor de los premios, del amor de su amada.

Y colorin colorado, este cuento se ha acabado y con él,  el fin de semana marinero y femenino a bordo. Había sido más que exitoso, con todo lo compartido y vivido juntas, con sus momentos de tensión y sus momentos de relajación, para mi fue el mejor regalo de cumpleaños, gracias chicas, por estar ahí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

POR FIN EL CANAL DE PANAMÁ

VOLVIENDO A LAS PITIUSAS CON AMIG@S

CARIBE CON EL MAVERIK