DE CUBA A MEXICO LINDO

De nuevo estábamos volando hacia La Habana, nada más poner pie sobre suelo cubano, mi vello se erizó y todos lo recientemente acontecido se atropellaba en mi mente. No habíamos reservado casa para dormir ni quedado con los taxistas de confianza, por lo que en cuanto recuperamos nuestro equipaje, que sorprendentemente llegó completo, balcón de proa incluido, nos dirigimos hacia la salida a coger un taxi y negociamos para el día siguiente que nos llevara también a Cienfuegos, pero casualmente el buen hombre nos ofreció llevarnos directamente, así nos ahorraríamos dormir en la Habana y amaneceríamos ya en el Rebeca. Nos pareció a todos fantástica la idea, paramos en una gasolinera y aprovechamos para comprar una pizza y unas coca colas, bueno tu-kolas (como se llaman aquí) y entre cabezada y cabezada estábamos en la Marina embarcando en el Rebeca.

Al día siguiente nos pusimos todos a poner el Rebeca a son de mar; quitar la vela vieja y poner la nueva que habíamos traído, arreglar la contra, poner el balcón nuevo de proa. Ramiro, el marinero que se había encargado de su mantenimiento durante todo este tiempo, había venido a ayudarnos y el día nos cundió muchísimo a pesar del fuerte calor que hacía. Podíamos utilizar indistintamente las intalaciones de la Marina o las del Club Náutico, donde había una gran piscina, pero todavía el agua la estaban tratando y era color chocolate, así que imposible refrescarse, únicamente con el aire acondicionado que teníamos a bordo
manteníamos el fresquito dentro.

Con la caída del sol fuimos a cenar al restaurante del Club Náutico, ya que no habíamos podido hacer la compra. Era un antiguo edificio, estilo palacete, que mantenían cuidado e intacto a su momento de esplendor y que te evocaba a principios del siglo pasado. Elegimos una mesita en la terraza, mirando hacia la bahía. Delante unos cuantos catamaranes de una empresa de charter española que operaba allí. A lo lejos, las luces de marcación y balizamiento de entrada a la Bahía y las luces del sky linee . Un bonito escenario que fue elegido para hacerme una especial petición a través de un enorme topacio azul.

Al día siguiente iríamos a la plaza (como se llamaba al mercado municipal). Contratamos un carrito de esos tirados por un hombre en bicicleta, aunque a mi me daba pesar que tirara de los tres, pero él insistió que podía y además que nos esperaría para traernos de vuelta. Nos llevó a la plaza. Había escasos puestos largos en una única planta diáfana. A la entrada, a la izquierda, los de carne, llenos de moscas. Imposible comprar algo de eso, compraríamos algo de carne congelada en los supermercados. Nos fuimos directamente a las verduras. Mientras yo pedía unas cebollas, Fernando estaba ya comprando tomates, pero cuando vino a pedirme el dinero para pagar me pareció excesivo, 60 pesos!, hicimos la cuenta respecto al peso, era por libras, 1 libra era ½ kg, le habían puesto 10 libras, o sea 5 Kg, y la libra era a 6 pesos, así que le pedía 60 pesos. La chica que me atendía a mi, cuando fue a cobrarme fue la que me hizo darme cuenta que hablaban de pesos CUC, los internos que utilizan ellos, no los que utilizamos los turistas, ya que hay dos monedas, los pesos nuestros tienen una equivalencia similar al euro, pero los de ellos son una 24 ava parte. Sin embargo el que atendió a Fernando se calló y le había cobrado en nuestro pesos, le llamé rápidamente y se lo dije para que recuperara su dinero y le hiciera el cambio correctamente. ¡Al final con 10 pesos de los nuestros hicimos toda la compra! Pimientos, patatas, cebollas, coles, tomates y hasta unas latas para refrescarnos. Al final, nos había salido bien.

De vuelta paramos en un par de supermercados para abastecernos de bebida principalmente y algo de pollo congelado. Ya de vuelta en el Rebeca, estibamos todo y nos fuimos a comer a la Marina. Por la tarde soltamos amarras para cambiarnos al muelle más cercano al surtidor y repostar los depósitos de gasoil a tope. Ya dormiríamos allí para al día siguiente en cuanto vinieran los de aduana y nos hicieran el despacho de salida, poder zarpar.

No pudimos hacerlo tan pronto como nos hubiera gustado, eran las 10:15 a.m. del lunes 16 de Julio, día del Carmen, la virgen de todos los marineros, buena fecha para iniciar cualquier travesía. Zarpamos por fin de marina Marlyn, latitud 22º 07,48N, Longitud 80º 27,18W rumbo a Cayo de Dios. Aproximadamente una hora nos costó salir de la gran Bahía de Cienfuegos yendo a una velocidad de 6,7 nudos, y en breve pusimos rumbo 238º a Cayo Guano y Cayo de Dios. Izamos Mayor para estabilizar, pero tuvimos que seguir de momento a motor pues solo teníamos 7 nudos de viento real y con un ángulo de ceñida, nada que ver con lo previsto en el Ugrib. El mar prácticamente plano, al momento aparecen unos cuantos delfines que nos cruzan revoltosamente la proa y nos entusiasman como siempre. Otro buen augurio para la travesía, siempre dan alegría y son señal de buen presagio. Aprovechamos para echar el curri por la popa y yo me pongo a escribir mis ultimas aventuras en el Libertyenlamar.

Son las 13:50HRB cuando la caña se pone a tirar, ¡hemos pescado un dorado! Reducimos máquina y lo subimos a bordo para empezar todo el ritual de limpieza en la popa. Ya tenemos cena fresquita para hoy. Da mucha alegría a la tripu, sobretodo a la masculina, porque a mi en el fondo me da pena.

El viento portante sigue sin aparecer, así que seguimos a motor. Preparo una ensalada de pasta, nos quedan unas 20 millas para Cayo Sal, nuestro destino. A las 17:05 HRB entramos en la zona de los cayos, la profundidad pasa de casi 1000m a menos de 10m. Dejamos a Br Cayo Guano y su inmenso faro. Atravesamos Banco Jardinillos para llegar a cayo de Dios. A las 18:30 HRB exactamente, llegamos a Cayo Sal y fondeamos frente a la única palmera que hay, que es la enfilación. Estamos solos. Hay calma chicha. Pero por la noche tuvimos tormenta, F-7, así que a la mañana siguiente, tras nuestro ritual del baño por popa en pellejillo, nuestra nadada alrededor del Rebeca y nuestro acicalamiento en bañera, levamos hierro y ponemos rumbo a Cayo Largo, 24 millas.

Son las 11:00 HRB cuando por fin podemos navegar a vela, aunque con muy poco viento, solo tenemos 9 ó 10kn por la aleta de Br y vamos a 6,5 kn, aunque seguro que tenemos 2 ó 3 kn de corriente a favor. Primero Mayor y Génova, luego solo con Génova y mantenemos 6 kn por la aleta de Br. En la aproximación a Cayo largo, recogemos ya las velas y nos vamos a proa el peque y yo para pasar junto a Cayo Ballenato, en latitud 21º 34,59N Longitud 81º 33,79W avistamos a una tortuga nadando que nos pasa rápidamente desde la amura de Er hasta verla desaparecer por la aleta de Br. Finalmente fondeamos al final de la playa en Punta Mal tiempo en una pradera de poseidonea.

Con la puesta de sol, después de rociarnos bien con repelente para los mosquitos, cogemos la dingui y bajamos a la Marina, alguien tiene especialmente interés en aumentar sus arcas de tabaco, pero no hay suerte, solo hay Hollywood mentolado. Hay poca gente, preguntamos si nos cambiarían euros y la camarera nos dice que si, pero luego nos damos cuenta que claro nos cobra haciéndonos la equivalencia 1=1, ¡otra espabilada!. De buena gente como dice Fernando, nada, Cuba está llena de liantes, su instinto de supervivencia y tanta necesidad como tienen, los han convertido en auténticos piratas en tierra, como el del mercado, que a punto estuvo de estafarnos bien. Poco a poco voy odiando más a este país y aumentando mis ganas por largarme de él. Pedimos una pizza y jugamos un billar el peque y yo y vuelta al barco. La noche es de un oscuro profundo, sin luna y el camino en la dingui lo hacemos despacio y con sumo cuidado con apenas las luces de dos frontales que llevábamos. Finalmente arribamos y nos montamos nuestra fiesta particular a bordo; una zonita chill-out en cubierta, sobre el living, con velitas y una botellita de doña Anna para nosotros, mientras el peque prueba suerte con su recienestrenada caña de fondo por la popa.

Al día siguiente, 18 de julio, subimos el fondeo con las primeras luces del día para poner rumbo a Cayo Rosario, ansiosos de bucear y langostear, como dicen ellos. Pero no tenemos viento, solo cuando nos quedan a penas 12 millas se establece en la dirección esperada pero no en la intensidad, así que volvemos a ir a motor, y con el poco viento en la popa, el olor a gasoil me revuelve las tripas. Tampoco hay suerte con la pesca, el mar está lleno de sargazos.

Al arribar fondeamos exactamente en el mismo lugar que lo hicimos en las vacaciones de Pascua, latitud 21º 36,29N Longitud 81º 56,16W, en un claro de arena que rodea un pequeño coral. Nos tiramos rápidamente, como hacemos siempre, para comprobar que ha quedado bien clavada, y echamos ya un vistazo al coral. Está repleto de peces, pero ¡ni asomo de una langosta!.

Antes de nada, sacamos nuestros trajes de bucear, preparamos la dingui y el motor y nos vamos a bucear al lugar que ya conocíamos de Pascua, donde las langostas paseaban a sus anchas. Sin embargo para nuestra decepción ahora no hay ninguna o casi ninguna, de hecho encontramos dos, bien escondidas. Una al intentar cogerla a mano se quedó Fernando con sus antenas y se le escapó y la segunda a pesar del disparo certero que le dió con el rifle, también acabó escapando. Volvemos a bordo únicamente con unos pescados para hacer caldo y con la langosta que nos regaló Ramiro, hizo el primer y a lo mejor único, arrocito de langosta de la travesía. Eso sí, descubrimos una pequeña tortuga en el fondo y tras tocarla, la hemos seguido hasta perderla de vista y una pequeña raya que iba luciendo su capa por el fondo.

No parecía ni siquiera el mismo lugar, la cantidad de vida que había en Pascua parece ahora haber desaparecido o migrado, incluso el color del agua y la poca visibilidad. Nos ha decepcionado mucho a todos. Además era la primera inmersión y todavía no estamos muy sincronizados, así que ha sido complicado mantener al grupo unido.

Por la noche nuevamente sube el viento a 25 nudos, tenemos que salir rápido y quitar las hamacas. Se mantiene así hasta por la mañana en la que con el mismo viento, a las 10 a.m. HRB subimos ancla y ponemos rumbo a Cayo Matías. A la hora ya teníamos 18 kn de viento, un rizo en la Mayor y todo el Génova. El problema es que hay bastante mar, nos vienen olas cruzadas, algunas de hasta 5 metros. A las 16:00 HRB fondeamos en 3 m sobre un fondo de poseidonea l 21º 33,94N L 82º28,47W. Estamos solos en Cayo Matías.

Esa tarde observando la puesta de sol, veo acercarse desafiante un gran negrito, formación de nubarrones que traen rayos, truenos, viento y lluvia. Sacamos la cadena auxiliar y la echamos al fondo enganchada al backstay. En cuanto empieza a subir el viento, nos vamos dentro para ver una peli, no hay que infundir preocupación. Por último, antes de irnos a dormir, tendríamos la precaución de dejar todo desenchufado por si acaso.
Nuevamente, al alba, subimos fondeo, con todavía algunas tormentas rodeándonos, pero acompañados también por el arco iris, que nos presagiaba un soleado día y pusimos rumbo a Isla Juventud, unas 60 millas.

A las 08:45 HRB ya estábamos bordeando Isla Juventud, l 21º 29,83 N L 82º36,02, a una velocidad de 7,8 nudos y rumbo 246º. Al través de Caleta Cara Pachiba, atangonamos el Génova, para conseguir que no flamee, el viento es muy de popa, vamos 8,8 nudos. Al pasar Cabo Pepe solo nos quedan 16 millas.

Vamos recibiendo noticias de la familia por mensajes en el Iridium, teléfono satelital que llevamos a bordo, al igual que el ADSL que conectamos vía satélite para bajarnos la meteorología de vez en cuando.

A las 12 a.m. hacemos religiosamente el ángelus todos los días, algo de picar que junto con el desayuno completito con pan tostadito y fiambre, nos hace aguantar hasta las 17 h p.m. para comer, pues ningún día conseguimos que sea antes, aunque luego normalmente ya no cenamos, salvo el peque, que está en edad de crecer. Por la noche una película de las más de 200 que tenemos grabadas, nos llevan directamente al camarote, si es que Morfeo no lo a hecho antes.

Al arribar a Punta Frances bajamos ya el tangón pero seguimos a vela en un descuartelar para ir cerrando el ángulo hacia la entrada a la Ensenada de Siguanea, cruzándonos a su entrada con un gran negro que parece traer además de lluvia, rayos y truenos, pero al final nos libramos de él y nos cruza la proa.

Fondeamos frente al famoso Hotel Colony, aunque parece abandonado. Bajamos rápidamente los tres a inspeccionar como ha quedado el ancla, nuevamente es todo poseidonea y con muy mala visibilidad, solo una estrella de mar y una gran medusa de esas tipo lámpara.

Se ve poco movimiento en la playa, a penas unas 4 personas bañándose. Rápidamente nos estaban llamando las autoridades por la radio preguntándonos el nombre del barco y a donde íbamos. Como ya teníamos el parte de salida hecho, nos dijeron que no podríamos desembarcar a tierra, que solo podíamos parar a 1 milla de tierra para descansar y seguir nuestra travesía. Así lo hicimos, a pesar de que habíamos previsto bajar y cenar y bailar en tierra, como despedida a este país, pero una vez más nos demostraron su poca hospitalidad y rigidez, así ¡qué les den!. Vimos una preciosa puesta de sol desde nuestras hamaquitas, colocadas estratégicamente hoy mirando hacia poniente, y disfrutando de estar sobre territorio español, “la cubierta del Rebeca“.

La noche vuelve a ser tormentosa, a pesar de que no lo parecía cuando nos acostamos, parece ser que es normal que por la noche se formen esas pequeñas tormentas locales que nosotros llamamos negritos, por lo negro de los nubarrones, pero algunos de ellos nos traen hasta 40 nudos de viento, lluvia y sobretodo muchos rayos. Así que hoy en una de las salidas que hicimos al despertarnos por uno de los rayos, volvimos a mirar nuestros planes sobre la carta para la travesía del cruce del día siguiente y decidimos partirla en dos. Haríamos mañana 100 millas hasta la punta W de Cuba, exactamente buscaríamos resguardo en una bahía llamada las Tetas de María la Gorda, para pasar la noche, que suele ser tormentosa, y al día siguiente hacer las otras 100 millas hasta isla Mujeres en Méjico.

Eran las 06:30 a.m. cuando subimos el fondeo, el cielo encapotado de las tormentas nos hizo creer que era más temprano pues suele clarear antes de las 6:00 a.m. y yo siempre me despierto con las primeras luces, pero hoy precisamente que teníamos tantas millas que hacer no había sucedido. Rápidamente subimos el ancla y arrumbamos hacia la salida de la gran ensenada de más de 12 millas. La previsión era de viento flojo de unos 10 a 15 nudos portantes, pero no se cumplió y tenemos que ir de nuevo a motor, grrrrr…vamos entreteniendo el tiempo con la música que hemos descubierto de Rebeca en el ordenador de Fernando y que hemos pasado a un pincho y puesto en la radio del barco. También nos refrescamos con unos cubazos por popa, baldeamos, intentamos suerte con el curri pero nada, cocinamos, hacemos el ángelus, jugamos a las cartas….y algunas escribimos este relato.

Hace muchíiiiisimo calor…….

Con la caída del sol, llegamos a Cabo Corrientes, la costa es verde, bastante frondosa, según la carta el fondo pasa de 1000 a 100 y a 10m en poco espacio. Se divisan un par de playas largas de arena, pero la carta y lo que recuerda Ferdy de haberle hablado gente, es el fondeadero llamado “Las Tetas de María la gorda”, así que nos dirigimos allí tras superar la punta del Caimán. Al poquito de tomar el Cabo hacia el Norte, perdemos electrónica y tenemos que timonear a mano para mantener el rumbo y justo cuando ya divisamos el fondeadero, no nos deben de quedar más de 1 milla, se nos para el motor. Habíamos visto 9 m hacia un momento, así que decidimos fondear rápidamente, pero horror también falla el molinete eléctrico del ancla y se para, tiene que venir con una manivela rápidamente Fernando para dejarla caer a mano, el color del agua es muy oscuro y no nos fiamos de la electrónica que ha ido fallando todo el día. Lo cierto es que echamos casi los 100 m de cadena que llevamos y sin embargo tengo la sensación de que no ha tocado fondo, cae a pique y aunque por suerte no hay viento, una leve brisa que viene de tierra, tengo la sensación de que vamos derivando, aunque por suerte hacia fuera, mar adentro otra vez, aunque no dejo de vigilar nuestra posición respecto a la punta del caimán que acabábamos de pasar y es la que tenemos más cerca. Veo un par de motoras en un muelle y unas casas de lo que debe de ser el hotel y punto de buceo que tanta fama tiene, pero no veo movimiento de barcos y por la radio no oímos nada. Si hubiera habido puesto de capitanía nos habrían llamado rápidamente como el día anterior.

Fernando ha bajado rápidamente a ver el motor e intentar solucionarlo pero las primeras tentativas son fallidas, sigue sin arrancar. Finalmente lo consigue y vuelve a arrancar, ¡bravo por el capitán!. Yo estaba pensando en sacar velas y con el poquito viento que teníamos, tener gobierno de nuevo del barco y hacer el fondeo a vela, y luego tranquilamente ya ver que pasaba al motor. Pero su conocimientos de mecánica son grandes y confiaba al igual que él, que daría con el problema rápidamente. Al final era un filtro del gasoil que se había obstruido y por tanto no entraba combustible al motor. Le había puesto directamente del deposito la toma, saltándose dicho filtro, que ya cambiaría.

Hacemos el fondeo entre una motora de buceo, lleva el pabellón de Padi, y un Catamarán que parece solo, a unos 9 m de fondo, entre arena y coral. Bajamos el dingui y vamos a tierra. Enseguida nos sale al encuentro el encargado del centro de buceo a quien preguntamos para salir a bucear con ellos, pero rápidamente aparece el capitán del lugar y empieza a preguntarnos y a pedirnos nuestros papeles y los del barco. Fernando y Rubén se van a tirar la basura y yo me quedo hablando con ellos. Le explico que realmente ya tenemos hecha la salida internacional del país. Que hemos parado porque teníamos una avería en el motor y que necesitábamos descansar antes de cruzar a Méjico. Después del recibimiento estúpido del día anterior, sabia que podían echarnos rápidamente al barco y queríamos estirar las piernas, llevábamos una semana a bordo, y cenar fuera del barco. Al final fue amable y condescendiente con nosotros y nos permitió que cenáramos en el bar que había justo en la playa pero luego tendríamos que volver al barco y no podríamos bucear con ellos. Asentimos tras dejarle nuestros papeles para que rellenara una hoja de transeúntes, supongo que para cubrirse él las espaldas por si pasaba algo o alguien decía algo. Te preguntan siempre sobre cuantas radios llevas a bordo, teléfonos, etc, e incluso si habíamos hecho alguna llamada entre las 13 y las 15 horas, nos pareció extraño, pero contestamos que no….supongo que por el control que llevarán desde los distintos puntos que tienen de capitanía en la costa.

La cena no fue nada del otro mundo, como siempre en Cuba, un menú por 12 pesos donde abundaba el pollo y para mi satisfacción habían patas de cangrejo que a penas nadie había atacado y que me parecieron deliciosas, hasta repetir tres veces, bañándolas con un cava catalán que sorprendentemente tenían. Además el camarero, que fue amabilísimo, accedió a cobrarnos en euros, así que fantástico, luego las vueltas, para no llevarme mas pesos, me las llevé en más cava….jajajá.

Al día siguiente despertamos bastante tarde, llevábamos sueño retrasado de tantos días de travesías continuadas, pero nada más hacerlo nos pusimos manos a la obra a reparar el motor. Rubén haría de pinche, facilitándole todas las herramientas que necesitaba y yo observaba aplicada para intentar aprender algo de mecánica. Una vez cambiado el dichoso filtro, nos pusimos con el molinete del ancla, aparentemente no tenía nada, pero lo engrasamos.

La tarde anterior cuando bajamos a tierra nos dijeron que donde habíamos echado el ancla al principio había 100m que era imposible que hubiéramos tocado fondo, así que mis sospechas se confirmaban, por eso el barco no se aproaba y la cadena la veía a pique y que no estiraba. Toda la playa es una pared de coral que pasa de 10 a 100 m rápidamente, ellos tenían marcado en un mapa infinidad de puntos para hacer inmersiones de 9 a 30 m. Como muchos de esos puntos habíamos visto que los tenían marcados con boyas blancas, haríamos el buceo por nuestra cuenta, ya que teníamos todo el material necesario a bordo.

Para comer hicimos una paellita, después de darnos un chapuzón y hacer un poquito de snorkel alrededor del barco, ya que debajo mismo habían un sinfín de corales y vida marina, e incluso un gran pez de un metro, que nos merodeaba desde que habíamos llegado, seguramente porque era su territorio y nosotros los intrusos.

Ya por la tarde, nos pusimos nuestros trajes y nos fuimos un ratito de snoorking. Primero a una boya que había a nuestro Er donde había una barrera de coral en la que divisamos un tremendo mero que Fernando lamentó no poder pescar y luego en una boya más a Br vimos una barracuda, toda de manchas, nunca las habíamos visto así, pero son inconfundibles con su desagradable cara alargada y sus desafiantes dientes y una pareja de tremendos cangrejos que tenían brazos como los míos con unas grandes pinzas que hacían desechar cualquier intento de cogerlos.

Hicimos una pequeña parada técnica en tierra con el fin de obsequiar con una botella de ron al capitán por su amabilidad y hospitalidad, pero no le vimos, así que volvimos al barco antes de que nos devoraran los mosquitos.

Arranchamos todo, para poder soltar y zarpar de madrugada, y con una leve cena, nos despedimos a dormir.

A las 04:15 a.m HRB del lunes día 23 de julio, subimos el fondeo. Fernando en proa y yo al timón, intentando enfocar con mi frontal a los dos barcos entre los que estábamos fondeados, ya que habíamos borneado y ahora los tenía delante y detrás. La pequeña nueva luna que vimos al acostarnos había desaparecido y la noche era profundamente negra. Una vez libres puse rumbo 256º a isla mujeres. Teníamos unas 14 millas para cruzar la ensenada de las corrientes, así que para cuando empezara a amanecer algo más de las 06:00 HRB aún veía por mi Er el faro del Cabo San Antonio.

Por popa tenía dos brillantes estrellas, supuse que serían planetas por su fuerte luz, ¿quizás Júpiter y Marte ? .

El grumetillo apareció cuando ya habíamos finalizado la maniobra así que se volvió a dormir, y Fernando estaba grogui por el relajante muscular que se había tomado para el dolor de riñones que le castigaba desde el día anterior. Así que me quedé solita, intentando no dormirme, saque Mayor para estabilizar, pero aún reteniéndola con la Portuguesa, no dejaba de bambolearse con las olas. Nuestra velocidad había bajado sin embargo a 6 nudos, creo que porque tenemos corriente que nos abate hacia el Norte, porque en la ensenada íbamos a 8 nudos con 2000 r.p.m. y ahora acompañados de la mayor vamos a menos, no había otra explicación. El viento se cumplía como siempre en dirección pero no en intensidad, con solo 5 a 10 kn por la banda de Br. Me preocupa porque a este ritmo llegariamos de noche.

Sobre las 8:00 HRB me cruzó la popa un precioso Ketch con todas sus velas desplegadas, ¿de donde sacaba el viento? Claro que llevaba mejor ángulo, seguramente de un través a un descuartelar, pero me dio envidia. Luego un gran mercante nos cruzó la proa.

Sobre las 9:30 HRB aparecieron en la bañera los dos señoritos, con las lagañas todavía en los ojos. Ahora me relajaría yo, era mi turno.

El resto del día transcurrió igual en cuanto a intensidad y dirección del viento, pero con una gran corriente en contra que nos llegó a reducir la velocidad hasta 2,5 nudos!!, de manera que las horas de nuestra travesía se multiplicaban de un momento a otro. Ya teníamos más que asumido que llegaríamos de noche, así que después de disfrutar de una espectacular puesta de sol, como son siempre todas las que ves en el mar, me tumbé para dormir un poquito, llevaba casi 24h despierta y el cuerpo empezaba a protestar.

Ya estaba la luna fuera, eran cerca de las 02 a.m HRB cuando me avisaron los chicos que estábamos llegando. Como siempre, las luces de señalización para la navegación son pobres y dificilísimas de localizar entre tanta luz de tierra. Justo eran las 02:15 HRB cuando ya entrábamos, por nuestro través de babor la punta norte de Isla Mujeres y la primera marca roja a Estribor. Aquí las luces van al revés que en el resto del mundo, bueno en todo el Caribe van al revés, justo cuando ya nos íbamos con el gran foco de luz a proa para comprobar que iba el fondeo, se paró nuevamente el motor. Acabábamos de entrar en el veril de 10m, la sonda nos marcaba 5m, así que echamos el ancla y fondeamos como pudimos, pues el barco todavía tenía algo de arrancada, pero clavó porque rápidamente estábamos aproados mirando hacia fuera, hacia alta mar, de donde veníamos igual que el viento. Nuestra posición era latitud: 21º17,20N, Longitud: 86º45,39W.

Rápidamente bajó Fernando a intentar arreglarlo, suponiendo que era la misma avería, pero no, esta vez todo su chequeo y acciones, no daban su fruto y seguía sin arrancar. Si no lo conseguíamos tendríamos que quedarnos fuera y hacer guardia toda la noche pues estábamos en toda la entrada a esta gran bahía existente entre isla Mujeres y el continente y desconocíamos lo transitada que podría estar. Pero finalmente arrancó, a costa, eso sí, de su herida de la palma de la mano que nuevamente se abrió.

Eran las 04:00 HRB cuando finalmente arribamos al punto que según la carta de navegación, podíamos fondear y así lo hicimos. Por la mañana con luz, veríamos si era bueno o nos cambiaríamos.

A pesar de nuestra trasnochada no despertamos demasiado tarde, la luz y el calor te tiran del camarote rápidamente. Así que nos asomamos por la escotilla para descubrir el lugar al que habíamos arribado y ahí estábamos, efectivamente, en medio casi de la trayectoria de embarcaciones varias, privadas y públicas que constantemente cruzaban de Cancún a la Isla y viceversa. Nos dimos un rápido chapuzón, sin saber que seria nuestro último chapuzón matinero fondeados, y cogimos la dingui para inspeccionar en tierra y hacer nuestro registro de entrada.

La primera marina, El Milagro, nos pareció muy pintoresca, simulaba una hacienda Mejicana, fueron amables pero preferimos seguir con la dingui visitando las demás hasta el final de la laguna en que se convertía esta entrada del mar. Al fondo del todo y rodeada de manglares estaba la marina Isla Mujeres, donde finalmente convinimos sería el lugar donde dejar al Rebeca en los próximos meses, al ser la mejor protegida para los huracanes según nos dijeron y pudimos comprobar. Pero ahora no era el mejor de los destinos, demasiado manglar, ósea mosquitos, y todavía no tenían todas sus instalaciones, es decir, alberca, como llaman aquí a la piscina, ni bar, ni nada. Pero pintaba bien, seguro que será fantástica cuando la terminen. Así que para el día 1 lo llevaríamos y durante estos días volvimos a la primera, al Milagro, después de hacer una breve parada en una muy lujosa, tipo Resort, pero sumamente estúpidos.

Y aquí estamos desde entonces. Hay varios barcos de transmundistas. Todos muy amables y simpáticos, la mayoría hablan varios idiomas, pero el mayoritario es el inglés, aunque se esfuerzan todos en hablarnos español porque nosotros seguimos resistiéndonos a lucir nuestro “inglish pitinglis”. El viernes organizaron una trovada especial para que nos conociéramos todos, nosotros llevamos una tortilla española y un poco de salchichón y chorizo, pero cuando llegamos ya estaban en los postres y no tuvo mucho éxito. La piscina es pequeñita, pero suficiente para endulzarse, y también tienen kayaks que podemos usar gratuitamente, una gran sala de cine, donde Rubén pudo ver la inauguración de los juegos Olímpicos y una pequeña plataforma muy graciosa, que han construido para ver la puesta de sol, con un par de hamacas y una sombrilla.

Alquilamos durante un par de días un carrito de golf, ya que la isla tiene solo 10km de un extremo a otro, así que es más que suficiente para transportarte y recorrerla entera. Era imitación de un Chevrolet azulito muy lindo, y con él nos la conocimos toda de punta a punta. La Norte mucho más turística y por consiguiente, abarrotada, y la Sur, más tranquila y señorial, con algunos Beach y casas de ensueño.

Un día también nos fuimos a snorkelear solos, por el farito, que lo tenemos justo en frente en la entrada. Y por la salida que hay en medio de la laguna, vimos unas curiosas formaciones de rocas en el fondo, que luego nos dijeron pusieron allí para facilitar a los peces la formación de coral, ya que éste no abunda. Y otro día nos fuimos con un buzo local a bucear con botella a la zona de Punta Sur. Primero vimos el museo subacuatico que tienen, único en el mundo. Un montón de figuras de piedra que representan al pueblo, unos cuantos ejecutivos que han perdido la cabeza por el trabajo, un par de coches escarabajos, donde dejamos nuestra firma, y poco más. Luego hicimos otra inmersión para ver un gran coral llamado el Manchón, donde vimos infinidad de peces de colores, alguna langosta, un gran mero, etc. Y sobretodo pude recordar lo aprendido en diciembre, cuando me saqué el padi y comprobar que no hay mayor problema, a pesar de no haber vuelto a bucear desde entonces, lo recordé como subir en bicicleta.!

Lo peor de todo están siendo el arreglo de los papeles, llevamos una semana con el rollo de la inscripción del barco y el permiso de larga estancia, la burocracia es odiosa en el mundo entero!.

Finalmente cambiamos el Rebeca a la Marina al fondo de la laguna que hay aquí en Isla Mujeres, totalmente protegida para los huracanes y nos fuimos en un ferry a Cancún. Hemos reservado un par de noches en el Meliá como colofón final de las vacaciones y alquilaremos un coche para ir a conocer las famosas pirámides de ChichenItza y un Cenote.

A mi me ha encantado la excursión, a pesar del atracón de rocas y el bochornoso calor que hemos soportado. El salto final en el Cenote, ha sido adrenalina pura y resfrescante total.

Ya en el aeropuerto oímos las noticias del primer Huracan que se acerca amenazante, un tal Eduardo, como si de un pariente cualquiera se tratara!. 





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